Morir tantas veces

10-05-2021
Anjá
Hoy, República Dominicana
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La muerte en Bruselas de Maximiliano Gómez Horacio, líder del Movimiento Popular Dominicano-MPD- el 23 de mayo de 1971, ha permitido la construcción de leyendas que las pruebas y el tiempo desvanecen. La apuesta ha sido por la confusión. La ocurrencia es tema tabú para los gestores de la utopía complicados en el crimen.

Más que culpa es desvergüenza. Sin ninguna conmiseración ni arrepentimiento, la confabulación se mantiene. De tanto repetir fábulas encubridoras, los más cándidos escogen la conveniente.

El rechazo al dato, a la evidencia, es constante, tal y como ocurre con otros episodios de la historia contemporánea. Desde el 1971 ocultando y ocultándose, construyendo al mismo tiempo nombradías inexpugnables.

Cincuenta años después, irrumpe, sin aviso previo, el libro “Morir en Bruselas” y duele, devela demasiado.

“Siento repugnancia por las verdades únicas, por los dogmas, por las idolatrías, por las vacas sagradas” afirma el autor, Pablo Gómez Borbón. Esa aversión permite la contundencia del relato.

Comenzó a investigar en el 2014, el acopio es valioso, proporcional a su entusiasmo. “Lo que se escribe con pasión se lee con interés”-dice-.

Expone la urdimbre tenebrosa cuyo tejido conocen todos, pero persisten en el enredo para mantener la exculpación.

El autor se atreve a enaltecer a una réproba, víctima tantas veces que su recuerdo debería atormentar a más de uno. Reivindica la historia de Miriam Pinedo Mejía, vilipendiada por sus pares.

Es bofetada en el rostro de la sordidez ideológica, esa cargada de prejuicios y triunfante en su miseria.

Sin exequias ni lápidas, atrapada en la maraña del oprobio, la mataron varias veces, deshonrándola. Su cadáver siguió muriendo, como moría el combatiente de César Vallejo.

Pretendieron convertirla en una Charlotte Corday caribeña, asesina del líder. Especie tan frágil como los principios de quienes repiten la invención.

Tantas glorias construidas encima del horror y la mentira. Y para ella, la nada. Estuprada, torturada, decapitada. Escalofriante escupitajo de quienes pretendían construir un mundo nuevo y mejor. Su descuartizamiento conmovió a Bélgica, aquí pasó desapercibido.

La importancia del trabajo realizado es la recopilación de las versiones, con rigor y destreza. Está registrado el tránsito de la sanguaza, el estertor, las voces. Los camaradas acechando el desenlace.

La única ficción es la participación del inspector y el detective cuyas personalidades demuestran la influencia en el autor de su estancia belga. Gossens y Hendricky recuerdan al Maigret de Simenon y sin dudas al arquetipo Poirot.

Los actos de barbarie cometidos contra Miriam Pinedo Mejía constituyen una deuda que tiene esa izquierda con la izquierda misma.

La mayoría de las personas que comentan la muerte de El Moreno y de Miriam, desconoce que ella sobrevivió y permaneció seis meses secuestrada por Manolo Plata Díaz-Fredy García – el siniestro personaje que logró la unanimidad de sus camaradas cuando les propuso matarla.

Y tal como confirma Hugo Hernández Alvarado y reiteró, hasta decidirse por el silencio, la familia Pinedo, incluyendo a su primogénito, la orden de exterminio provino de la dirigencia del MPD.

El vía crucis de Miriam comenzó con el asesinato de Otto Morales, su esposo y se acentuó a partir del 23 de mayo. Viuda, exiliada, 24 años, cuatro hijos, enferma, desamparada, objeto del deseo de los camaradas, incluyendo a su verdugo. 

Las compañeras envidiaban sus encantos que lograron seducir a Morales y que la tragedia no opacaba, aunque la angustia y la depresión la afectaron demasiado.

Sagrada Bujosa Mieses consiguió valiosos testimonios de dolientes y de conocedores de la perversa trama que provocó los crímenes. Las entrevistas fueron difundidas en “Memorias para la Historia”, una sección del programa “Metrópolis” transmitido por Amé 47. 

No hubo reacción, los señalados como responsables de la atrocidad callaron, convencidos de su inimputablidad. La tenacidad de la complicidad ha sido clave para mantener prestigios manchados con sangre.

Gómez Borbón ratifica, comprueba hechos más que conocidos. El mérito ha sido dejar constancia con mortificante valentía. Después de la lectura, la sensación es desoladora. Obliga a repetir con Hendricky: morir en Bruselas no sirve para nada.