La conveniente quietud
El trabajo ha sido intenso y la excitación mayúscula. El triunfo siempre apareja entusiasmo y a pesar de la admonición del aséptico presidente, ajeno a celebraciones, desde el día de las elecciones municipales, 18 de febrero, los clarines de gloria ocupan el escenario. El optimismo es marca de la gestión adánica, iniciada el 16 de agosto del 2020 que continuará hasta el 2028, conforme con las predicciones.
Para robustecer la leyenda del Cambio, la rendición de cuentas del presidente, el 27 de febrero, avaló el mundo idílico de transparencia y realizaciones. Atrás quedó la oscuridad, la desconfianza, ese estado de ánimo apesadumbrado de la ciudadanía, afirmó el jefe de estado. Él llegó para transformar la nación y está convencido de su misión. Nada perturba la tranquilidad en el paraíso, aunque la realidad agreda, por no decir desmienta, la fantasía.
Después del día 18 hasta la fecha, los continuos hechos violentos aumentan los pendientes del abinaderismo, señalados en “Tareas Pendientes”- CIB.Hoy.19.02.2024-. Más allá del cogobierno del crimen con sede en los recintos carcelarios, del reinado de los pandilleros y del próspero negocio del microtráfico, los crímenes se multiplican y esa ciudadanía que dice el presidente que ya no está apesadumbrada, suma a la tristeza el miedo y poco a poco se acostumbra al relato cotidiano de la muerte.
La inseguridad ciudadana se apropió de los titulares mientras los medios difundían la repetición de los aplausos recibidos por el mandatario en la Asamblea y los elogios para el despliegue de fortaleza exhibido en el desfile militar.
La crónica roja está compitiendo con la frivolidad de la agrafía delincuencial que comanda las redes. Desde el 19 de febrero hasta el 1 de marzo, el disparo ha sido el protagonista, las noticias parecen propias de momento bélico. La lectura del horror espanta, sin embargo, la reacción se queda en el velatorio, en el luto familiar.
La autoridad compensa el daño aplicando la pena de muerte a “presuntos delincuentes”. Conoce la inutilidad de los procesos penales, la imposibilidad de reeducación y reinserción que el sistema no provee y por eso mata con respaldo popular. Proporcional a la violencia es la quietud colectiva y el silencio que convierte en cómplices a una vocería cívica, tonante en otra época.
Por cada ataúd, una arenga, una cifra, una promesa. Algunos siguen implorando como solución la promulgación del código penal, texto que necesita trascender la manipulación con las tres casuales, trampa eficaz para eludir la despenalización.
La narrativa oficial esconde lo acuciante, apela a la emoción, sabe que: “Los procesos políticos actuales no se dirigen a la razón sino a la pasión se apoyan en conceptos intuitivos, imprecisos, que al no decir nada concreto permiten que bajo sus banderas se alisten personas con los intereses más variados para aumentar la masa”-Alejandro Nieto-.
El nazismo sondeaba de manera constante a la población y cuando los hechos “causaban indignación pero ninguna inquietud grave” no se preocupaba -N.Baker. “Humo Humano”-. Rumbo a mayo es muy importante mantener la quietud. El triunfalismo sirve para sumar y evitar el desborde.
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