Estilo seductor y peligroso
Un nuevo fantasma recorre la región. No es el comunismo, como anunciaba el Manifiesto.
Es algo que inspira, confunde, engaña. Se trata de la eclosión de los redentores, dirigentes que surgen para salvar sus naciones. Adalides de la pureza. Limpian y condenan.
Actúan luego de escuchar la voz de Dios y del pueblo. Vacíos, sin posibilidad de etiquetarlos, la bandera es la ética y en nombre de ella gobiernan. Son los buenos desplazando a los malos.
Su propagación es aplaudida. Pertenecer al grupo de los fantásticos, entusiasma. Así como en el siglo pasado hubo una época de coincidencias tiránicas, ahora coexisten esos vengadores. Espada en mano se desplazan por las instituciones, las invaden en procura de la decencia.
Aparecieron en el escenario exhibiendo su privilegiado origen de clase. De ese modo ratifican que la tentación depredadora está ausente de su ADN. Su misión es transformar la administración pública sin atisbo de codicia. La historia comienza con ellos. Es un “hágase la luz” profano.
Nuevo credo que permite pogromos contra los señalados. Ausente la ideología, la invención propugna por la honestidad. La concreción de la virtud está limitada a la protección de los recursos del Estado. La nomenclatura excluye otras infracciones. Solo los desfalcadores salen del reino.
Sin necesidad de leer a Nicolás Guillén, para saber la dimensión de la pureza, la prédica permite ficciones, incoherencia y galimatías hasta el descaro autoritario.
Emblemáticos los casos de Brasil y EL Salvador. Bolsonaro logró el solio montado en el mismo carruaje de la honestidad. “Prefiero un fascista que a un ladrón”, decían las consignas de la clase media.
En El Salvador, Nayib Bukele consiguió que tirios y troyanos se unieran para apoyarlo.
Saltimbanqui político fue alcalde gracias al respaldo del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional-FMLN-.
Expulsado del Frente creó su propia organización “Nuevas Ideas”. Divulgó sus propuestas electorales a través de un tuiteo incesante, el mismo que utiliza para destituir, designar, desafiar.
La coalición GANA- Gran Alianza por la Unidad Nacional- lo presentó como el candidato del Cambio. Durante la campaña nada pudo interferir su camino. En la época del “me too” salió ileso de rumores que lo señalaban como maltratador y violento.
Antes de cumplir un año al mando, irrumpió en la sede de la Asamblea Legislativa acompañado de miembros del ejército. Ocupó el asiento del presidente y denunció a “esos sinvergüenzas que no quieren trabajar para el pueblo”.
Las elecciones legislativas, celebradas en marzo, permitieron la conformación de una asamblea fiel que valida todas sus iniciativas.
La composición del órgano unicameral facilitó la destitución del fiscal general y de los jueces de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.
Cuenta con una tropa virtual para demoler a cualquiera que disienta. En su afán de asepsia repite “estamos limpiando la casa”.
Aunque persiste el respaldo popular, las justificaciones a su actitud autoritaria comienzan a provocar repudio.
En el vecindario el estilo seduce, se imita. Es peligroso, sin embargo, que, en nombre de la limpieza, sea tan frecuente la conculcación de derechos.
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