Pandemia de odio y miedo

24-09-2024
Administración de justicia
Hoy, República Dominicana
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“Aquellos polvos trajeron estos lodos”, reza un viejo refrán, con lo cual inferimos que en el ámbito social “Nada viene de la nada”. Todo en el quehacer humano tiene su razón de ser.

Ante un hecho vuelto noticia surgen varias interrogantes: ¿Qué? ¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? y ¿Por qué? Se le acredita al filósofo griego Aristóteles haber enunciado en su Ética nicomáquea, cinco de estas seis preguntas básicas.

Mi memoria se traslada al Puerto Rico de mediados de la década de los setenta del pasado siglo XX. Había un diario informativo impreso, cuyo nombre me reservo, con una crónica roja tan marcada que si se exprimen las páginas posiblemente se recogería sangre en abundancia. Como no tenía mente de vampiro me negaba a consumir ese tipo de periódico.

Durante esa época no era difícil para una persona escoger el tipo de desayuno informativo. En este nuevo milenio no resulta fácil aquella selección, ya que debido a la explosión de las redes sociales y de la inteligencia artificial en esta era digital, prácticamente se nos imponen las informaciones.

La especie humana ha sido cosificada por lo que no nos deben asombrar las indagatorias acerca de una persona tales como: ¿Cuándo nació? ¿Cuánto pesó y midió al nacer? ¿Dónde nació? ¿Dónde se desarrolló? ¿Dónde estudió?

Nos educan para competir, a pesar de que se enuncie que todos somos iguales ante Dios y ante la Ley. Nos enseñan a luchar entre sí desde el hogar, extendiéndose dicho entrenamiento al período de vida escolar.

Entramos al mundo laboral compitiendo por un puesto de trabajo. La desigualdad es la regla, la inconformidad es mandato. La escala de rangos luce natural. Nadie mira hacia abajo, apenas al lado, siempre con los ojos hacia arriba, aunque nos cueste la vida.

Importa más lo que nos diferencia que aquello que nos une. Odio y miedo se distribuyen en los puntos fronterizos de las naciones. La amenaza y la violencia son huéspedes vitalicios en las intersecciones entre muchos Estados Modernos. Haití versus República Dominicana, Israel versus Medio Oriente, Ucrania versus Rusia, México versus Estados Unidos, India versus China, y así sucesivamente.

Nos hemos convertido en expertos en el reparto mundial del odio y de la guerra entre los pueblos. Se nos condiciona para el combate y la selección de bando en la contienda. Odio y miedo son las constantes que llenan las mentes de millones de seres que hoy pueblan la tierra. El mundo debe armarse de valentía para enfrentar con amor los cañones del odio.

Los amantes del bien común debemos conformar un coro gigante que traspase los océanos y se eleve hacia el cielo infinito trayendo una lluvia de paz, alegría y bienestar que inunde la mente y el alma de hombres y mujeres sin distingo de etnia, contextura, género, nacionalidad, credo religioso, idioma, ni pensamiento político. La paz inmediata nos convoca ya, mañana puede que sea tarde. Una conflagración bélica mundial sería un acto de locura, un suicidio universal.

Juntos derrotaremos esta nueva pandemia de odio y de miedo. Es un mandato planetario.