¿Democracia muda?

25-10-2021
¡Te lo dije!
Ojalá, República Dominicana
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La pandemia de la COVID-19 no solamente ha causado una crisis sanitaria y económica, sino que también ha venido a desnudar el poder, que se ha quedado sin máscara para esconderse, y a poner entredicho, no solo a la democracia y la gobernabilidad, también a muchos de sus actores y de entrada quiero dejar claro, que no únicamente a los políticos.

En América Latina hemos visto cómo posterior a un ciclo electoral las nuevas administraciones y sus pueblos han tenido que enfrentarse a una creciente atomización de los parlamentos o congresos, a una gobernanza que se aleja augurando tiempos complejos para la región, ahondando la crisis de la democracia liberal, generando profundas rupturas tanto a nivel emocional como cognitivo de la ciudadanía con las instituciones y poderes fácticos que la rigen, tratándose de un colapso gradual de un modelo político de representación.

Pero traigamos esa teoría al patio. El profesor Manuel Castells explica que no se puede decir que la democracia es representativa a menos que la gente piense que está siendo representada. Porque la fuerza y la estabilidad de las instituciones dependen de su vigencia en la mente de las personas. Si se rompe el vínculo subjetivo, es decir, la percepción entre lo que los ciudadanos piensan y quieren y las acciones de aquellos a quienes elegimos y pagamos, se produce lo que llamamos crisis de legitimidad política.

Todo esto ocurre en un proceso de personalización de la política, pues es entorno a un liderazgo posible de una persona que se construye la confianza en la bondad de un proyecto, dando lugar a que la forma de lucha política más eficaz sea la destrucción de esa confianza a través de la destrucción moral y de imagen de la persona que se postula como líder.

Bajo el entendido, de que los mensajes negativos, por ejemplo, son cinco veces más eficaces en su influencia que los positivos, ¿será eso lo que estamos experimentando en nuestro país? ¿El fusilamiento moral de actores políticos a través de una política del escándalo que busca hipnotizar al tribunal popular de las redes sociales que juzga las conductas para así obtener beneficio político?

Habría que explicar en primer lugar que todo comienza con la palabra, con la que se dijo, con la empeñada, con la que en algún momento generó esperanza y nunca se pensó que retornaría como soga a nuestra garganta. Parece que algunos representantes no entienden los vínculos que generaron con sus electores, pues no se puede representar bien a quien no se entiende, por lo que, no se entiende a quien no se siente.

De hecho, antes la vergüenza se pintó de verde, hoy se pinta la sin vergüenza. En sus silencios deberían pensar en el discurso, en lo dicho y lo hecho, en lo vendido. En su ley del hielo ante lo que criticaban, aquellos que ofenden al callar deberían pensar en García Márquez y en el coronel Aureliano Buendía, cuando recordaba, el coronel, aquella remota tarde en la que su padre lo llevó a conocer el hielo, todo aquello, frente al pelotón de fusilamiento.