Productores de cerdo en caída libre

27-03-2023
Producción Alimentaria
Ojalá, República Dominicana
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En 2022 las importaciones de carne de cerdo y sus derivados fueron de  228.7 millones de dólares. A una tasa de cambio de 55 pesos por dólar serían unos 12.5 mil millones de pesos, un monto cercano al valor total de nuestra industria porcina en el año 2020. La pregunta sería  ¿qué pasa con los productores en la actualidad?

En 2020, antes de los cambios significativos en el sector agropecuario -específicamente en el sector porcino-, teníamos unos 25,000 pequeños productores de menos de 10 cerdas madres y algo más de 300 granjas organizadas. Según estimaciones, en esos momentos, la industria tenía un valor de entre 15 y 18 mil millones de pesos, dependiendo del valor de mercado de 1.2 millones de cerdos que se producían anualmente.

En la actualidad, debido la falta de información y publicaciones oficiales, nos sabemos dónde realmente se ubican estos datos en las estadísticas.

Desde la llegada de la PPA (Peste Porcina Africana) en el país a mediados del 2021, inició el cambio, pero no sólo del escenario y los números del sector, sino también de la realidad de las personas que se sustentaban económicamente de esta actividad.

A principio de la PPA, los pequeños productores desaparecieron, en su gran mayoría de forma voluntaria y de manera preventiva para evitar pérdida total, a excepción de algunas escasas producciones alejadas de los centros tradicionales de producción y fuera del rango de observación de las autoridades.

Luego, los restantes, incluyendo los organizados (medianos o grandes) como si se tratara de un azar o especie de suerte selectiva, se han convertido en víctimas de esta infausta realidad que les asalta, quedando la sensación de que sólo es cuestión de tiempo para que les toque la PPA; nadie se siente seguro aunque cumpla los protocolos sanitarios.

A la  gran mayoría hoy sólo les acompaña el desconcierto de no saber qué va a pasar, y si bien es cierto que a quienes notificaron debidamente la presencia de la enfermedad a las autoridades les fueron pagados sus animales luego del sacrificio a través del Banco Agrícola.

Esto no significó una salida satisfactoria para los productores, pues al tener una disponibilidad de recursos cuyo destino debió ser la reintegración a la crianza de cerdos y no poder invertirlos nuevamente, han mermado.

La mayoría lo han destinado a cubrir necesidades y gastos, alejados a la producción y sin retorno, perdiendo la capacidad para una eventual reintegración  a la actividad.

La falta de orientación e información por parte de las autoridades ha dejado en un limbo a tantos productores que hoy no tienen otra opción que dejar deteriorar su infraestructura (inversiones).

Pero más preocupante aún es la situación de muchos que rápidamente se aventuraron a entrar en actividades que si bien son de la producción de alimentos eran desconocidas para ellos, como muestra los productores de cerdo que luego de la PPA pasaron rápidamente a la producción de pollos y otros de huevos, alquilando granjas o adecuando las estructuras propias para esos fines, además comprando pollos y pollitas, muchas veces a sobreprecio, desconociendo la forma de crianza y comercialización.

Esto, sumado a la falta de conocimiento, orientación y acompañamiento, los ha colocado en una difícil situación, respecto a su futuro dentro de la actividad económica y productiva, pues muchos no sólo han perdido lo que tenían sino que están generando nuevos compromisos que no podrán pagar.

La indiferencia de las autoridades para con estos productores originalmente de cerdos se mantiene en total incertidumbre o más bien en la zona del no saber qué hacer, sintiendo que caen libremente al vacío.

Señor Ministro de Agricultura, es su deber buscar expertos en estas situaciones, diseñar políticas que orienten y lleven a camino a tantas personas que hoy no tienen horizonte claro respecto a su actividad económica.

Hablo de expertos, pues es mandatorio. Sin embargo, la inmensa mayoría entiende que la eliminación total de los cerdos debió ocurrir hace tiempo, ya que nadie es capaz de proyectar un desarrollo y recuperación del sector en las actuales condiciones.

Señor Presidente, aunque usted tenga como herramienta predilecta las importaciones, le recordamos lo que la pandemia nos demostró: la producción nacional es vital para la seguridad alimentaria. Hagamos lo que exige la circunstancia: busquemos expertos, diseñemos la ruta, orientemos a los productores y con ellos salvemos nuestra industria porcina, aunque esto signifique algunos o muchos sacrificios, pero que provea un nuevo comienzo para la mayoría, ya que en la actual situación los pocos que han permanecido hoy tienen precios que le permiten mantenerse algo holgados en medio de la incertidumbre, a consecuencia de la imposibilidad del reintegro de la mayoría.

Esta situación garantiza importación pero aleja la inversión, perdemos competitividad y empleos, nos cierra posibilidades de nuevos mercados, detiene los avances en el sector, limita la participación y reduce posibilidades de seguir desarrollando nuestra capacidad productiva en el sector agropecuario nacional el cual ha venido robusteciéndose especialmente en la última década.