Los microorganismos podrían cambiar la agricultura

14-09-2021
Producción Alimentaria
Ecoticas, España.
Compartir:
Compartir:

En el marco de la feria SALAMAQ 2021, la Diputación de Salamanca ha presentado hoy los resultados de los cinco ‘Proyectos de Investigación orientados a ofrecer soluciones tecnológicas al sector primario’ dentro de la III Convocatoria promovida por la institución provincial junto a la Universidad de Salamanca (USAL) y Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA-CSIC).

Un ejemplo de las posibilidades que tiene la I+D+i en el campo son los proyectos presentados por la Unidad de Excelencia Agrienvironment sobre nuevos biofertilizantes basados en bacterias y hongos. Estas iniciativas no solo mejoran el rendimiento de los cultivos y la calidad de los productos, sino que permiten avanzar hacia una agricultura menos contaminante y más sostenible.

El presidente de la Diputación de Salamanca, Javier Iglesias; el rector de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero; y el vicedirector del IRNASA-CSIC, Iñigo Zabalgogeazcoa, han estado presentes en el acto y han destacado la importancia de la colaboración entre distintas entidades y actores para que la I+D+i pueda ofrecer mejoras al campo.

En ese sentido, además de los profesionales del campo y los investigadores, destaca el papel de las empresas del sector, que ayudan a la financiación y son clave para la transferencia de conocimiento.

En ese sentido, el objetivo final es “trasladar el saber desde los laboratorios y las aulas a las explotaciones agrícolas y ganaderas de la provincia y avanzar de la mano de empresas interesadas en el desarrollo de estos proyectos”, resumió el presidente de la Diputación.

El proyecto liderado por Raúl Rivas, investigador del Grupo de Interacciones Planta-Microorganismo de la USAL y de la Unidad de Excelencia Agrienvironment, busca biofertilizantes bacterianos para sustituir a los fertilizantes químicos, teniendo en cuenta los problemas de contaminación medioambiental que provocan estos últimos.

“Es lo que hemos visto este año en el Mar Menor”, explica el científico en referencia a la situación de la laguna costera murciana, que ha sido noticia al verse afectada por los abonos que emplea la agricultura industrial de la zona, provocando la muerte de miles de peces y otras especies.

Desde hace años, el aislamiento de bacterias del suelo que puedan ser beneficiosas para los cultivos es una de las principales líneas de investigación del grupo de Raúl Rivas.

Ahora, este proyecto que cuenta con la financiación de la Diputación y la colaboración de las empresas Campal y Ceres Biotics, se centra en la búsqueda de biofertilizantes para cereales, con el objetivo de mejorar su producción en cantidad y en calidad. Los ensayos de campo incluyen cultivos de trigo y de maíz.

Los primeros resultados con respecto al trigo son excelentes, ya que “mantenemos la producción, igualándola frente a los cultivos fertilizados y muy por encima frente a los cultivos sin fertilizar”, comenta el experto en declaraciones a DiCYT.

Además, gracias a este proyecto, los investigadores han comprobado que el trigo fertilizado gracias a las bacterias experimenta una mejora cualitativa, especialmente con respecto a ciertas propiedades nutricionales.

“Algunas de ellas son requeridas para harina destinada a galletas, que tiene un mayor valor en el mercado”, destaca Rivas. El Grupo de Interacciones Planta-Microorganismo de Agrienvironment está enfocando su trabajo en cultivos de interés para la provincia de Salamanca, de manera que además de los cereales, ya está trabajando en otros alimentos, como las lentejas.

El hongo ‘Trichoderma’ Por su parte, Enrique Monte, investigador del Grupo de Fitopatología y Control Biológico de Agrienvironment, también presentó un proyecto relacionado con el trigo.

Sin embargo, en este caso el microorganismo clave es el hongo ‘Trichoderma’. “Hemos seleccionado cepas que tenemos en la colección de este hongo que vive en el suelo y en la rizosfera de las plantas y ver cuáles eran capaces de colonizar la raíz del trigo eficazmente, siendo promotoras del crecimiento y bioestimulantes”, explica el científico.

Además, los investigadores querían saber si eran compatibles con los fertilizantes nitrógeno, fósforo y potasio (conocidos como fertilizantes NPK), que se aplican habitualmente a los cultivos extensivos de cereal. Para ello, establecieron una colaboración con la empresa salmantina Mirat Fertilizantes.

En el cultivo de trigo, el fertilizante se aplica en dos momentos diferentes, en la preparación del campo antes de la siembra (abonado de fondo) y cuando el cultivo ya ha germinado. Muchos agricultores aplican una cantidad excesiva de producto en el primero, de manera que tienen demasiados gastos y contaminan más, porque la planta no lleva a absorber el fertilizante que sobra.

“Hemos comprobado que cuando ‘Trichoderma’ se aplica en el abonado de fondo junto con los fertilizantes el rendimiento es mayor, y hemos barajado diferentes concentraciones para optimizar las cantidades”, apunta Monte. Los resultados han sido “muy buenos”, así que el proyecto ha sido un éxito y ahora la empresa, si lo desea, podrá desarrollar ahora un producto que combine los hongos y los fertilizantes.

También presentaron sus investigaciones José Sánchez, científico de la USAL del Instituto de Investigación en Agrobiotecnología (CIALE), sobre caracterización de productos de la colmena; Isabel Revilla, de la Escuela Politécnica Superior de Zamora de la USAL, sobre predicción de parámetros de calidad de productos del cerdo ibérico; y Carlos Palacios, de la Facultad de Ciencias Agrarias y Ambientales, sobre prácticas agropecuarias certificadas en agricultura ecológica, este último en colaboración con el IRNASA.