Investigación científica advierte sobre problemáticas en la producción agrícola
Las altas temperaturas, producidas por el cambio climático, afectan en la germinación de las semillas de maíz, según un estudio realizado por la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) en conjunto con la Universidad de Buenos Aires (UBA).
La bióloga molecular, actual becaria doctoral del CONICET e investigadora de la UNSL, Luz Eggel, destacó que “el cambio climático es también un asunto de justicia social” y que “es fundamental buscar salidas a estas problemáticas con perspectiva social».
La científica y activista ambiental investiga el fenómeno que incide en la producción de maíz, cereal que se ubica entre los tres más cultivados en el mundo junto con el arroz y el trigo, según los relevamientos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
La investigación, que forma parte del proyecto científico “Efectos producidos por estresores ambientales sobre especies vegetales nativas y de interés agrícola”, sostiene que existen moléculas que dañan a las semillas de maíz. En este sentido, los académicos estudian cómo es el sistema natural de defensa que activa el grano para proteger su “estructura anatomofisiológica”.
El trabajo se realiza bajo condiciones controladas en el Laboratorio de Morfofisiología de la Facultad de Química Bioquímica y Farmacia (FQByF) y en el área de Fisiología Vegetal de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
“Mi problema de raíz es el cambio climático y sus consecuencias. Con el paso del tiempo hay cada vez mayores pérdidas productivas y económicas debido al aumento de las temperaturas y sequías.
Mi preocupación central es si además de las pérdidas visibles, temporada a temporada, hay una pérdida “invisible” en el poder de germinación de las semillas. Es decir, evaluar si ese mismo volumen de semillas de maíz que ese productor cosechó tiene o no una pérdida en su poder germinativo, lo cual reflejará una pérdida económica y productiva”, advirtió Eggel.
Sin embargo, en nuestro país “el repunte de las precipitaciones hizo aumentar la humedad del suelo tras un período de sequía” y, todo indica, que “ante la probabilidad de que siga lloviendo por encima de la media, se prevé que la producción de maíz repunte en 2024”, de acuerdo al informe de la FAO sobre la producción mundial de cereales en 2023 y su proyección a futuro.
La ciencia argentina frente al cambio climático y las sequías
La bioquímica y ganadora del premio de la Fundación Bunge & Born 2023, Raquel Chan, desarrolló la tecnología HB4 de tolerancia a estrés por déficit hídrico para sostener los rendimientos del girasol, y otros cereales como el maíz, en climas adversos y sequía. Estudio que le valió el galardón en agrobiotecnología de este año.
En este sentido, y por el antecedente en el estudio, la becaria del CONICET e investigadora de la UNSL, Luz Eggel, sostuvo que la doctora Chang “genera una tecnología a partir de la edición génica que permite la adaptación a un escenario de cambio climático” y distinguió ambos trabajos: “en nuestro caso, estudiamos el impacto que tiene el cambio climático y el aumento global de las temperaturas en la viabilidad de las semillas, en este caso, de maíz”.
Sin embargo, aseguró que “son distintos enfoques para abordar la misma problemática” y explicó que “una se enfoca en estudiar el impacto en los cultivos agrícolas y en la otra en generar nuevas tecnologías que permitan la adaptación al cambio climático” pero ambas contienen el mismo fin: “mayor sustentabilidad económica, social y ambiental”.
Sobre la problemática climática
Según un informe de las Naciones Unidas (ONU), el cambio climático es la transformación “a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos” que pueden ser generadas de manera natural, pero que “desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido su principal motor”.
La ONU asegura que la temperatura media de la Tierra es ahora 1,1 °C más elevada que a finales del siglo XIX, información que condice con relevamientos de la agencia climática europea Copernicus acerca de que 2023 se encamina a ser “el año más cálido jamás registrado”.
Al respecto, la bióloga molecular Eggel advirtió que “la crisis climática existe y es una realidad”. “A pesar qué hay un grupo minoritario a nivel mundial responsable de que la temperatura media global aumente cada vez más, como sociedad podemos tomar cartas en el asunto”, profundizó.
La investigadora resaltó la importancia de los estudios por su vínculo con la confirmación del cambio climático. “Llevar proyectos, ideas a los sectores más vulnerables buscando garantizar el acceso a energías renovables, agua potable, tecnologías sustentables para la producción, por nombrar algunas, son algunas de las tareas que también tenemos que asumir los y las científicas en los tiempos que corren”, destacó.
En contacto con el Suplemento Universidad destacó la posibilidad de “hacerle frente a esa carrera a contrarreloj buscando que” su “casa común sea sustentable tanto económica, social como ambientalmente”.