La obesidad busca respuestas: «Es una enfermedad que merece ser reconocida como tal»
La obesidad no es solo un aumento de peso, es un aumento de peso, es un aumento anormal de grasa corporal. Y no solo de grasa subcutánea, sino también de la grasa que se acumula en órganos vitales como el corazón, el hígado, el riñón y los músculos, produciendo un deterioro progresivo de sus funciones.
En el mundo son ya cerca de 2,000 millones de personas las que tienen sobrepeso. De ellas, 700 millones son obesas. En los próximos cuatro o cinco años una quinta parte de la población mundial podría tener obesidad.
Eva Cabezas es actriz y siempre ha sido gorda. Dice que se ha pasado la vida contando calorías y haciendo dietas, pero ha aprendido a vivir con su peso y a no ponerse límites para ser ella misma.
Harta de que la condición física esté en el ojo del huracán de la crítica constante ahora usa la comedia para reírse de la gordofobia y visibilizar los estigmas del sobrepeso. “He tratado de normalizar y aceptar, y de no sentirme diferente a pesar de tener un físico diferente”, explica Eva.
“Claro que me estorban los kilos, claro”, confiesa la actriz. “Además, como que manejas siempre un sobrepeso y ves que cuando te pasas de rosca lo notas también. Yo me acepto con este peso, pero también me acepto con 30 kilos menos”, reflexiona la humorista.
“Tienes la sensación de que no hay interés”, se queja Eva Cabezas. “Si esto es una enfermedad, vamos a atajarla con todo: ciencia, médicos… vamos a ponernos a ello. Otra cosa es que de ahí se genere un estigma”.
¿Es la obesidad una enfermedad?
La Coordinadora de la Unidad de Obesidad del Hospital Universitario Vall d’Hebrón, Andrea Ciudin, dice que “la obesidad sí que es una enfermedad que merece ser reconocida como tal”. A partir de este reconocimiento la doctora asegura que la sanidad podría “disponer de herramientas terapéuticas financiadas para poder tratar y ofrecer las mejores opciones a los pacientes”.
Pero lo cierto es que no es así. Reconocerla como enfermedad crónica significaría entenderla como un problema donde el enfermo no es el culpable y podría ofrecerse atención por igual a las personas que tengan obesidad. Además, permitiría crear mayor concienciación médica y más unidades especializadas como la del Vall d’Hebrón, en la que se trabaja con una mirada multidisciplinar realizando diagnósticos personalizados.
La doctora Ciudin cree que “falta formación para entender que la obesidad es compleja, que hay alteraciones en el metabolismo y que cada persona gasta su número de calorías”. Y afirma que “la dieta de 1.500 calorías no vale para todo el mundo”. A lo que añade que muchos profesionales del sistema sanitario “prefieren no tener que atender a personas con obesidad porque son casos complejos de manejo”.
Conscientes de la estigmatización que marca la obesidad, y de la vergüenza con la que llegan a consulta, en la Unidad de Obesidad del Vall d`Hebrón intentan empoderar a los pacientes y buscar decisiones compartidas. ¿Llegar al peso ideal o al peso saludable con todas las herramientas disponibles? Ese es el objetivo.
Existen fármacos que ayudan a perder peso, pero sólo están financiados para pacientes obesos con diabetes tipo dos. “No entendemos por qué nos dejamos de lado al 70 % de las personas con obesidad, que son las que no tienen diabetes, y no les podemos ofrecer un tratamiento farmacológico que sabemos que funciona”, se lamenta Andrea Ciudin.
El “peso” de la sociedad
La gente con obesidad o sobrepeso suele vivir en un estrés recurrente, dicen los terapeutas. Está provocado por experiencias de fracaso continuas que les llevan a sentir desagrado en lo personal y en lo social porque se ven señalados por la sociedad.
Juan Ramón Barreda es experto en Conductas alimentarias y profesor de Psicología en el campus de Teruel perteneciente a la Universidad de Zaragoza. Barreda habla de que “la presión sobre los cuerpos” se produce de un modo más o menos “directo e indirecto” y se muestra convencido de que “va a aumentar la gordofobia y el estigma sobre los cuerpos y sobre las personas con obesidad”.
El profesor de Psicología asegura que “la gordofobia no es solamente que genere malestar, sino que retrasa las intervenciones médicas, causa problemas de salud más allá de lo puramente psicológico y contribuye al aumento de la obesidad”. Para el experto en conductas alimentarias “estos discursos aparentemente preventivos, si no se manejan adecuadamente, pueden tener un efecto contrario al deseado”.
Obesidad infantil
Las causas de la obesidad son complejas. Dependen de factores genéticos, ambientales y socioeconómicos, porque la obesidad es también una enfermedad social que afecta más a los grupos más vulnerables. Algo que dificulta su abordaje, especialmente en la infancia.
Según los últimos estudios, cuatro de cada diez niñas y niños tiene exceso de peso en España. Y la mayoría lo va a tener toda su vida.
“A veces las familias, los padres, no ven que sus niños tienen sobrepeso y obesidad”, explica Rosaura Leis, jefa de la Unidad pediátrica del Hospital Clínico Universitario de Santiago – IDIS.
“Lo que tenemos que educar es en estilos de vida, en hábitos como el de volver a cocinar en familia; e introducir en el currículo escolar los estilos de vida saludables”, afirma Leis. Pero la realidad es que en el día a día, ser gordo es una lucha que comienza en la infancia. El profesor de Psicología, Juan Ramón Barreda, habla de chicos y chicas que “van al colegio con miedo” porque desde que entran por la puerta y hasta que regresan a casa “van a recibir censura sobre su cuerpo”.
Investigación y tratamientos
Se ha avanzado mucho pero queda mucho por saber y, sobre todo, falta investigación. La búsqueda de un tratamiento farmacológico más efectivo que las dietas o las cirugías es el reto de la ciencia.
El grupo NeurObesity del Cimus de la Universidad de Santiago de Compostela que lidera Miguel López lleva años intentando conocer como el sistema nervioso central, en concreto el hipotálamo, gobierna la masa corporal. “Contrariamente a lo que se pueda pensar, la mayor parte del control de las calorías que ingerimos y gastamos ocurre por parte del cerebro, y eso dificulta poder encontrar dianas terapéuticas”, asegura López.
Un nuevo fármaco contra la obesidad logra una pérdida de peso comparable a la cirugía
“Lo que no se sabía era que a nivel celular esas moléculas eran producidas si había una entidad mayor que regula el funcionamiento del sistema de moléculas”, explica el director de NeurOberisty – CIMUS. Así descubrieron en 2010 el papel de la proteína AMPK responsable de regular la energía corporal a la demanda en cada momento. Ahora acaba de conseguir entrar en el hipotálamo con una novedosa estrategia basada en nanopartículas naturales, y han logrado inocular en ratones obesos un gen modificado que inhibe esta proteína y logra detener el hambre.
El estudio ha conseguido que ratones muy obesos, con patologías asociadas, adelgacen no porque coman menos sino porque su metabolismo gaste más calorías. Esto abre una nueva vía para extender la estrategia a humanos y a otras patologías asociadas al cerebro.
Aspectos psicopatológicos
Cada vez se está avanzando más en los aspectos psicopatológicos de la obesidad. El grupo Lipobeta de Gema Medina-Gómez, en la Universidad Rey Juan Carlos, intenta encontrar dianas para detectar precozmente qué predispone a pacientes obesos a desarrollar enfermedades asociadas.
“Se denominan biomarcadores”, explica Gema Medina-Gómez, responsable de Lipobeta. “En un futuro podremos hacer diagnósticos de que una persona obesa va a desarrollar una enfermedad, por ejemplo, renal. Y podremos evitarlo”. Hacen investigación básica, trabajan con modelos animales pero colaboran con pacientes, médicos y clínicos para obtener muestras de humanos y buscar esos biomarcadores en pacientes obesos. Pero necesitan financiación.
Mientras la ciencia busca respuestas y soluciones a la obesidad, una pequeña revolución empieza a notarse en las calles, protagonizada sobre todo por mujeres gordas cansadas de verse excluidas y marcadas por el peso. El profesor de Psicología de la Universidad de Zaragoza, Juan Ramón Barreda, concluye que cada vez hay más gente que no se conforma con “no despreciar su cuerpo” sino que “aprende a amar y querer su propio cuerpo y, para ello, pone en cuestión el discurso dominante sobre cómo tienen que ser los cuerpos”.