Las migajas del G7 para África
El Grupo de los Siete o G7 se creó en 1975 y reúne a siete de los diez países cuyo Producto Interior Bruto está entre los más altos del mundo, es decir, Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido. La ausencia de China a pesar de ocupar el segundo puesto mundial y la de India, que ocupa el quinto, bastan para convertir a este grupo en el club de los países ricos occidentales.
En el G7 participan además los presidentes de la Comisión Europea y del Consejo Europeo. La participación de ambos presidentes hace del G7 uno de los espacios esenciales para validar las estrategias occidentales que se despliegan en todo el planeta .
La inclusión de África como punto importante del orden del día fue objeto de un comunicado en el que se anunció un cambio de rumbo de la política africana de los países ricos occidentales.
Lágrimas de cocodrilo
La presidenta italiana de la cumbre, Georgia Meloni, introdujo los debates insistiendo de la siguiente manera en este falso giro de la política africana: “Todos entendemos que África no busca caridad […] Pide la posibilidad de ser competitiva en pie de igualdad, lo que no es posible sin infraestructuras. Lo entendemos y sabemos que esa es la prioridad en la que tenemos que trabajar”.
Al abordar la cuestión migratoria la presidenta de la Cumbre también mencionó una importante voluntad de cambio, esto es, priorizar las causas económicas y sociales de la migración y no la lógica represiva: “Nuestra estrategia se basa en varios ejes, empezando por la lucha contra los traficantes de seres humanos que alimentan los flujos de inmigración ilegal y representan una nueva forma de esclavitud […]. Nuestro planteamiento concentra sus esfuerzos en garantizar el primero de los derechos, el de no verse obligado a emigrar, es decir, no verse obligado a abandonar su hogar y poder encontrar en su propio país las condiciones para prosperar”.
¿Cómo no estar de acuerdo con estos objetivos? Sin embargo, basta con observar los medios definidos para lograrlo para darse cuenta de que en el orden del día no figura ningún cambio estructural.
Nuevas declaraciones de intenciones
Así, el G7 guarda silencio sobre las reglas económicas internacionales desiguales, sobre el funcionamiento del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional y sus planes de miseria llamados “planes de ajuste estructural”, sobre la cuestión de la anulación de la deuda inicua que afecta a los países africanos, sobre el franco CFA y su imposición de una paridad que pone en desventaja a los países que tienen esta moneda, etc.
Todas estas cuestiones se ocultan para mencionar únicamente una causa de las dificultades de desarrollo de África: la falta de infraestructuras.
Las soluciones propuestas van en esta línea, es decir, una financiación de ocho mil millones de dólares para construir un corredor ferroviario que una África Meridional y Central, y tender cables de telecomunicaciones en el continente. Sobre todo, estas nuevas propuestas se suman a muchos otros anuncios similares que nunca han pasado de la fase de intención.
Así, en octubre de 2023 la Unión Europea anunció su plan “Global Gateway” [Pasarela Mundial] por valor de 300,000 millones de dólares para construir infraestructuras en los países del Sur Global, mientras que Estados Unidos y el G7, por su parte, lanzaron en 2021 el programa “Build Back Better World” [Reconstruir un Mundo Mejor] con un presupuesto de 600.000 millones de dólares con el horizonte de 2027 con los mismos objetivos.
BRICS y G7: lo que está en juego en África
Estos proyectos europeos y estadounidenses al menos tenían el mérito de anunciar explícitamente sus objetivos estratégicos. En efecto, se presentaban como una respuesta y como una competencia al proyecto chino de las “Nuevas Rutas de la Seda”.
Es verdad que, mientras tanto, la costosa guerra de Ucrania vino a disminuir la capacidad de acción de los países ricos de Occidente.
La cumbre del G7 de la semana pasada decidió, además, conceder un préstamo de 50.000 millones de dólares a Ucrania. La declaración final de la Cumbre precisa lo siguiente: “El presidente Zelensky se ha unido a nosotros y hemos decidido movilizar unos 50,000 millones de dólares estadounidenses recurriendo a unos ingresos extraordinarios procedentes de activos soberanos rusos congelados y enviando así un mensaje inequívoco al presidente Putin”.
50,000 millones para continuar una guerra asesina y 8.000 millones para el desarrollo de todo un continente: las prioridades de los países ricos de Occidente son evidentes.
Por supuesto, este nuevo anuncio del G7 preocupándose generosamente por la suerte de los africanos se inscribe en un contexto mundial y africano que le da sentido.
Desde la reciente ampliación de los BRICS con dos nuevos países africanos, Egipto y Etiopía, hasta los reveses de París en Mali, Burkina Faso, Níger y Senegal, pasando por la negativa de muchos países africanos a sumarse a las sanciones contra Rusia a propósito de la guerra de Ucrania, el contexto mundial y africano es el de una rivalidad estratégica entre Occidente y los BRICS en general, y China en particular.
Así pues, los anuncios del G7 no son más que el enésimo episodio para contrarrestar el desarrollo del comercio y los contratos entre los BRICS y China, por un lado, y el continente africano, por otro.
Amenaza y doble rasero
China fue otro de los puntos importantes que se abordaron en la cumbre del G7.
La declaración final de la Cumbre pide a Pekín que deje de apoyar el esfuerzo bélico ruso, lo que era de esperar, pero también que ponga fin a su política económica, que se presenta como una política que tiene “repercusiones en todo el mundo, ya que provoca distorsiones de los mercados y crea unos excesos de capacidades nefastos en una cantidad cada vez mayor de sectores, lo que perjudica a nuestros trabajadores y a nuestras industrias, y pone en peligro nuestra resiliencia económica y nuestra seguridad […]. También pedimos a China que se abstenga de adoptar medidas de control de las exportaciones, sobre todo sobre los minerales críticos, susceptibles de perturbar gravemente las cadenas de suministro mundial”.
Más allá del estereotipado lenguaje político, estas palabras amenazadoras significan que los países ricos occidentales, partidarios del mercado mundial totalmente desregulado cuando les conviene, se oponen a él cuando les perjudica.
A todas luces el doble rasero es una de las características de la lógica de quienes dominan y explotan nuestro planeta.
En la misma declaración Volvemos a encontrar esta lógica de doble rasero al referirse a Ucrania y a Palestina. Mientras que en el caso de Ucrania se destaca el derecho a defenderse, se niega en el caso del pueblo palestino en los siguientes términos: “Reafirmamos nuestra firme condena de los violentos atentados terroristas perpetrados por Hamás y otros grupos terroristas contra Israel el 7 de octubre de 2023. Expresamos nuestra plena solidaridad y nuestro apoyo total a Israel y a su pueblo, y reafirmamos nuestro compromiso inquebrantable con su seguridad”.
Como se puede constatar, la Cumbre del G7 refleja, más que nunca, la lógica del doble rasero que conllevan inevitablemente todas las políticas y prácticas hegemónicas.