Un Frida Kahlo por 35 millones y un Van Gogh por 71: ¿se ha vuelto loco el mercado del arte?

04-12-2021
Pintura
Público, España
Compartir:
Compartir:

¿Es barato un Basquiat por 42.7 millones de dólares cuando los expertos calculaban que podría alcanzar los 80? ¿Y si ese cuadro, The Guilt of Gold Teeth, se había vendido por solo 400,000 dólares en 1998, la penúltima vez que se subastó? ¿Qué decir de In This Case, adjudicado en mayo por 93.1 millones, más económico que el Untitled que costó 110 hace cuatro años? El pintor neoyorquino Jean-Michel Basquiat, fallecido en 1988, y el precio que han alcanzado sus obras son solo un ejemplo para ilustrar las altas cotizaciones que está alcanzando el arte contemporáneo. ¿Podemos hablar de burbuja? ¿Acaso se ha vuelto loco el mercado?

«No hay una burbuja, sino que se trata de un momento muy puntual. No es normal que confluyan dos colecciones importantísimas con nombres tan ilustres, porque estamos hablando de la historia canónica del arte», explica José Luis Guijarro, director del máster en Mercado del Arte y Gestión de Empresas Relacionadas en la Universidad Nebrija. Se refiere a las dos subastas efectuadas por Christie’s y Sotheby’s el pasado noviembre en Nueva York, donde un Rothko fue comprado por 82.5 millones de dólares o, si lo prefieren, por 89.3 millones impuestos incluidos. «Hay artistas que son un valor refugio, porque un Manet siempre será un Manet», añade el fundador de la plataforma 57 org.

«El mercado del arte no está inflado. De hecho, lo veo moderado», asegura Kristian Leahy Brajnovic, director de arte contemporáneo en la casa de subastas Fernando Durán. «El récord de ventas de Christie’s y Sotheby’s no indica una burbuja, porque las ventas ya iban bien en los últimos años, aunque en noviembre Sotheby’s ha ganado la partida a su rival en esa competencia feroz», comenta el doctor en Historia del Arte, quien matiza que los precios estratosféricos de los cuadros responden a que eran piezas únicas e históricas, es decir, obras maestras por las que se paga una millonada. «Han tenido la suerte de conseguir unas colecciones gracias a un divorcio y a un fallecimiento».

Esa es una de las claves que señalan varios expertos para justificar las cotizaciones. De repente, Christie’s subasta la colección del empresario texano Ed Cox, fallecido en 2020 y Sotheby’s, la del magnate inmobiliario Harry Macklowe, divorciado poco antes.

La primera asciende a 332 millones de dólares; la segunda, a 676, la mayor venta de la historia a cargo de un solo propietario, según Sotheby’s, que ahora solo ha vendido 35 obras y se ha reservado otra treintena para mayo. Las mareantes cifras de noviembre tampoco indicarían un boom pospandémico, sino que se deben a que las grandes subastas se celebran en primavera y en otoño.

El cuadro de Da Vinci, Salvatore Mundi, expuesto en la galería Christie's. | REUTERS
Foto de archivo del cuadro ‘Salvator Mundi’, de Leonardo da Vinci, en  Christie’s. | REUTERS.

«Las casas de subastas son muy inteligentes porque saben qué, cuándo y cómo vender. Es el evento del año en Nueva York y crean expectación para que se genere mucho interés», explica Guijarro, quien justifica los altos precios porque son obras de una calidad excepcional cuya subasta ha coincidido en el tiempo. «Generan operaciones de marketing brutales, como la venta de Salvator Mundi, de Leonardo da Vinci, cuya campaña fue una auténtica obra de arte». El fundador de 57 org se refiere a la presencia del actor Leonardo DiCaprio, quien en noviembre de 2017 fue fotografiado cuando miraba extasiado el cuadro en el Rockefeller Center de Nueva York. Perteneciente al magnate ruso Dmitry Rybolovlev, Christie’s lo subastó por 450 millones de dólares, batiendo un récord histórico.

Estimaciones y precios finales

Entre las ventas recientes de la colección Cox efectuadas por Christie’s en la Gran Manzana, cuatro cuadros de Van Gogh por 161 millones de dólares, entre ellos Jeune homme au bleuet por 46.7 millones, seis veces más de lo calculado por los expertos, o Cabanes de bois parmi les oliviers et cyprès, que no había salido a subasta desde 1923 y fue comprado por 71.3 millones, unos 31 más de los estimados por la firma; ocho Picassos por 92 millones; el Jean-Michel Basquiat de Andy Warhol por 40 millones, el doble de lo esperado; o el Jeune homme à sa fenêtre de Gustave Caillebotte por 53 millones, en manos del Museo Getty de Los Ángeles, que revalorizó con su adquisición la obra del impresionista francés, cuyo tope era 22 millones.

«Nuestras ventas nocturnas del siglo XX y XXI, que tienen lugar en mayo y noviembre de cada año en Nueva York, son momentos clave del mercado de subastas y están pensadas para tener un impacto duradero», afirma María García Yelo, delegada de Christie’s en España, quien detalla que se vendieron las 23 obras de la colección Cox por 330 millones de dólares. «Participaron pujadores procedentes de 27 países, con un 52% de los lotes vendidos a América, un 35% a Europa y un 13% a Asia», añade García Yelo, cuya casa ya había subastado colecciones de la familia Rothschild, Peggy y David Rockefeller o Yves Saint-Laurent.

«Los coleccionistas compran con mucho criterio piezas que valen la pena», asegura Kristian Leahy Brajnovic, quien ve el arte más como un valor refugio que como un activo especulativo. «No quieren perder dinero, pero sí disfrutar viendo los cuadros colgados en sus casas. Con Basquiat, Rothko o Pollock no hay especulación y Monet o Picasso son valores seguros, porque nunca van a bajar de precio. En todo caso, veo una gran burbuja en los NFT (obras digitales únicas), porque se pagan millones por artistas desconocidos; y también especulación en las obras de jóvenes artistas estadounidenses que van de los 100,000 dólares al millón, porque hay quien invierte en ellos para ver si sube su cotización y pueden ganar dinero», reflexiona el director de arte contemporáneo en la casa de subastas Fernando Durán.

El artista digital Beeple, por ejemplo, vendió Human One por 29 millones de dólares en la subasta de Christie’s, pese a que su precio estimado inicialmente era de unos 15 millones. La misma casa ya había subastado en marzo Everydays – The First 5000 Days por 69 millones, convirtiéndose en la obra digital más cara de todos los tiempos. Pero esta, la de los NFT, es otra historia, pues aquí hablamos de arte tangible. En ese sentido, «especula quien no sabe», opina Guijarro. «Los entendedores compran un Picasso o un Giacometti porque son conscientes de que no fallan».

Frida Kahlo supera a Diego Rivera

Sotheby’s también llevó a cabo su gran subasta a mediados de noviembre. El cuadro de Mark Rothko Nº 7 se vendió por 82.5 millones de dólares después de una disputa entre varios pujadores asiáticos. El empresario Eduardo Constantini, presidente del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), se llevó por 34.9 millones Diego y yo, de Frida Kahlo, quien desplazaba así a Diego Rivera como el artista latinoamericano más cotizado. Nine Marilyns y Sixteen Jackies, de Andy Warhol, se subastaron por 48.5 y 33.8 millones, respectivamente. Number 17, de Jackson Pollock, alcanzó los 61 millones. Y la escultura Le nez, de Alberto Giacometti, fue comprada por 78.4 millones por Justin Sun, empresario chino-estadounidense fundador de la plataforma de criptomonedas TRON.

Los compradores asiáticos han irrumpido en el mercado. Algunos son anónimos y otros, conocidos millonarios como el japonés Yusaku Maezawa, el propietario del Basquiat de 110 millones. Hong Kong se ha convertido en una plaza importante donde se compra y se vende más allá de Londres o Nueva York. Y China, además de adquirir, también exporta la obra de artistas locales.

«Se han sumado a los coleccionistas de siempre, porque los chinos tienen que llenar sus museos con el arte de mejor calidad y van por las firmas que ocupan los titulares. Y luego está el nuevo dinero, procedente de la bolsa o de las criptomonedas, representado en un 20 o 30% de nuevos compradores, lo que es muy significativo», apunta Guijarro. «Estas obras son trofeos para un asiático o para un ruso, porque además de simbólicas también pueden ser destinadas a la reventa».

Aurora Zubillaga, directora de Sotheby’s en Madrid, detalla que un tercio de los compradores de la colección Macklowe procedían de Asia, otro de América y otro de Europa. El porcentaje es similar entre los que participaron en la subasta nocturna The Now, con obras de artistas emergentes, que se vendieron a precios superiores a los esperados. ¿Cómo Night Crossing, de Matthew Wong, con un precio estimado entre 1 y 1.5 millones, llega a venderse por 4.8? Sorprende todavía más el caso de Lisa Brice, pues No Bare Back, after Embah, que podría costar según los expertos entre 200,000 y 300,000 dólares, alcanzó los 3.1 millones.

Zubillaga explica que en el mercado primario —es decir, en galerías— hay listas de espera para hacerse con una pieza de uno de estos artistas jóvenes, por lo que resultan muy jugosas cuando salen a subasta a un precio «apetecible», aunque luego también entra en juego «el furor psicológico de la puja». La justificación de que su precio se multiplique por cuatro, cinco o diez es, a su juicio, sencilla: «No hay más obra de ellos en el mercado y es muy difícil encontrarla». La directora de Sotheby’s en Madrid asegura que para el artista joven también hay mucho comprador joven. «Los menores de cuarenta años que adquieren ese arte se han duplicado en el último año».

Hong Kong y China

Algunos de estos datos se reflejan en el informe de Artprice de 2020-21, que cifra la pujanza de China, Hong Kong y Taiwán, que registraron un 40% de la facturación mundial de arte contemporáneo, por delante de Estados Unidos (32%) y Reino Unido (16%). En concreto, Hong Kong registró un aumento de la facturación del 277%, superando a Londres como segundo centro de compra y venta, y sumando —junto a Nueva York, todavía a la cabeza—, el 60% de la facturación mundial. Pekín no se queda atrás, con una subida del 161%, si bien el importe es inferior.

A nivel global, el período que va del 1 de julio de 2020 al 30 de junio de 2021 fue el mejor año —tanto en lotes vendidos (102,000 obras) como en facturación (2,700 millones, un 117% más que en 2019-20)— de la historia de las subastas de arte contemporáneo, que comprende a los artistas nacidos después de 1945, un 23% de todo el mercado. En cuanto a las casas de subastas, Christie’s (32%), Sotheby’s (26%) y Phillips (10%) representaron dos tercios de la facturación mundial, según el informe de Artprice. Y, entre los nombres propios, Banksy, Amy Sherald, Amoako Boafo y Beeple, un desconocido en las pujas tradicionales hasta que alguien pagó 69 millones por Everydays – The First 5000 Days, cuyo precio de salida fue de 100 dólares.

«Hay mucha liquidez en el mundo y la pandemia ha sido un factor psicológico, pues los coleccionistas quieren volver a la normalidad y tienen muchas ganas de adquirir arte. Después de meses complicados en los que no pudieron hacerlo, se han lanzado ante una oportunidad así», explica Aurora Zubillaga respecto a la subasta de los tesoros de Macklowe en Sotheby’s de Nueva York.

«No hay un efecto burbuja, sino una reacción del mercado para adquirir lo mejor, porque en los próximos cincuenta años no saldrá una colección comparable», presume la responsable de la casa en Madrid. Frida Kahlo, Pollock, Rothko, Warhol, Giacometti o Cy Twombly, pero también otras «maravillas» del impresionismo y el arte contemporáneo, recuerda Zubillaga, quien insiste en que el aumento de las cotizaciones responde a varias causas, si bien la principal es que la colección Macklowe es «única», de «categoría museística» y representa «lo mejor de cada artista».

Pone como ejemplo la escultura de Giacometti (Le nez, 78,4 millones): «Hay esa y nunca más, porque en cuanto entra en una colección particular ya no se puede adquirir». También a Frida Kahlo (Diego y yo, 34,9 millones): «Un cuadro único; lo compras ahora o luego ya no será posible».

Ese es otro atractivo para los coleccionistas, su escasez, sobre todo si el artista ha fallecido. Pensemos en Basquiat y su In This Case, que en 2002 fue valorado en un millón de dólares y ahora vendido por 93. O en el caso de la pintora mexicana, cuyos cuadros son considerados patrimonio nacional y no se pueden vender en el exterior, lo que hace que haya muy pocos al alcance de los coleccionistas.

«Su autorretrato es una obra maestra», afirma Kristian Leahy Brajnovic, quien destaca los récords alcanzados por algunas mujeres artistas, tras «la dejadez que ha habido hasta hace pocos años por el arte femenino». Así, valora Mujeres de la abstracción, en el Guggenheim de Bilbao, como «una exposición maravillosa de mujeres que reinterpreta el arte contemporáneo abstracto gracias a las pioneras del género, como Georgiana Houghton, autora de la primera acuarela abstracta de la historia, antes que Kandinsky».

El director de arte contemporáneo en la casa de subastas Fernando Durán cree que ahora muchas de ellas ocupan el espacio que se merecen: «Siempre fueron buenísimas, pero debido a que los hombres dominaban la historia del arte estuvieron en un segundo lugar hasta ahora».

Tendencias en las compras

Jóvenes compradores y una mayor presencia asiática, aunque también un aumento desatado de las ventas online, que precisamente han rejuvenecido la edad de los coleccionistas, muchos de ellos nuevos. Aurora Zubillaga, directora de Sotheby’s en Madrid, reconoce que han aumentado «muchísimo» y cifra en un 50% el aumento de la actividad antes de la subasta de Macklowe, todavía mayor en los artículos de lujo: joyas, bolsos o unas zapatillas Nike de Michael Jordan vendidas por casi 1.5 millones de dólares.

Una tendencia a la que habría que sumar las subastas globales, como la de Sotheby’s en Londres, Hong Kong y Nueva York, con obras de Francis Bacon o Jean-Michel Basquiat; o como la de Christie’s en Hong Kong, París, Londres y Nueva York, con obras de Picasso o Roy Lichtenstein.

Y, claro, la pujanza de Asia, como explica María García Yelo, delegada de Christie’s en España: «Hemos visto, en los primeros seis meses del año, una participación récord de los compradores asiáticos, que contribuyeron con el 39% del valor de las ventas de subastas de Christie’s en todo el mundo.

Pero los nuevos compradores que hemos tenido hasta la fecha proceden en primer lugar de EMEA (39%), en segundo lugar de América (33%) y en tercer lugar de APAC (29%)». Respecto a las ventas en subasta, sin incluir el comercio electrónico ni las ventas privadas, en los seis primeros meses de este año García Yelo ofrece estas cifras: EMEA (Reino Unido + Ginebra + Francia), 848 millones de dólares; América, 1,100 millones; y Asia-Pacífico (Hong Kong), 496.6 millones».

Kristian Leahy Brajnovic cree que varios factores, incluido el ahorro durante la pandemia, han animado a comprar. La adquisición y reforma de viviendas, añade, han fomentado las ventas de arte, antigüedades y muebles decorativos en Fernando Durán, algo que considera muy positivo para el arte español, aunque matiza la impresión que han causado las cifras en Londres o Nueva York.

«Un Rothko en Sotheby’s casi bate el récord, pero no lo ha superado, por lo que indica su moderación, igual que sucedió con el Basquiat. Los coleccionistas no se han vuelto locos y no veo ningún peligro al respecto», concluye el doctor en doctor en Historia del Arte.

Sin embargo, Femme assise près d’une fenêtre (Marie-Thérèse), un retrato de la amante de Picasso, salió con un precio inicial de 55 millones en una subasta celebrada en mayo en Christie’s de Nueva York. En diecinueve minutos de puja entre dos compradores que comunicaban sus ofertas por teléfono a través de representantes, alcanzó los 103.4 millones. La obra que más sorprendió, no obstante, fue Toweling Off, del estadounidense Wayne Thiebaud. Rozó los 8.5 millones de dólares, cuadruplicando los 1.8 millones de precio máximo que habían estimado los expertos de Christie’s.

¿Burbuja y especulación?

«Cuando hay una burbuja, se vende todo, tanto los cuadros caros como los baratos. Y no es el caso, por lo que mi intuición me dice que no estamos ante otra. Es más, las galerías más locales, sin mercado internacional, están sufriendo mucho», asegura el consultor cultural Llucià Homs, quien ve al mercado «robusto» tras el «descalabro» durante la pandemia.

Lo confirman las citadas subastas de guante blanco, donde se vendieron todos los lotes, porque los inversores consideraron que eran un negocio sólido, explica este analista del mercado del arte. Ahora bien, le quita importancia a los precios alcanzados en las pujas de noviembre, porque las casas de subasta se guardan para otoño —y también para primavera— las mejores piezas. Algo determinado, a su juicio, por un mercado estacional, no porque de repente el mercado se haya inflado.

¿Y hay especulación? «Siempre la ha habido, pero también en otros sectores. La especulación es intrínseca al mercado, no solo al del arte», zanja Homs, quien cree que cada vez es más transparente y que «todo influye» en las cotizaciones. Desde la evolución de la economía hasta el aumento de la tasa de ahorro, pasando por el valor refugio o la pujanza de Asia, «un mercado en alza de compradores y de artistas, quienes se han revalorizado y ya venden en todo el mundo». No solo depende, añade, de que la economía vaya bien.

Las grandes obras, concluye Llucià Homs, determinan quiénes son los artistas más valorados en las subastas: «Muchos aumentan su cotización, como Basquiat, pero en cambio Julian Schnabel ha bajado. Por desgracia, las noticias se limitan a hablar de los precios altos: que si un Calder cuesta tanto, que si un Kahlo bate un récord… Sin embargo, habría que ver las piezas que han bajado desde los años noventa, porque el mercado evoluciona con el tiempo y hay artistas que suben mientras otros bajan. Es un sector muy cruel».