Latinoamérica: Nuestro 11-S
El 11 de septiembre de Chile, con el ejemplo de Salvador Allende en la memoria, ocupa hoy menos espacio en la gran prensa internacional que el de las Torres Gemelas de Nueva York, pese a que marcó con fuego a varias generaciones latinoamericanas.
Esos medios resaltan, más bien, el ataque terrorista en Manhattan en 2001, que de hecho causó el asombro mundial y al menos tres mil víctimas fatales, y en cambio minimizan el golpe de Augusto Pinochet en el país sudamericano en 1973, con decenas de miles de víctimas y un régimen represivo que duró 17 años.
Recuerdo, como si fuera hoy, los casi mil días cubriendo para Prensa Latina el rico proceso chileno de entonces, sus avances y retrocesos, las casi diarias marchas callejeras, las huelgas empresariales y los primeros actos terroristas que anunciaban el cuartelazo del 11-S.
Entre las principales afectaciones impuestas por las fuerzas desestabilizadoras, dirigidas por Estados Unidos, destacaban el transporte, el comercio, la alimentación y la energía eléctrica.
En la mañana del día 11, los corresponsales de Prensa Latina, encabezados por el periodista Jorge Timossi, escuchamos las últimas palabras de Allende y presenciamos el bombardeo del palacio de La Moneda, en medio de varios tiroteos.
Recibimos y transmitimos informes de la represión contra los puntos de resistencia popular en Santiago y el interior y supimos de amigos y conocidos detenidos, asesinados y desparecidos.
Tras el corte de las comunicaciones internacionales, sufrimos un prolongado allanamiento y fuimos testigos de la saña con que los militares destruyeron la vecina oficina de la revista Punto Final. Y, por último, el cerco y acoso castrense de los golpistas a la embajada de Cuba.
Tras 17 años de dictadura militar y tres décadas de gobiernos civiles atados en esencia al esquema económico neoliberal y a la Constitución del régimen de Pinochet, los chilenos asumieron el reto de protagonizar cambios en profundidad.
En las masivas protestas populares de 2019, que el actual gobierno reprimió con fuerza, los manifestantes enarbolaban el rostro de Allende junto a la bandera chilena.
Luego, hubo movilizaciones que culminaron con el triunfo plebiscitario para reemplazar la antigua Carta Magna mediante una Asamblea Constituyente, todas importantes conquistas alcanzadas con dificultad, paso a paso, y con la gran prensa en contra.
En noviembre próximo se realizarán definitorias elecciones generales, que pese a maniobras de las fuerzas conservadoras del país, servirán para aclarar el futuro político chileno, en un contexto regional de creciente presencia de gobiernos progresistas.
En este aniversario 48 del 11-S chileno y latinoamericano -y del vigésimo del derrumbe de las Torres Gemelas- crece más aún, pese a la insuficiente difusión, la vigencia del ejemplo de Allende.