¿Cómo el pueblo boliviano logró volver a la democracia?
Estados Unidos estaba interesado en una de las reservas más grandes del planeta de litio, que poseía Bolivia, de unos 21 millones de toneladas certificadas.
Estaba preocupado por el anuncio de Evo Morales al comienzo de 2019 sobre la pronta firma de un acuerdo entre China y Bolivia (Xinjiang TBEA Group Baocheng) para la extracción de este mineral y la producción de baterías y otros productos utilizando litio y dejando el 51% de las acciones para la nación suramericana y el 49% para el país asiático.
La inversión inicial era de 2, 300 millones de dólares. Washington no podía permitir que China lo adelantase en este negocio, e instigó un golpe de Estado presionando a los militares bolivianos.
Los golpes de Estado no son nada nuevo en América Latina. Siempre han sido sangrientos y los gobiernos instalados de esta manera permanecían en el poder durante muchos años. Por eso el rápido final del Gobierno de facto, encabezado por Jeannine Áñez, que duró apenas 11 meses, sorprendió a todos los analistas del mundo.
Para tratar de descifrar el fracaso rápido de la derecha boliviana, que llegó al poder por medio de un golpe de Estado, auspiciado por Washington, habría que recalcar que la élite boliviana apenas obtuvo el poder que se olvidó enseguida de su consigna de «recuperar la democracia de la dictadura masista».
En vez de la tal democracia los golpistas impusieron una dictadura real en pro de las clases medias urbanas tradicionales, burguesas y de las élites económicas ‘blancas’ excluyendo a los indígenas rurales y las clases populares urbanas que son la inmensa mayoría.
Además, la mayoría de los ciudadanos bolivianos no estaba lista para aceptar el retroceso drástico en todas las conquistas populares alcanzadas durante casi 14 años bajo el liderazgo de Evo Morales.
En solo 11 meses el Gobierno de facto destruyó los adelantos económicos y eliminó los programas sociales del Gobierno del MAS y dejó la economía, según el nuevo presidente de Bolivia, Luis Arce, «con cifras que no se veían ni en una de las peores crisis en la década de los ochenta del siglo pasado. Han aumentado el desempleo, la pobreza y las desigualdades».
Todo lo relacionado con el concepto de un Estado plurinacional fue rechazado por el Gobierno de facto, calificando Jeanine Áñez a los masistas de «indios y bestias salvajes».
No hay que olvidar que el primer anuncio de Jeanine Áñez al entrar al Palacio Quemado fue: «Gracias a Dios, ha permitido que la Biblia vuelva a entrar al palacio presidencial. Que él nos bendiga y nos ilumine».
Precisamente usando esta iluminación y bendición el Gobierno firmó el Decreto Supremo 4078 bajo el cual las fuerzas militares y policiales desataron una masacre de bolivianos en noviembre de 2019 que protestaban contra este Gobierno ilegítimo en Sencata (El Alto), Sacaba (Cochabamba) y Yapacani (Santa Cruz) segando la vida de 37 personas y dejando heridos.
Desde aquel trágico noviembre, el Gobierno adoptó una política de violación sistemática de los derechos humanos de su pueblo y la persecución judicial de sus opositores políticos acusándolos sin ninguna prueba de actividades terroristas.
Al día siguiente de la partida de Evo Morales al exilio en México, el 12 de noviembre de 2019, el Gobierno de facto, según la publicación Global Research, saqueó el Banco Central su oro y grandes cantidades de dólares y, se supone, los envió a EEUU para comprar armas para reprimir a su pueblo.
Los golpistas esperaban ayuda inmediata norteamericana tanto financiera como moral y técnica, pero sus deseos no se cumplieron porque EEUU estaba enfrascado en su lucha electoral. Simplemente Washington no tenía tiempo para prestar una atención detallada a Bolivia.
De esta forma el Gobierno de facto se quedó desprotegido y prácticamente abandonado por los grandes y poderosos de este planeta
Esperaban privatizar todo lo que pudieran y entregar los recursos naturales, pero en las condiciones de una severa crisis económica mundial no pudieron hacerlo. Lo único que les quedaba era robar el dinero público y aprovecharse de la pandemia para hacer un negocio redondo con respiradores y con todos los utensilios médicos que se necesitaban para combatir el COVID-19 que estaba azotando al país. Actualmente hay 43 procesos judiciales por robo del dinero relacionado con la salud de la población.
Áñez y su Gobierno no supieron gestionar el Estado, no tenían un plan de Gobierno y la única idea que los iluminaba era imponer el neoliberalismo en Bolivia sin saber claramente cómo hacerlo.
Así el país entró en una crisis interna caracterizada por el desgobierno. En nueve meses de administración de la presidenta interina se registraron 13 cambios de ministros por renuncia, destitución y sustitución de estas autoridades.
Después de los primeros tres meses de gestión de los golpistas, se inició una destrucción económica del país, sumergido en una severa crisis económica agravada por la Covid-19.
El PIB, que en 2019 alcanzó los 40.000 millones de dólares, cayó un 11% tras 11 meses de Gobierno de facto. La deuda externa aumentó en 1.500 millones de dólares y las reservas internacionales bajaron de 8.900 millones a 6.800 millones de dólares.
La informalidad está rondando el 80% de la Población Económicamente Activa (PEA) y el desempleo aumentó del 4% al 30%. Ello se tradujo en dos millones de nuevos pobres, y la clase media tanto tradicional como nueva entró en una etapa de empobrecimiento.
Todo esto provocó el renacimiento de la lucha popular que se había replegado durante los primeros meses del golpe y la represión. Finalmente se logró tomar las calles y obligar al Gobierno de facto a convocar elecciones para el 18 de octubre pasado.
El candidato del Movimiento Al Socialismo (MAS) renovado, el economista Luis Arce, y su compañero de fórmula David Choquehuanca ganaron la Presidencia y vicepresidencia de Bolivia con el 55,1% de los votos.
Ahora les toca reconstruir un país saqueado. En su discurso de inauguración del nuevo Gobierno, Luis Arce, quien fue el autor y el ejecutor del programa económico de desarrollo de Bolivia en el Gobierno de Evo Morales desde 2006, declaró que «venceremos a la pandemia y a la crisis económica, como lo hicimos antes (…) Gobernaremos con responsabilidad e inclusión (…) Nos comprometemos a rectificar lo que estuvo mal y profundizar lo que estuvo bien».
Así se cumplió en Bolivia el mensaje de la canción de Piero: Para el pueblo lo que es del pueblo, porque el pueblo se lo ganó.