«Puro fuego y pasión»: ¿Hay una colonización de la erótica de las mujeres en América Latina?
Las mujeres indígenas americanas, que representan para los pueblos originarios la garantía de que sus culturas trasciendan su tiempo, han sido relegadas por la visión histórica europea occidental que las ha marginado y sexualizado por su género y origen étnico.
A propósito de este 12 de octubre –cuando se cumplen 531 años desde que el navegante Cristóbal Colón arribara al actual territorio americano– RT entrevistó a la filósofa e historiadora venezolana Carmen Bohórquez para hablar de su libro ‘La mujer indígena y la colonización de la erótica en América Latina’, presentado en la edición anterior de la Feria Internacional del Libro de Venezuela (FILVEN).
El significado atribuido a esa fecha es controversial medio milenio después de la llegada de los españoles a la actual América. Mientras en varios países de la región se considera como el inicio de un periodo histórico que diezmó su población, arrasó sus valores y creencias y que sometió a los habitantes originarios a una infinidad de vejámenes; desde España se habla del Día la Hispanidad, una fecha que celebra el «período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos».
Mestizaje e incitación
La también maestra de Filosofía por la Universidad de Michigan, en EE.UU., expone en su libro, publicado en 2022, dos de las tesis sobre las mujeres originarias de América que son manejadas por Occidente, que se relacionan entre sí.
Una de ellas –la erótica– le atribuye a las indígenas una «disposición incitadora» y voluntaria para el «abrazo amoroso con el conquistador».
España construye una ‘leyenda dorada’, que todavía persiste, donde las mujeres indígenas eran «puro fuego» y los hombres originarios eran «indiferentes con el sexo».
La otra, que califica como metafísica, se refiere a que el mestizaje –producto de la supuesta oferta sexual de las indígenas– dio pie a la «construcción de una nueva cultura», lo que se considera como el fundamento del ser latinoamericano actual.
Para la doctora en Historia por la Universidad de La Sorbona, en Francia, esta visión europea tiene como propósito el de «exculpar» al conquistador de los «actos de violación individual o colectiva perpetrados contra la mujer indígena» y de la «violencia sexual» cometida.
Bohóquez es coeditora, junto a Enrique Dussel y Eduardo Mendieta de ‘El pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y latino (1300-2000). Historias, corrientes, temas y filósofos’. En la actualidad es investigadora del Centro Nacional de Estudios Históricos y del Centro de Estudios Simón Bolívar.
RT: ¿Qué la motivó a investigar el tema de la colonización erótica?
C.B.: Este tema tiene un antecedente con respecto a la conciencia que uno va adquiriendo sobre lo que le enseñan en la escuela, sobre el «descubrimiento». Mi formación fue en filosofía, específicamente en filosofía de la liberación, y allí se nos planteaba la pregunta de qué éramos los americanos.
No podíamos entender esa versión de que España nos dio una lengua, una cultura, una religión y de que aquí no existía absolutamente nada. Cuando te haces adulto, entras a la universidad y comienzas a leer, te das cuenta de que había culturas altísimamente desarrolladas como los mayas, los aztecas y los incas.
Cuando empiezas a estudiar los relatos históricos conoces que hubo una conquista, una masacre, una violación en masa de las mujeres indígenas, además de la muerte de los aborígenes.
Los colonizadores, cuyo papel quedó fortalecido en América, llegaron con una mentalidad impuesta por la mitología cristiana donde el hombre tiene todos los derechos y la mujer siempre es la fuente del mal, basada en el mito de Adán y Eva.
Habla del intento de resucitar la ‘leyenda dorada’ por parte de la derecha actual. ¿Por qué?
C.B.: España construye una ‘leyenda dorada’, que todavía persiste, donde las mujeres indígenas eran «puro fuego», «pura pasión», «lascivia» y los hombres originarios eran «indiferentes con el sexo». Como los varones no satisfacían ese «ardor», los conquistadores no tuvieron más remedio que «sacrificarse».
El hombre indígena va a transformarse en mano de obra para los conquistadores. Además, en los libros de crónicas están los relatos sobre Hernán Cortés y Francisco de Pizarro que mandaron a aperrearlos, acusados de sodomía, para evitar que se rebelaran. Esto fue parte de una derrota sexual, religiosa y cultural. Pero esto hay que rebuscarlo, no se ve a la primera vista. Por ello hay que preguntarse: ¿Y estos cronistas que relatan estos hechos de esa manera, qué pensaban de las mujeres?
Los propios cronistas son víctimas de los esquemas mentales europeos. Piensan que Dios creó el mundo; que Adán y Eva son la primera pareja; que después viene el diluvio y que los hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet (que representan a Asia, África y Europa) volvieron a generar la humanidad.
Cambiaron hasta las relaciones más íntimas entre dos personas. Es decir, también colonizaron las relaciones amorosas, las de los padres con sus hijos, el patrón familiar.
Al preguntarse por quienes habitan las nuevas tierras concluyen que fueron creados por Satanás y esa es la excusa para exterminarlos. Y como necesitan que algunos sobrevivan, porque son sus proveedores, los presentan como seres de menor valor, sin alma, que apenas eran algo más que monos.
RT: También se refiere en su libro a La Malinche. ¿Cuál es su opinión?
C.B.: La imagen que los conquistadores van a difundir y considerar positiva es La Malinche o Doña Marina. Esta mujer indígena descubre que el conquistador es un hombre superior y que esa civilización le conviene a su pueblo. Por ello, se presta para ayudarlo a traducir su mensaje para los indígenas y le explica las cosas que sus compañeros le dicen.
Es decir, solo cuando una indígena asume ese rol de colaboracionista con el enemigo, que te ha destrozado la vida, solo esa mujer es la que necesita ser salvada.
Todo eso me nutrió para escribir este libro y para llegar a la conclusión de que cuando en nuestras tierras se dan cuenta de lo que está ocurriendo hay una reacción de rebeldía de muchos indígenas. Por esto, los conquistadores decidieron que había que cambiar absolutamente todo el modo de vida de sus habitantes.
Ellos no entendían ese modo de vida. No entendían que se viviera en comunidad, que se compartiera todo, por eso imponen el suyo y la tesis de que la mujer es la fuente del mal porque es la que tienta a los hombres. Por lo tanto, la población originaria tiene que cambiar incluso la forma de relacionarse amorosamente. Por eso hablo de la colonización de la erótica.
RT: Dice que la colonización no fue solo cultural sino erótica. ¿Por qué?
C.B.: Cambiaron hasta las relaciones más íntimas entre dos personas. Es decir, también colonizaron las relaciones amorosas, las de los padres con sus hijos, el patrón familiar, los mitos fundacionales. Y además destruyeron las fuentes que explicaban cómo había surgido esa manera de relacionarse, porque destruyeron casi todos los manuscritos, los códices. Así resulta colonizado todo nuestro ser, nuestro sentimiento y nuestro pensamiento.
RT: ¿Por eso se refiere al ‘falo conquistador’?
C.B.: Los conquistadores se dan cuenta de que, como no llegaron al paraíso terrenal, podían irse sobre las mujeres y poseerlas porque no tenían ninguna relación con alguna divinidad y eran consideradas objetos sexuales. De ahí apareció lo que Enrique Dussel llama ‘el falo conquistador’, que causó la ruptura de la pareja indígena y la redefinición de la feminidad originaria como al servicio del varón español.
RT: Afirma que la imagen de la indígena era de un «ser abyecto y demonizado». ¿Qué ha cambiado?
C.B.: La mujer tenida como un ser algo inferior al hombre sigue vigente. No solamente aquí, en Europa es igual. Ese machismo surge en Europa. Es decir, en América había más matriarcados que patriarcados, pero la llegada de los españoles va a desbaratar todo eso y va a poner al hombre como el ser principal. Una cosa que influyó muchísimo en afirmar el machismo y la percepción de la mujer como inferior fue la Iglesia católica, que es muy culpable.
Hoy en día hay movimientos feministas, pero siento que algunos se quedaron en la clase media, que no miraron por las mujeres más pobres, además hay movimientos LGBTIQ. ¿Pero eso ha cambiado la situación de la visión de la mujer como tal? No, porque les están otorgando a estas asociaciones de diversidades sexuales derechos que la mujer todavía no ha logrado conquistar, a pesar de los miles de años transcurridos.
Tenemos que descolonizar todas esas visiones que han acorralado a las mujeres a un lugar de menor valía.
RT: Afirma que el machismo no es propio de América. ¿Por qué?
C.B.: El machismo lo trajeron los colonizadores. Aquí no había. Lo que he podido leer, de lo que quedó, por ejemplo, en los textos que recuperó Miguel León Portilla, en los poemas de amor de los aztecas, es un trato de igual a igual entre hombre y mujer.
Y si bien la mujer quedaba en su poblado cocinando y el hombre se iba a cazar, eso ocurría porque era más fuerte físicamente. Hay una razón biológica. También hay mujeres cazadoras. Pero de eso no se trata el machismo.
El machismo es considerar que la mujer es inferior al hombre en todos los órdenes. Se ve actualmente incluso en los cargos políticos. En una universidad, en la propia Venezuela, 60 o 70 % de los estudiantes son mujeres. Pero luego, cuando se ve el porcentaje en los cargos públicos, es al revés, y 70 % los ocupan hombres. Si somos más las mujeres las que nos graduamos, ¿por qué se tiende a privilegiar a los hombres?
Se ve en las empresas aquí, en EE.UU. o donde sea, con los presidentes de los países. Que una mujer sea presidenta es considerado una proeza sin igual. Es decir, el machismo sigue sembrado, independientemente del nivel educativo de las personas. Son 2.000 años de tradición. También eso hay que entenderlo, que no va a cambiarse en 50 años. Y en esto influye también el capitalismo, el poseer dinero como una marca de estatus y de superioridad.
Creo que tendrán que pasar como 100 o 200 años más de lucha por los derechos de la mujer, que además no pueden ser vistos desde una óptica capitalista. Porque si una mujer piensa que tener dinero la hace superior, va a reproducir ese mismo esquema de pensamiento.
Tenemos que descolonizar la visión del conquistador, del capitalismo. Tenemos que descolonizar todas esas visiones que han acorralado a las mujeres a un lugar de menor valía.
RT: A pesar de que no estamos en la época colonial, ¿no son las mujeres aún continuamente cuestionadas?
C.B.: Sí, siempre lo estamos. Pienso que quienes queremos a esta tierra como propia, los que no nos tragamos el cuento de que somos «subdesarrollados», y que lo que se produce en las naciones «desarrolladas» es mejor que aquí, debemos hacer un mayor esfuerzo por buscar información sobre esas sociedades originarias.
Hay códices que todavía no han sido traducidos. Incluso el lenguaje maya lo descifró el lingüista ruso Yuri Knórozov, no lo hizo nadie de América, ni de España. Hay todavía muchísimo que aprender. Hay que buscar en esos mitos originarios, en los poemas, que es lo único que se salvó. Si hubiésemos tenido mayor acceso a esa información, pienso que la historia hubiera sido algo diferente.
RT: Su visión sobre el mestizaje, planteado como «encuentro de dos culturas» es crítica. ¿Por qué?
C.B.: Los que defienden la ‘leyenda dorada’ tratan de presentarla como un justificativo más para la colonización de América. Dicen que nos dieron una lengua, una cultura, una religión y nos mestizaron. Entonces, ¿los que habitaban aquí eran mudos? Todos hablaban una lengua. No tenían por qué imponernos la suya. ¿Por qué no aprendieron ellos la lengua indígena?, ¿por qué tenemos que estar agradecidos de que nos enseñaran castellano? Aquí podíamos hablar todos guaraní. ¿Por qué no? Lo usaron en los primeros lenguajes informáticos.
Luego imponen una religión, ¿por qué?, ¿es que aquí no tenían relación con lo trascendente? Entonces, ¿quiénes era los dioses mayas Tepeu y Gucumatz? Si se tenían dioses, de alguna manera se creía en algún ser superior.
Entonces todavía el partido de Vox de España dice que hicieron una «labor civilizadora» en América y no una labor destructora, un genocidio.
Los conquistadores «nos civilizaron», nos «salvaron» de ser «negros africanos» o «indios salvajes». Ellos lo creen así. ¿Cómo trató el rey Juan Carlos a Chávez aquella vez que le dijo: «¿Por qué no te callas?». Él, el rey de España, mandó a callar a ese zambo. ¿Cómo se atrevió a hablarle de igual a igual? Eso está muy sembrado. Son muchos siglos de adoctrinamiento. En la colonia pedían limpieza de sangre para autorizar el ingreso a una escuela primaria. Entonces, esto es muy difícil de erradicar y hay que seguir estudiando. Este libro es pequeño pero ahí hay una bibliografía bastante amplia, porque es necesario que ese tema se siga investigando. No nos podemos quedar allí, hay que seguir y seguir investigando.