Las pioneras de América Latina

28-11-2021
Mujeres
Caras y Caretas, Argentina
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Con el cambio de siglo, el dinamismo del modelo económico trajo complejidad social y surgieron nuevas demandas sociales en América latina. Entre ellas, las de la denominada primera ola de feminismo, un movimiento urbano liderado por mujeres de las incipientes clases medias. En general, eran mujeres profesionales (principalmente médicas).

En la década de 1920, el contexto internacional contribuyó a consolidar las luchas de las mujeres. En primer lugar, la crisis del liberalismo, a partir de la cual se abrazaron otras ideologías: nacionalismo, socialismo, comunismo. También, la creación de una red de instituciones que contribuyó a que los movimientos feministas de diferentes países entraran en contacto y se potenciaran.

En el plano regional, la conmemoración del centenario de las independencias fue una oportunidad aprovechada para poner sobre el tapete los derechos de las mujeres. En tres países, además, el feminismo de la “primera ola” tuvo una fuerte contribución por parte de la inmigración: la Argentina, Brasil y Uruguay.

En la Argentina, Julieta Lanteri tuvo una labor pionera. Inmigrante, de origen italiano, fue una de las primeras médicas graduadas en el país. En 1911, solicitó su inscripción en las elecciones municipales de Buenos Aires. La historia es bien conocida. Su solicitud fue aceptada y votó en la localidad de La Boca.

Poco después, se sancionó una ordenanza que especificaba que los registros electorales se basaban en el registro del servicio militar, y por tanto excluían a las mujeres. Entonces Lanteri solicitó ser alistada en las fuerzas militares, pero su demanda fue rechazada.

En 1906 se realizó en Buenos Aires el Primer Congreso Nacional de Librepensadores (XIII Internacional). La influencia española sobre este evento está documentada. En 1908 se realizó el Segundo Congreso Nacional de Librepensadores (en Córdoba).

En 1910, en el marco de la conmemoración de la Independencia, se realizó un Congreso Feminista en Buenos Aires (de hecho, fueron dos congresos, porque el movimiento feminista se escindió en esa oportunidad en una vertiente más radical y otra más conservadora). Lanteri participó de la escena política feminista de estos años. En 1910, a los 27 años, cuando contrajo matrimonio, ya contaba con un recorrido más o menos pavimentado en la lucha por el voto.

En 1919, Lanteri se postuló para ocupar un escaño en la Cámara de Diputados. Afirmó que la Constitución Nacional utilizaba la designación genérica de ciudadano sin excluir a las personas de sexo femenino, exigiendo nada más que condiciones de residencia, edad y honorabilidad.

La ley no citaba a las mujeres en ninguna de sus excepciones. La Junta Electoral aceptó su reclamo y Lanteri se convirtió en la primera candidata en la Argentina. Obtuvo 1.730 votos de un total de 154.302. Todos eran votos masculinos porque las mujeres no tenían derechos políticos y por lo tanto no votaban. Sin embargo, el resultado no fue reconocido como legal.

LA MOVIDA A NIVEL REGIONAL

Las trayectorias pioneras de mujeres como Lanteri aparecen también en otros países de América latina. En Brasil, la acción colectiva de las mujeres fue impulsada por un proceso político único: el cambio de forma de gobierno, con la proclamación de la República en 1889, que trajo cambios en la legislación electoral, pero las mujeres quedaron excluidas. La figura más destacada de la primera ola de feminismo en este país fue Bertha Lutz. Esta mujer era hija de inmigrantes europeos. Tuvo contactos con el primer feminismo inglés y estudió Biología en la Sorbona, en Francia.

En 1919 creó la Federação Brasileira Progresso Feminino (FBPF) y en 1922 representó a Brasil en la Primera Conferencia Panamericana de Mujeres en Baltimore, a partir de la cual se creó la Asociación Panamericana para el Adelanto de la Mujer. La presidenta y la vicepresidenta de esa asociación fueron, respectivamente, la líder histórica del feminismo estadounidense, Carrie Chapman Catt, y esta feminista brasileña.

El voto de la mujer fue reivindicado en el Primer Congreso Internacional de Mujeres promovido por la FBPF en Río de Janeiro en 1922. Y como en la Argentina, ocurrió en el contexto de la conmemoración del centenario de la independencia de Brasil. En Uruguay, la lucha por el voto también fue liderada por una mujer profesional (médica, igual que Lanteri en la Argentina). Paulina Luisi fue la primera médica de Uruguay, hija de una destacada figura de la masonería, y con estudios en Europa. Fundó el Consejo Nacional de Mujeres en su país y tuvo un papel destacado a nivel internacional.

Una seguidilla de golpes de Estado puso fin a estas experiencias feministas en América latina. Como sabemos, fue recién en la segunda mitad del siglo XX que en casi todos los países de la región se sancionó el voto femenino. Las condiciones sociohistóricas globales y nacionales para entonces eran otras.

¿Qué nos dice el registro civil de las mujeres acerca de las luchas del feminismo? Es interesante observar cómo se entrelazan la condición jurídica civil con las luchas por los derechos políticos en América latina. Bertha Lutz y Paulina Luisi nunca contrajeron matrimonio. Eran solteras y, a los ojos de la sociedad pacata de su época, tal vez también “solteronas”. Lanteri era ciudadana italiana y para acceder al voto debía nacionalizarse. Nació en 1873 y en 1910 contrajo matrimonio. Tenía 27 años.

Se casó con Alberto Rensaw, un hombre del que se sabe poco pero varios registros históricos consignan que era trece años más joven que ella. Lanteri y Rensaw se separaron al poco tiempo (menos de un año). Durante el breve lapso que estuvieron casados, y puesto que las mujeres al contraer matrimonio quedaban subordinadas a la potestad del marido, Rensaw autorizó la nacionalización de su esposa. En 1911, entonces, Lanteri pudo pedir la inscripción en el padrón electoral.

Todas estas circunstancias eran bastante inusuales para la época: la soltería en Lutz y Luisi, la edad de los cónyuges en el caso de Lanteri, la duración de su matrimonio y la separación. No es posible ni conviene enunciar reglas históricas universales. Pero aun así es interesante observar la condición jurídica civil de estas mujeres y dar algún peso a la circunstancia de la autonomía de la que gozaban por no ser mujeres casadas o, como en el caso de Lanteri, hacer del matrimonio una estrategia para el ejercicio de la autonomía.