Las mujeres tambor para el mundo
Tocar el tambor por una mujer es marcar un hito importante al romper paradigmas en la cultura latinoamericana y del mundo; es una revolución que coadyuva a la exaltación del ser mujer con todo lo que se les atraviesa.
El tambor…
Sonido que evoca al útero y al corazón,
Latido que evoca a la madre,
Él… el protector del pueblo,
el abuelo mayor,
Y más que un instrumento,
es el que une a las tribus,
a las familias, a las mujeres, a los niños.
Es la sabiduría que suena y resuena,
de la historia hasta hoy.
Pero hoy, ellas ya no lo tienen prohibido,
Ellas, hoy lo tocan y reverdecen…
Para nadie es un secreto que, históricamente, el tambor ha sido un instrumento ejecutado por la figura masculina, por motivos religiosos, culturales, en otras palabras, por lógicas patriarcales.
Con la llegada del feminismo, toda la reivindicación de la mujer en muchos aspectos de la vida, que también ha conllevado al empoderamiento, el tambor ahora tiene aroma no sólo a cuero, sino también de mujer y en muchos lugares del mundo.
Caminando hacia la historia del tambor
África es considerada el origen del tambor y de los instrumentos de percusión, aunque algunos etnógrafos cuestionan esta teoría. Sin embargo, en África se encuentra una considerable diversidad de tambores que no existe en otras partes del mundo, además se han hallado pruebas de tambores en Egipto desde el siglo XVI a.n.e.
El dios Bes de los antiguos egipcios, quien se asociaba con el baile, se solía representar tocando el pandero, lo que respalda la teoría del origen africano del tambor. También se encuentran representaciones de personas mayores negras tocando el tambor en escenas funerarias y pinturas del antiguo Egipto, lo que da sentido a lo que muchos historiadores han puesto sobre la mesa, que “el negro aparece en la historia como alguien que baila y toca el tambor”. Actualmente, en África Central se pueden encontrar instrumentos musicales similares a los representados en las tumbas egipcias de la dinastía IV.
De acuerdo con investigaciones, el origen del tambor tuvo lugar en la cultura egipcia y se dispersó por todo el continente africano a través del río Nilo, llegando incluso a regiones como Mesopotamia, Siria, Frigia y el Egeo. El rastro dejado por las caravanas que cruzaban el continente ha permitido comprobar la influencia de la cultura egipcia en África.
Se sostiene que, a lo largo de la historia, desde la antigua África negra hasta el Egipto prehistórico y faraónico, e incluso en los pueblos europeos, se puede observar una conexión cultural a través de los tambores. Sin embargo, es importante destacar que la presencia de instrumentos egipcios en el centro de África no significa necesariamente que la relación entre los antiguos habitantes de Egipto y los africanos negros no haya sido mutua.
Es conocido que los tambores siempre han sido una presencia constante en la guerra entre los negros, tanto para animar a los guerreros como para coordinar sus movimientos. Sin embargo, los tambores también tenían un propósito aún más importante: llamar a los dioses para que vinieran en ayuda de los creyentes.
Cada comunidad negra tenía su propio tambor de guerra, un instrumento sagrado que no se podía tocar en ocasiones profanas. Era considerado un sacrilegio que los dioses negros no toleraban, y solo se permitía escuchar el sonido de estos instrumentos en las festividades de los cabildos negros de nación, donde no se permitían ni mulatos ni blancos.
En los recintos sagrados, los tambores negros eran los únicos que podían permanecer. Para los bailes, los negros tenían que tocar tambores improvisados mediante otros instrumentos que no eran los usuales de sus religiones. Por lo tanto, los tambores batá que se escucharon por primera vez en Cuba en el año 1936 no eran los originales, simplemente eran tambores construidos con pequeñas diferencias estructurales y sin mucha importancia musicalmente. De esta manera, se aseguraba que los dioses no reconocieran esos tambores como los suyos, sino como diferentes, para engañar a los profanos, refiere Martha Barriga en la revista El Artista.
En los países de América del Sur, las tradiciones de origen africano se mantuvieron vivas a través de los tambores, los cuales tuvieron un papel fundamental en celebraciones religiosas y festivas de la comunidad afrodescendiente. Estos tambores, junto con imágenes, amuletos y otros objetos sagrados, eran considerados tan importantes que eran enterrados junto con los miembros de la comunidad al fallecer. De esta manera, los tambores africanos trascendían en el más allá, siendo parte integral de la vida y la muerte de los negros de nación.
En la música indígena de América del Sur, las flautas y los idiófonos eran los instrumentos predominantes, a diferencia de África, donde los tambores y las cuerdas eran más populares. En el momento es que los pueblos indígenas se vincularon con los afroamericanos, no rechazaron las novedades musicales que estos les manifestaron.
Un ejemplo destacado fue la marimba o balafón, aunque también adoptaron algunos de sus tambores en otros casos. Asimismo, incorporaron ideas de los instrumentos musicales negros, como la técnica de sujetar cuero de tambor al borde de la caja y algunas modificaciones en las maracas. No obstante, los tambores de los conquistadores blancos se convirtieron en la preferencia de los indígenas, ya que eran más sencillos y poseían mayor rango. Entre los tambores preferidos se encontraban la tambora, el bombo, la caja, el tamboril y los timbales.
La música del colonizador blanco no permitía la inclusión de tambores negros, pues eran considerados instrumentos propios de los esclavos. Por otro lado, los mulatos, si estaban vinculados socialmente con la comunidad negra tenían posibilidades de participar en sus costumbres y entretenimientos, y bailaban al ritmo de los tambores africanos. Pero cuando se distanciaban de alguna manera de sus antepasados de piel oscura, rechazaban dichos instrumentos, ya que esto les impedía ascender socialmente.
En sociedades con fusiones étnicas complicadas, también se pueden hallar tambores de influencia africana, sin embargo, pero estos han sido modificados y fusionados de formas sincréticas y curiosas.
Por otro lado la influencia de los ritmos africanos es tan irreprimible que a pesar de la imposibilidad de transmitir a los blancos los tambores africanos, por sus debido a su rigidez natural, manías sociales y por supuesto religiosas, estos tambores encuentran una forma de expresión al fusionar sus ritmos con las técnicas de los instrumentos de cuerda y reforzar otros medios de percusión.
Manos de mujeres sobre el tambor
No se tiene un claro origen, hay mucha información oculta sobre las mujeres que comenzaron a tocar el tambor, pero lo que si está en evidencia y en crescendo hoy, es que las manos de mujeres frente al tambor son propuestas reivindicativas de lo ancestral, de la esencia femenina, del apoyo a las causas justas; son propuestas políticas hechas desde el enfoque artístico-cultural y también se han convertido en fiestas que evocan el poder de las mujeres en el mundo, por supuesto, como dadoras y creadoras de vida.
Después de haber hecho un breve y general encuentro con la historia del tambor, que traslada, sin duda, a todo el que lo lea, a la raíz del sufrimiento, del abuso, de la violencia, del desplazamiento, de la esclavitud, de una inmensa e intensa resistencia, del colonialismo… queda puesto sobre la mesa la nueva cara de este instrumento ancestral. Que ahora ya no es tocado sólo por cuestiones religiosas o contexto de esclavos, ahora son las mujeres quienes repican los cueros por el canto de la devoción a la naturaleza y a la naturaleza del ser. Hoy son muchas las que se juntan para hacer colectivo musical y sorprender con ritmos que no precisamente tienen que ver con una composición particular.
Presencia de las mujeres tambor en Latinoamérica
En Argentina:
Tamboreras, Mujeres al Tambor: Llamadas en redes como @tamborerasensamble, se trata de un proyecto argentino que surgió en 2010 con el propósito de fomentar encuentros para que las mujeres puedan experimentar la percusión de manera colectiva y establecer una red de mujeres percusionistas profesionales en Latinoamérica y el resto del mundo.
El objetivo principal de este proyecto es empoderar a las mujeres a través de la música y la percusión. Ha tenido un gran éxito, debido en parte a su enfoque contemporáneo, el cual aborda temas que afectan a todas las mujeres y a la sociedad en general.
Por ejemplo, se ha realizado una labor importante en la visibilización de las mujeres a través de marchas y movimientos como el «ni una menos«, así como en la lucha por los derechos de la mujer. Estas luchas históricas han permitido que muchas mujeres se sientan parte de algo más grande y se sigan fortaleciendo hasta el día de hoy.
La colmena: un grupo compuesto por 17 mujeres que provienen de diferentes orígenes y características, y juntas forman un equipo en el que la toma de decisiones artísticas se realiza de manera rotativa, promoviendo la cooperación en la producción.
La música es considerada como una forma poética de acción colectiva, y se utiliza la voz y el ritmo como elementos fundamentales para crear su sonido. Latinoamérica es su principal territorio de inspiración y encuentro, y a partir de esta influencia proponen una selección de arreglos originales que combinan música tradicional de la región, canciones contemporáneas y composiciones propias. Como mujeres, entran en el escenario cultural con una voz única y en diálogo con los tiempos actuales.
En Colombia:
Tambor Hembra: Un proyecto artístico que engloba diversas acciones simultáneas de gran impacto cultural en áreas como la educación, la investigación, el espectáculo y la gestión. Es una familia dedicada apasionadamente al rescate de las músicas tradicionales de Colombia. Su enfoque se centra en un componente especial: los tambores que son habilidosamente tocados por mujeres.
La Tremenda Revoltosa batucada feminista: Un grupo político activista, acompañado de tambores y trompetas, participa en numerosas manifestaciones en Bogotá para protestar contra lo que consideran injusticia y violación de los derechos de las mujeres. Esta batucada fue ideada por varias personas que estudian en la maestría en Estudios de Género de la Universidad Nacional, con la finalidad de llevar los estudios feministas más allá de las paredes académicas. El impacto de la batucada en las movilizaciones es evidente. Gracias a pegajosas canciones como «No me trates de engañar» de Edgardo Franco, conocido como El General, los transeúntes no pueden ignorar una manifestación que de otra manera pasaría desapercibida.
En Cuba:
Obiní Batá: Es reconocido como el primer grupo de mujeres en Cuba y posiblemente en el mundo, dedicado a la interpretación profesional de los tambores batá. El nombre del grupo, Obiní Batá, proviene del idioma yoruba y se traduce como «Mujeres que tocan los tambores batá«.
Fundado en 1993 y dirigido por Eva Despaigne, este conjunto está compuesto por talentosas instrumentistas que no sólo ejecutan una amplia gama de percusiones, sino que también cantan y bailan en un espectáculo de gran magnitud que se identifica por sus raíces africanas. En cada presentación musical y escénica, Obiní Batá transmite de manera clara una melódica y empoderada esencia femenina.
En Venezuela:
Herencia, Mujer Tambor: Esta agrupación surge de la firme determinación de las mujeres por conectar con su expresión musical afrovenezolana y con el tambor. A través de este poderoso encuentro, ellas logran experimentar la afrovenezolanidad y la liberación que implica resonar en este instrumento.
La participación en Herencia Mujer Tambor, explorando el tambor afrovenezolano, se ha convertido en una constante para muchas mujeres durante varios años. Esto ha permitido no sólo la consolidación de un espacio de formación, sino también de Mujer Tambor como una agrupación que cada vez reconoce más el poder de su herencia ancestral y, por tanto, se empodera cada vez más en la ejecución del instrumento. Este crecimiento las ha llevado a diferentes escenarios y tarimas, donde han logrado conectar con otras mujeres y mostrarles que sí es posible realizar dicha labor.
Obiní Tambor: una agrupación de aproximadamente diez mujeres que reivindican la ancestralidad africana a través del empoderamiento mediante el repicar de tambores, pero que también emplean la difusión de saberes africanos en sus presentaciones. Obini Tambor es una agrupación emergente que cuenta también con la participación de grandes mujeres de la música afrovenezolana como Betsayda Machado y su hermana, Nereida Machado.
En África:
Ingoma Nshya: Es un proyecto surge en Ruanda después de los brutales asesinatos que tuvieron lugar en 1994 entre las etnias hutus y tutsis, resultando en más de un millón de muertes en una población de cerca de 8 millones de habitantes. En medio de tanto sufrimiento, asumir el futuro era una tarea compleja. Tras el genocidio, las mujeres representaban el 70 por ciento de la población y tuvieron que hacer frente a la tarea de reconstruir el país.
Asumir roles específicos asignados al sexo opuesto es un desafío complicado, ya sea por tradición, cultura, religión o diferencias físicas. Hasta antes del genocidio en Ruanda, tocar el tambor era una actividad reservada exclusivamente para los hombres. Esto se debía, en parte a la tradición, y también por el peso del instrumento. Los hombres se encargaban de tocar el tambor mientras que las mujeres bailaban.
En el año 2005, nació Ingoma Nshya con la doble tarea de empoderar a las mujeres y fomentar la reconciliación entre las mujeres hutus y tutsis. «Ingoma» significa «nuevo», «reino» o «poder» y «nshya» hace referencia al tambor. Su fundadora es Odile Gakire Katese, una actriz, directora de teatro, cineasta, poeta y tamborera. Inicialmente, el grupo estaba formado principalmente por estudiantes, sin embargo, les resultaba difícil dedicar suficiente tiempo, por lo que se unieron amas de casa al proyecto.
Tocar el tambor también es entender
que siempre ha sido un instrumento femenino
en su forma y sonido
su estructura evocaba el círculo de la tierra y el útero
el ciclo de las estaciones
la luna y la mujer
la voz del tambor representaba la voz de la tierra,
el latido de la vida en el vientre materno
y el oculto poder de la vida dentro del mundo palpable.
Tocar el tambor implicaba invocar a la madre oscura
a la bruja, la oculta fuente de vida que toda mujer lleva dentro, y el compás marcaba el constante ritmo de la vida, la luna y el ciclo menstrual femenino. Aunque el tambor dejase de sonar, los ritmos de la naturaleza continuaban…
Tocar el tambor entonces es, en manos de una mujer, la expresión de todas ellas, en su inmensa pluralidad…