Juliana Maya, defensora de la biodiversidad
La misión de esta organización es promover la conservación de los ecosistemas y el reconocimiento de los saberes ancestrales que de generación en generación han estado liderados por las mujeres. Hoy, Juliana lidera el proyecto ‘Mujeres rurales nariñenses como modelo de resiliencia’ con el cual avanzan en rescatar el rol de las mujeres en el campo y mitigar los impactos provocados por la pandemia mediante el fortalecimiento de la gobernanza local.
Esta iniciativa es liderada por ONU Mujeres, el Fondo Humanitario y de Paz de las Mujeres (WPHF, por sus siglas en inglés), Starbucks e implementada por la Asociación Flor de Kinde, con el fin de generar acciones comunitarias para mitigar los impactos económicos por Covid-19 sobre las mujeres rurales.
“Gran parte de mi vida la he dedicado a conocer el territorio y visibilizar la conservación desde diferentes campos, como el cuidado y preservación de los ecosistemas y fuentes hídricas, pero también desde la visibilidad y el rescate de la labor de las mujeres rurales porque necesitamos mayor igualdad en el campo. Nuestra casa común es todo lo que nos rodea y debemos cuidar desde un ave hasta un páramo. Es por esto por lo que como organización de la sociedad civil llevamos la bandera de la igualdad.
Ser parte de Flor de Kinde me ha permitido entender que las mujeres rurales son protagonistas en temas de gobernanza, y la pandemia por Covid-19 se convierte en una alerta que permite transformar el sistema alimentario entendiendo las causas del deterioro del medio ambiente y la necesidad de generar procesos agroecológicos sostenibles para el buen vivir de las comunidades, así como promover acciones para la autonomía económica de las mujeres.
Gracias al proyecto ‘Mujeres Rurales Nariñenses como modelo de resiliencia’ del que participan cerca de 195 mujeres del municipio de Nariño, nos ha permitido, pese a la crisis provocada por la pandemia, avanzar en el fortalecimiento de un proceso agroecológico, como lo es la instalación de huertas caseras rescatando las semillas ancestrales, la recuperación de fuentes hídricas. Con este proyecto hay algo muy importante que nos motiva: que las mujeres se han reconocido así mismas y son conscientes de la relevancia de su autonomía económica.
Es así que mediante la conformación de una red de agricultura familiar a nivel local buscamos que las mujeres puedan contar con herramientas que les permita fortalecer sus emprendimientos a través de alianzas comerciales con otras organizaciones que también trabajan la agricultura familiar. Las mujeres se sienten sorprendidas al reconocer que pueden implementar otras técnicas, que no solo favorecen la producción sino también la conservación de los recursos como el suelo y el agua.
El proyecto nos ha devuelto la confianza y las ganas de implementar iniciativas como la conformación de una red de viveros para empezar a producir y comercializar plantas nativas ante el gran desafío de aportar a la restauración ecológica en Nariño. Las expectativas son muchas porque este proceso ha tenido mucho impacto al entender la crisis por Covid -19 como una nueva oportunidad para promover alternativas sostenibles en el tiempo y la capacidad de cuidar entre todas y todos nuestra casa común”.