Con o sin causales

15-04-2021
¡Te lo dije! | Mujeres
Ojalá, República Dominicana
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⏱ 1.33 min

Laura Tejeda Guerrero, master en Ciencias Ambientales y maestra de ciencias de primaria y nivel medio.

Imagínate que te casas por la iglesia con bombos y platillos. Que te mudas lejos de tus padres porque él tiene mejor empleo y tu allá conseguirás otro. No te pagan ni cerca de lo que antes, pero algo es algo. Comienza el abuso.

Te mueres de la vergüenza porque tu mamá te lo dijo y en el fondo tú lo sabías que ese monstruo estaba ahí. Cada episodio de celos, hasta con tus amigas, pero a todo le buscaste una excusa, una explicación.

Él dice que no gana lo suficiente y busca otro trabajo. Llamadas a media noche y mentiras. Eres tú la loca que se inventa cosas.

Te acusa de ser tú la infiel, cuando no te deja ni ir a la esquina sola, todo eso con insultos sucios y amenazas. Mejor te callas y lloras sola para que no te robe más de tu dignidad.

Imagínate que estás atrasada. En medio de una sesión de humillación él te dice que si estás preñada seguro ni de él sea. Te sales de la casa y te compras la prueba más barata en la farmacia.

Te sientas en un McDonalds y compras el heladito más barato a lo que esperas que pasen esos minutos y tu orina de el veredicto. Positivo.

¿Y ahora qué harás?
No puedes mantener un niño sola y aún la vergüenza no te deja decirles a tus padres el infierno que vives.

Piensas que quizás un bebé lo arregle. Hasta que te imaginas que es una niña. Y se te arruga el alma de pensar que crecerá creyendo que ese abuso es normal. Hasta que te imaginas que es un varón y crece pensando que ese abuso es normal y se convierte en otro como él.

Te permites pensar en la otra opción. ¿Y si no lo tengo? Esa opción tabú que nadie quiere mencionar. Esa que quieren hacerte creer que es imposible y aberrante.

Vas a la iglesia en busca de guía o ayuda y te dicen que hay que aguantar y vendrán tiempos mejores. Mientras tanto la preñada eres tú. Sin dinero, abusada y con vergüenza. Le aceptas su disculpa a medias, acompañada con “tú te lo buscaste y quien te manda a no quedarte callada”.

Él quiere un varón para ponerle su nombre. Tú oras en secreto por una hembra para no amargarte la vida repitiendo ese nombre y viendo esa misma cara, y tener que quererlo porque no tiene la culpa de haber venido de ese monstruo que tú elegiste.

Sale hembra y le das gracias al cielo por primera vez en mucho tiempo. Él te humilla, porque “ni para darle un varón sirves”. Verlo humillarte e insultarte con la bebé en brazos es la última gota.

Desvistes el santo, y que te trague la tierra. Le pides a tus padres que si te pueden acoger con todo y muchacha.

Imagínate que vives en un país en el que eres libre de tomar la decisión que tengas que tomar. Y que solo te juzgue tu conciencia y al Dios que le crees.