En la COP30 en Belém, Brasil, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de Naciones Unidas instó a los negociadores a situar la movilidad climática como eje central de los planes de adaptación.

“Las personas y comunidades que eligen quedarse deben estar seguras, y aquellas que deciden moverse deben tener la opción de hacerlo con dignidad”, afirmó Ugochi Daniels, subdirectora general de la OIM.

Actualmente, la OIM desarrolla proyectos en 80 países, poniendo a las comunidades locales al frente de las soluciones. Daniels espera que la COP30 sea un punto de inflexión para incluir la movilidad humana en los planes nacionales de adaptación y en la financiación para pérdidas y daños.

Historias de desplazamiento: Haití y Etiopía

El debate sobre movilidad climática tiene rostros concretos.

Haití: Para Robert Montinard, el tema es personal. El terremoto de 2010 duró apenas 10 segundos, pero dejó cicatrices que persisten generaciones después. Buscando seguridad, huyó a Brasil como refugiado y hoy lidera la Asociación Mawon, ayudando a otros a reconstruir sus vidas.

• En la COP30, Robert entregó una propuesta a la primera dama de Brasil, Rosângela Janja da Silva, y a la ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, que incluye la creación de consejos climáticos municipales, acción contra el racismo ambiental y brigadas comunitarias para responder a desastres.
• Califica la situación de Haití como una “injusticia climática”: los mismos huracanes que azotan Florida destruyen su país, pero mientras Estados Unidos se reconstruye rápidamente, los edificios arruinados por el terremoto aún permanecen en ruinas.

Etiopía: Desde otro rincón del Sur Global, Makebib Tadesse describe un “ciclo continuo de violencia y desplazamiento” provocado por la escasez de alimentos y agua.

• En el norte del país, el impacto del cambio climático iguala o incluso supera la devastación de la guerra civil entre 1974 y 1991.
• “El cambio climático está expulsando a la gente de Etiopía de maneras que nunca habíamos visto”, señaló.

Voces indígenas y apoyo internacional

Robert y Makebib forman parte de la delegación del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en la COP30, junto con la líder indígena venezolana Gardenia Warao.

El mensaje de los refugiados fue amplificado por el actor mexicano Alfonso Herrera, embajador de Buena Voluntad del ACNUR para América Latina.

“Las voces de los refugiados han sido silenciadas, y deben ser escuchadas”, declaró a Noticias ONU.

Herrera ha recorrido países como México, Venezuela, Honduras y El Salvador, siendo testigo del costo humano del desplazamiento climático y de los esfuerzos de la ONU por devolver esperanza mediante educación y apoyo legal. Reconoció la apertura de Brasil para acoger refugiados, en contraste con otros países que adoptan posturas restrictivas.

El costo humano del cambio climático

Las inundaciones, olas de calor, sequías y tormentas obligan cada año a millones de personas a abandonar sus hogares. La mayoría permanece desplazada internamente, sin cruzar fronteras, pero igualmente desarraigada.

Los expertos advierten que, en un futuro cercano, naciones enteras podrían desaparecer bajo los mares en ascenso o volverse inhabitables por la sequía.

La movilidad climática, por tanto, no es solo un desafío logístico: es un tema de justicia y dignidad humana.

La COP30 en Belém marca un momento clave para reconocer que la acción climática no se trata solo de salvar ecosistemas, sino también de proteger vidas y garantizar que nadie quede atrás.

La OIM y el ACNUR, junto con las voces de refugiados y comunidades indígenas, reclaman que la movilidad humana sea parte integral de los planes de adaptación y de la financiación internacional. La pregunta que queda abierta es si los negociadores tendrán la voluntad de convertir estas demandas en compromisos concretos.