Perú: el cambio climático y el drenaje ácido de rocas amenazan las fuentes de agua
Perú es un país reconocido por su producción de cobre, plata y oro, razón por la cual las aguas cercanas a las minas abandonadas suelen presentar un color oxidado. Sin embargo, en este caso, la causa de esta extraña coloración es el cambio climático.
De hecho, la Cordillera Blanca, que alberga la mayor concentración de glaciares tropicales del mundo, se volvió especialmente vulnerable al aumento de las temperaturas, pero lo que genera más preocupación es que se trata de una fuente crucial de agua dulce para el país.
Durante siglos, los glaciares se recargaban con nieve en invierno, pero desde 1968 estas enormes masas de hielo disminuyeron más del 40%, dejando al descubierto rocas que, al ser expuestas a la intemperie, desencadenan reacciones químicas, liberando metales tóxicos al agua, es decir, acidificándola.
Uno de los lugares más afectados es el lago Shallap, ubicado en las alturas de la Cordillera Blanca, que presenta altos niveles de metales pesados.
En este sentido, Raúl Loayza, biólogo de la Universidad Cayetano Heredia, explicó que este proceso, conocido como drenaje ácido de rocas, es una reacción en cadena que intoxica gradualmente las fuentes de agua. “Es un problema muy grande y está empeorando”, alertó el biólogo.
Por otra parte, la retirada de los glaciares en la cuenca del lago Shallap expuso más de 150 hectáreas de rocas ricas en pirita, un sulfuro de hierro.
Cuando el agua de deshielo pasa sobre estas rocas, la pirita se convierte en hidróxido de hierro y ácido sulfúrico, liberando metales pesados como plomo, manganeso, hierro y zinc, que contaminan el agua.
Este es el motivo por el cual el pH del agua del lago, que debería ser neutro, cayó por debajo de 4, casi tan ácido como el vinagre.
Metales y acidez en el agua provocada por el cambio climático
Según el Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña (Inaigem), los niveles de metales en el agua superan los estándares de calidad ambiental, por lo que las autoridades sanitarias declaró que el río Shallap y varios arroyos de la zona no se encuentran aptos para el consumo humano.
Sin embargo, muchas comunidades siguen utilizando estas aguas para regar sus cultivos, a pesar de que no cumplen con los requisitos para la agricultura. Por otra parte, las zonas más altas de los Andes, son las más afectadas por el aumento de la acidificación y la contaminación con metales pesados, ya que los glaciares se derriten con mayor rapidez.
Esto también perjudica a las aldeas indígenas que viven en estas áreas de gran altitud, puesto que son más vulnerables a esta situación por ser pequeñas y carecer de influencia política para exigir alternativas más limpias o el apoyo de las autoridades para enfrentar la crisis. A raíz de esto Loayza advirtió que “estos lugares en la Cordillera Blanca son una bomba de tiempo para las comunidades altoandinas, sus formas de vida y el ecosistema”.
¿Cómo revertir la situación?
Para mitigar los efectos del drenaje ácido y revertir la situación, el pueblo de Canrey Chico, ubicado junto al río Negro, implementó un sistema de estanques y canales con cañas autóctonas para elevar el pH del agua y reducir la concentración de metales pesados. Sin embargo, la calidad del agua sigue siendo una amenaza constante.
En otros lugares, como el lago Palcacocha, que abastece de agua potable a Huaraz, la capital regional, los científicos temen que la acidificación del agua empeore a medida que los glaciares continúan retrocediendo. Aunque el pH del lago se mantiene alcalino por ahora, las otras cuencas que alimentan la ciudad ya están acidificándose.