Mujeres africanas en un cambio cultural iluminan sus comunidades con energía solar cuidando el planeta
Un proyecto de energía solar en África Occidental capacita a mujeres africanas rurales para transformar sus comunidades, superando resistencias culturales profundas.
En aldeas sin electricidad, como Vitell y Ben-Dutubi, ellas aprenden a instalar paneles solares, cargar dispositivos y llevar luz a sus hogares, desafiando normas patriarcales que inicialmente impedían su participación.
Resistencia inicial en las comunidades con mujeres africanas
La iniciativa, dirigida específicamente a mujeres africanas sin escolarización, enfrentó escepticismo. Líderes comunitarios argumentaban que “ninguna mujer fulani dejaría a su familia” para asistir a una capacitación de cuatro meses y medio.

Durante una asamblea, los hombres insistieron en que las mujeres “no quieren ir”, mientras estas respondían que “los hombres deciden”. La tensión reflejó tradiciones arraigadas donde el rol femenino se limita al ámbito doméstico.Rompiendo barreras: el viaje de Nené
Nené, de 24 años y residente en Vitell, se convirtió en símbolo de cambio. Decidió partir en secreto: “Si la san [su marido] lo hubiera sabido, habría irrumpido en el autobús para detenerme“, relató.
Junto a ella, Jaguasa (de Ben-Dutubi) y Aisata Amadú Diallo, casada a los 14 años sin hijos, se unieron al programa. “Lucho por mis ideales“, declaró Nene. “Necesitamos luz para pedir ambulancias o denunciar robos de ganado“.
Formación técnica y empoderamiento
El entrenamiento, basado en Dakar, combinó teoría y práctica:
Transformación comunitaria y nuevos desafíos
- Lunes a jueves: Ensamblaje de sistemas solares.
- Viernes y sábados: Uso de celulares y computadoras.
Las participantes recibieron kits con paneles, lámparas y manuales. “Rojo con rojo, negro con negro: pueden hacerlo incluso mujeres sin capacitación”, explicó un instructor. Aisata destacó el impacto: “Antes trepábamos árboles para tener señal; ahora iluminaremos nuestras casas“.
Tras regresar con diplomas y equipos, las mujeres instalaron sistemas solares que alimentan lámparas y cargadores.
“El hecho de que tengamos electricidad se lo debemos a ellas“, admitió un aldeano. Sin embargo, persisten desigualdades. Nené observó: “Las mujeres trabajan más que los hombres. Construyen chozas, buscan agua y leña“. Otras, como una joven madre, anhelan educación: “Solo sé hacer tareas domésticas. Quiero estudiar”.
La luz revela sombra de las mujeres africanas
El proyecto impulsó avances, pero evidenció desafíos mayores: niñas casadas a los 12 años, falta de escuelas y resistencia masculina. “Aún no he encontrado una segunda esposa para la san“, bromeó un vecino, reflejando tensiones.
Mientras Nené ilumina patios y protege ganado de depredadores, reclama: “Necesitamos escuelas para niños e internet”. Su lucha continúa: “Si tenemos profesión y dinero, resolveremos nuestros problemas“.
El sol brilla en las aldeas, pero el camino hacia la igualdad sigue oscurecido por tradiciones. Estas mujeres africanas, armadas con herramientas y diplomas, son la chispa de un cambio que apenas comienza.