La matanza de delfines en Taiji sigue, como cada año
Y no será el último, porque desde septiembre a abril la bahía de Taiji se llena de la sangre de los delfines que son asesinados cada año. Por más que el mundo entero se horroriza de esta masacre, esta masacre continúa con la permisividad de su gobierno y estas fechas son su punto álgido.
Un horror que no se detiene
Cada año, miles de delfines son vilmente asesinados frente a la ciudad de Taiji en Japón. Desde que en el año 2003 la Sea Shepherd Association reveló al mundo los secretos de esta tradición centenaria, millones de personas, empresas, asociaciones, organizaciones y gobiernos han presionado a los nipones para que cese, pero el gobierno sigue permitiendo este horror.
El documental «The Cove, the Bay of Shame», que ganó un Oscar en 2010, dio a conocer los detalles de la masacre y el tinglado económico que hay detrás de esta matanza, puesto que la principal finalidad de la misma es el ocio, puesto que allí se capturan los especímenes que finalmente acaban en los delfinarios.
Todo por el espectáculo
Parece mentira que en pleno siglo XXI aun haya personas a las que les parece perfecto pagar una entrada, para ver delfines realizando acrobacias y actos no naturales. Hablamos de la única especie no humana que puede reconocer su imagen en el espejo, que tiene una enorme inteligencia y que es capaz de deprimirse y hasta de llegar al suicidio.
Los pescadores de la bahía de Taiji, son los responsables de la captura y muerte de miles de delfines cada año. y todo ello, para satisfacer la demanda de los parques acuáticos, ya que un ejemplar destinado a estos lugares puede costar una pequeña fortuna y su captura está terminantemente prohibida en el resto del mundo.
Por ello esta es una actividad más que lucrativa, un verdadero negocio para los pescadores de Taiji que continúa, espoleada por las exigencias de los delfinarios, que luego disfrazan de ‘educativos’ a los espectáculos en los que una especie mantenida en cautiverio y con unas conductas que no le son propias por naturaleza, para que otra disfrute de ello.
Lo que se va a ver allí es a un grupo de delfines obligados por el encarcelamiento y el hambre, a realizar piruetas y payasadas. Y cada vez que se abona por ello se está siendo cómplice de la matanza a la que son sometidos cada año sus congéneres, puesto que para que uno llegue a un parque acuático, muchos quedan por el camino y son cruelmente asesinados, generalmente a palos.
De todos los delfines capturados en la bahía de Taiji, los mejores ejemplares, que son las hembras de la especie Tursiops truncatus, es decir aquellas que se parecen al tristemente célebre Flipper, son las que se seleccionan cuidadosamente y se preservan con vida para luego ser vendidas a precios exorbitantes.
Los demás son simple ‘carne’
Todos los demás delfines que llegan a la pequeña bahía de Taiji son masacrados de manera atroz, antes de ser descuartizados, pesados y envueltos, para acabar en los puestos de pescado locales y en muchos supermercados como bocados gourmet, bajo el nombre de ‘carne de ballena’.
Un delfín vivo que se envíe a un delfinario puede reportar a quienes lo capturan más de 100 mil euros, dependiendo de las características del animal. Uno muerto sólo vale unos 500 euros, pero es un ingreso extra que los pescadores no desdeñan jamás y que continuará mientras haya quienes lo compren y consuman.
Para peor la carne de delfín contiene grandes cantidades de mercurio, tanta que en los mercados de Taiji se ha comprobado que algunos trozos sobrepasaban en más de 5000 veces los límites permitidos por la OMS.