La lluvia de microplásticos ya existe
Los microplásticos, esas pequeñas partículas que se desprenden de los numerosísimos artículos de plástico que utiliza la humanidad en el siglo XXI, incluida la ropa de poliéster, o que son los restos de la descomposición de estos a lo largo de los años, ya no solo están presentes en la tierra y en el mar sino que también lo están en el aire que respiramos y forman parte de la circulación atmosférica global. La primera afirmación es comprobable y se ha comprobado, mientras que la segunda responde al primer modelo para intentar conocer el ciclo del plástico en la atmósfera, que actúa como almacén de estos desechos de larga duración.
Para empezar, científicos de Estados Unidos han medido la presencia de microplásticos en el aire en varias zonas remotas del oeste del país entre 2017 y 2019. Se tomaron en total 313 muestras y se identificaron las fibras y partículas de entre cinco milímetros y cuatro micras de tamaño. Encontraron que el 84 % de lo inventariado procedía del polvo en las carreteras, un 11% procedía de los océanos, un 5% de la agricultura y solo un 0,4% de las ciudades y pueblos.
Muchos no eran restos recientes sino partículas procedentes de la fragmentación en vertederos y vertidos directos al mar durante muchos años que han pasado a los océanos y son captados por la brisa marina para circular por la atmósfera. Los investigadores señalan que sus datos son parciales y que deben de ser refinados. Las carreteras serían fuentes secundarias importantes de la contaminación atmosférica porque tanto el asfalto como las ruedas y los frenos de los vehículos contienen plásticos y el movimiento y las turbulencias existentes dan a los microplásticos así producidos la suficiente energía mecánica para llegar a la atmósfera. Lo mismo pasaría con las labores agrícolas mecánicas, aunque todavía queda mucho por saber sobre cómo llegan otros microplásticos a la atmósfera, entre ellos los que proceden de la superficie de los océanos.
Con estos datos, los investigadores se unieron a un equipo internacional para diseñar un modelo de transporte atmosférico global. El modelo les indica que la mayor parte de los plásticos atmosféricos proceden de décadas de acumulación como residuos.
«Hemos encontrado una gran contaminación por plástico de origen antiguo en todas partes», ha señalado Janice Brahney, codirectora de la investigación, de la Universidad Estatal de Utah. «Viaja por la atmósfera y se deposita por todo el mundo. No es plástico de ahora, procede de lo que ya hemos tirado al medio ambiente durante varias décadas». Las estimaciones de las fuentes de esos plásticos indican que la mayor parte de los continentes están ya importando plásticos del océano y que la contaminación seguirá existiendo durante muchos años aunque se utilizaran cada vez más polímeros biodegradables.
Como en otros ciclos globales biogeoquímicos, explican en la revista PNAS, los plásticos circulan alrededor el mundo en forma de aerosoles con diferentes tiempos de estancia en la atmósfera antes de caer parcialmente sobre la superficie terrestre. Es una lluvia de microplásticos que estiman ya están presentes en todo tipo de polvo, un contaminante más, y creciente. Los tiempos de estancia en el aire se han estimado entre algunas horas y hasta 6 días, suficiente para llegar de los océanos a los continentes.
En cuanto a su cantidad, se estima que en la actualidad solo suponen un 1% de la deposición de aerosoles de origen humano sobre superficies terrestres, como media, pero que este porcentaje puede ser mucho mayor en zonas oceánicas cercanas a las grandes manchas de residuos plásticos en el agua. Su contribución a la contaminación atmosférica por pequeñas partículas se puede comparar a la de los procesos industriales y quema de biomasa (incluidos incendios forestales).
Los autores del estudio recuerdan que la contaminación por plástico es uno de los problemas actuales más urgentes de resolver y que su producción aumenta un 4% anual. Se desconocen en gran parte los efectos sobre el medio ambiente, incluida la salud humana y el cambio climático, por lo que piden más investigación y sugieren que limpiar los océanos de plástico y, sobre todo, impedir que se viertan más residuos, puede reducir de forma significativa la redistribución atmosférica de los microplásticos.
Malen Ruiz de Elvira