Investigan la muerte en las últimas semanas de cientos de pingüinos en la costa de Nueva Zelanda
La Isla Norte, en Nueva Zelanda, lleva un mes amaneciendo con cifras elevadas de pingüinos korora muertos en sus playas. Los registros de estas muertes se dan en el periodo en el que las aves adultas migran a la costa neozelandesa para anidar, es decir, entre mayo y junio.
Los ejemplares fallecidos han aparecido en la zona septentrional de la Isla Norte, desde la playa Tokerau hasta la costa de Auckland. El fenómeno no es una novedad en las playas neozelandesas,pero sí lo son las cifras.
La muerte por inanición, la principal hipótesis
Las autoridades neozelandesas han confirmado la muerte por inanición, ya que los pingüinos pesaban casi la mitad de lo normal, no tenían grasa en sus músculos y su masa muscular se había reducido. Los korora suelen pesar 1,5 kilogramos, pero según aclaró Taylor: «Estaban en malas condiciones y las muertes solamente se han producido en las subespecies del norte y no en las del sur, en donde las aguas son más frías».
Los korora habitan principalmente las islas frente a las costas neozelandesas, pero se dirigen a tierra continental para anidar. Miden unos 25 centímetros y son de color azulado con el pecho blanco.
Los pingüinos son considerados los más pequeños del mundo y tienen que caminar 1,5 kilómetros y trepar 300 metros para encontrar el lugar perfecto para comenzar a construir su nido. El lugar preferido para los korora suelen ser zonas húmedas y frescas, entre arbustos, orificios o cuevas. A veces incluso se acercan a la civilización y construyen sus nidos en casas o cobertizos.
¿Un caso puntal o una tendencia?
Según Graeme Taylor, experto en aves marinas del Ministerio de Conservación de Nueva Zelanda, desde principios de mayo se calcula que han muerto aproximadamente unos 500 pingüinos. «Las cifras reportadas en esas Playas del Norte son más altas de lo que normalmente se espera», explicó el especialista.
En datos de las autoridades neozelandesas, el peor caso de muertes masivas se registró en 1974, cuando murieron casi 5.000 pingüinos. En 1985, se superó ese umbral y fallecieron casi 5.400 kororas. En 1998, el número de decesos volvió a bajar a poco más de 3.500, pero se teme que las cifras de este año supere aquellos datos.
Taylor explica: «A pesar de que en estos momentos de trata de algo puntual, a la larga podría convertirse en una tendencia». «Estos eventos están ocurriendo más a menudo: creo que es el tercero en los últimos cinco o seis años», afirma el especialista.
«Antes ocurría raramente uno en una década…», añade el experto en aves marinas, «Pero ahora, estas aves no tienen tiempo para recuperarse y reproducirse entre las olas de calor, por lo que parece que la población seguirá disminuyendo».
La crisis climática afecta a muchos factores de un ecosistema, entre ellos al agua de mares y océanos, pero el calentamiento global no es el único culpable de la desaparición de esta especie. Sí que dificulta aún más que estas aves protegidas, nativas de Nueva Zelanda, puedan alimentarse en su propio ecosistema.
En peligro de extinción por factores humanos
Los korora son una especie en peligro de extinción, especialmente por culpa del desarrollo humano en las zonas costeras neozelandesas y por la introducción de nuevos depredadores como los perros domésticos. Además, el calentamiento de las aguas producido por el fenómeno de La Niña y la llegada de aguas tropicales desde el norte han agravado la situación.
Los pingüinos, que no pueden volar, han sido incapaces de seguir a los peces que se han desplazado hacia aguas más frías del sur. Según el Ministerio de Conservación, los peces también suelen sumergirse por debajo de los 30 metros cuando las temperaturas del agua son muy elevadas, pero los korora no son capaces de sumergirse a esas profundidades.
«Los pingüinos intentarán salir o encontrar comida en otros lugares si no logran nutrirse en su ecosistema», en palabras del Ministerio. Entonces, corren el riesgo de morir de hambre durante unos meses, hasta que las temperaturas del mar se estabilicen con el asentamiento del invierno austral.