Desplazados climáticos: 300 familias abandonaron Panamá por aumento del nivel del mar
Los primeros desplazados climáticos reconocidos oficialmente por el gobierno panameño abandonaron su pequeña isla, Gardi Sugdub, una de las 370 islas e islotes de coral que forman parte del archipiélago de Guna Yala.
Alrededor de 1.350 indígenas gunas fueron reubicados en lanchas rápidas hacia tierra firme en junio, en un traslado histórico que llegó con una década de retraso, y que dejó muchas interrogantes sobre la adaptación al cambio climático y una realidad que, según expertos, será más común en el mundo.
Mayka Tejada, de 45 años, nació, creció y ahora huye de Gardi Sugdub, la pequeña isla del Caribe panameño que pronto quedará inhabitable por el aumento del nivel del mar.
La mujer forma parte del primer grupo de indígenas guna a quienes las autoridades panameñas reubicaron hacia tierra firme en una histórica mudanza que denominan Operación “Dulup” (Langosta en lengua guna).
“Ya estoy lista para irme”, afirma Mayka, mientras dirige a voluntarios del gobierno y del ejército para sacar de su casa de paja y madera las cómodas, hamacas, su mesa, bolsas con ropa y algunos enseres. Los voluntarios maniobran cargando a hombros las pertenencias de Tejada por las estrechas calles de la isla hasta llevarlas al puerto, donde las suben a lanchas para realizar la inusual mudanza.
Según los científicos y el gobierno panameño, Gardi Sugdub quedará sumergida en unos años por el aumento del nivel del mar, consecuencia directa del cambio climático.
La isla es la más densamente poblada del archipiélago panameño de Guna Yala, mide 300 metros de largo y 120 de ancho, aproximadamente el tamaño de tres campos de fútbol puestos en fila sin graderías.
En ese pequeño espacio rodeado de las aguas turquesas del Caribe, habitan alrededor de 1,300 indígenas gunas en 160 casas precarias con pisos de tierra, paredes de caña o madera, techos de paja o zinc y sin energía eléctrica, aunque algunos cuentan con generadores y paneles solares que deciden activar exclusivamente por las noches. La isla tiene un centro de salud y una pequeña escuela, que atienden a otras comunidades que habitan en islotes vecinos.
“Nos vamos porque no me alcanza para dormir acá ya con mis hijos. Allá voy a tener mi cuarto en la barriada”, expresa Mayka en su limitado español. Ella, al igual que la mayoría de los gunas, no está convencida del cambio climático, aunque sí del hacinamiento y acepta este desplazamiento.
Las casas en Gardi Sugdub están a un metro (1) o medio metro (0,5) sobre el nivel del mar. Varias de las casas ya no son habitables y otras están en riesgo de colapso por la erosión del suelo. El país enfrenta un nivel de vulnerabilidad al cambio climático “severo” para el año 2030, según el gobierno, que calcula que uno de cada diez panameños vive a menos de 10 metros sobre el nivel del mar.
Mientras Mayka sube a las lanchas rápidas todas sus pertenencias, en la Casa del Congreso las autoridades del gobierno guna y los ministros panameños daban una conferencia de prensa anunciando la compleja operación.
En la operación “Dulup”, que inició el 3 y culminó el 6 de junio de 2024, participa el Gabinete de Gestión Integral de Riesgo de Desastre (GIRD), el Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc), así como el Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) y el Servicio Nacional Aeronaval (Senan). Alrededor de 160 unidades interinstitucionales, 30 lanchas, 30 pickups y un helicóptero moverán a los habitantes de Gardi Sugdub.
Las autoridades trazaron un mapa de la isla en seis bloques para trasladar primero a las familias con adultos mayores, personas con discapacidad y las autoridades tradicionales de la isla. La histórica operación es una especie de experimento a gran escala para estos desplazados por motivos climáticos mientras monitorean la situación de dos islas vecinas y deciden si también deberán desalojar a sus habitantes.
El cambio climático genera más desplazamientos que la violencia
“Gardi Sugdub ofrece una visión de lo que puede ser una reubicación planificada dirigida por la comunidad y apoyada por el gobierno como adaptación al clima, pero su experiencia no está exenta de retos.
Panamá debería aprender de este caso y redactar una política nacional para salvaguardar mejor los derechos humanos en futuros reasentamientos planificados relacionados con el clima y dirigidos por la comunidad”, escribió Erica Bower, investigadora de Medio Ambiente y Derechos Humanos de HRW.
Algunos pobladores de la isla se resisten a irse. Una de ellas es Daleyka Hernández, quien, sentada en su pequeña venta de insumos y granos, observa cómo sus vecinos empacan maletas.
“Yo me quedo porque tengo mi negocio aquí. No todos se irán, el 30% se quedará. Muchos se quedarán en la escuela porque la nueva escuela no tiene las condiciones”, comenta Hernández.
Su mamá y otros familiares sí optaron por la mudanza. “Muchos van a estar yendo y viniendo. Como mi mamá se irá, vendrá unos días a dormir aquí y luego se irá. Estará como de visita”, dice.
Otro que decidió quedarse es Valerio Aguilar, quien por temporadas es lanchero y en otras agricultor. Afirma que su familia se trasladará pero que él prefiere preservar la herencia que dejaron sus padres: la casa en la isla que se hunde.
“Yo creo que la gente volverá, no es fácil cambiar las costumbres de un día a otro”, cuenta mientras observa el operativo de traslado para sus vecinos.
El último informe del Internal Displacement Monitoring Centre (IDMC), sobre desplazamiento interno global registró 26.3 millones de desplazados por desastres globales en 2023, de los cuales, más dos millones corresponden a desplazamientos en América Latina.
El centro afirma que Brasil registró la cifra más alta en más de una década en 2023 con 745,000 desplazamientos internos provocados por desastres, principalmente inundaciones e incendios forestales. Colombia reportó 351,000 desplazamientos debido a inundaciones provocadas por fuertes lluvias, aunque el país impulsa una ley que reconocería el desplazamiento climático, sería la primera normativa en América Latina.
Los desastres causaron 2.1 millones de desplazados en América Latina en 2023, una cifra similar a la de 2022 y mayor que la generada por los conflictos y la violencia. Las inundaciones y tormentas provocaron 1.5 millones de desplazamientos, la mayoría en Sudamérica.
“Dado el tamaño de sus poblaciones y su alta exposición a las amenazas, la mayoría de los desplazamientos por desastres en las Américas se registraron en Brasil y Colombia, donde las cifras aumentaron en comparación con años anteriores. Perú y Chile también registraron cifras inusualmente altas debido a inundaciones”, dice el informe.
Un reciente estudio del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), publicado en junio, advierte que la crisis climática amenaza los medios de vida y la atención sanitaria de 41 millones de personas en zonas costeras de baja altitud en Latinoamérica y el Caribe.
Utilizando imágenes satelitales y datos geoespaciales, concluyeron que estas comunidades son especialmente vulnerables a sequías, desertificación, huracanes y tormentas.
El futuro de Guna Yala
En Panamá, el gobierno estima que para el año 2050 el nivel del mar aumentará entre 0,56 y 0,76 metros, lo que resultará en la desaparición de algunas islas en Guna Yala.
Las autoridades adelantan que, tras completar esta primera reubicación, seguirán con otras dos islas que enfrentan desafíos similares a Gardi Sugdub, aunque no dieron fecha de estos nuevos traslados.
Quienes se quedan en la isla tienen la esperanza de que la mudanza de sus vecinos sea solo una aventura y decidan regresar al no adaptarse en tierra firme.
Mientras tanto, los que se van piensan en retos logísticos que deben resolver a corto plazo; como un sistema de saneamiento de las aguas en la nueva barriada, el correcto funcionamiento del nuevo colegio en tierra firme y reorganizar a todos los comités indígenas que se dividieron con la mudanza y que toman decisiones sobre la cultura, la economía y la salud de los gunas.
Por ahora, los gunas se preparan para iniciar nuevamente el ciclo de desplazamiento y adaptación antes de que el mar se lleve sus hogares. Abandonan la isla con un propósito en común: que el espíritu y la cultura guna permanezca tan firme como hoy.
Por Jorge Hurtado/ Guna Yala, Panamá