La presidencia brasileña de la COP30 presentó un borrador que busca triplicar los recursos públicos destinados a adaptación climática para 2030 o 2035.

A medida que más y más desastres naturales afectan a poblaciones enteras con mayor frecuencia, el debate en torno a la adaptación climática se intensifica, y la COP30 es prueba de ello.

Se considera adaptación climática al conjunto de acciones y estrategias que se implementan para reducir la vulnerabilidad de las poblaciones, ecosistemas e infraestructuras ante los efectos del cambio climático.

Estas acciones se diferencian de las de mitigación, que buscan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para atacar las causas del calentamiento global.

En contraste, la adaptación se enfoca en prepararse y responder a las consecuencias que ya están ocurriendo o son inevitables.

Estas medidas pueden incluir cuestiones como:

• la construcción de infraestructura resiliente al clima;
• sistemas de alerta temprana ante eventos extremos;
• cambios en prácticas agrícolas;
• la creación de refugios climáticos en ciudades, entre otras.

La adaptación es especialmente crítica para países y comunidades más vulnerables o menos desarrolladas.

Es que estas suelen sufrir de manera más intensa los impactos del cambio climático, como sequías prolongadas, inundaciones, olas de calor extremo o la pérdida de biodiversidad.

Por ello, la financiación climática es un tema particularmenta ligado a la adaptación, ya que, sin dinero accesible, las naciones vulnerables no pueden responder a las consecuencias del cambio climático de forma correcta.

Además de este tema, el documento presentado también propone crear hojas de ruta para superar la dependencia de los combustibles fósiles.

COP30: más recursos para la adaptación climática

El texto base para las negociaciones plantea multiplicar por tres la financiación pública respecto a los niveles de 2025.

Esta propuesta responde a una demanda histórica de países en desarrollo y organizaciones civiles.

Es que, en los últimos años, los proyectos de adaptación climática han recibido menos recursos que los de mitigación.

La diferencia es significativa: mientras unos buscan amortiguar las consecuencias del cambio climático, otros atacan sus causas directas.

En este sentido, la referencia específica a finanzas públicas es estratégica para las naciones en desarrollo.

Estos países buscan evitar préstamos privados para enfrentar las crisis climáticas, ya que tienen intereses elevados que agravan su deuda externa.

COP30: el programa de trabajo para implementar los compromisos

Así, Brasil propone establecer un programa de trabajo de dos años para implementar la meta de 300.000 millones de dólares anuales acordada en la COP anterior.

Sin embargo, los países menos desarrollados consideran insuficiente este monto.

El borrador aborda la brecha entre los compromisos nacionales (NDC) y la meta de mantener el calentamiento por debajo de 1,5 grados centígrados.

Para cerrar esta brecha, plantea la «Hoja de ruta de Belém hacia 1,5».

Chau hidrocarburos: otra apuesta de la COP30

Además de la adaptación climática, el documento presentado en la COP30 también retoma el compromiso de la transición energética y propone crear una mesa redonda de alto nivel.

El objetivo es apoyar a los países a desarrollar hojas de ruta para superar su dependencia de los hidrocarburos.

La Presidencia brasileña colocó este tema en el centro de las negociaciones.

Sin embargo, reconoció que las discusiones están en un «momento inicial» y que no es posible anticipar resultados ante la oposición de algunos países.

La propuesta brasileña sienta las bases para las negociaciones de esta semana.

El resultado determinará si la comunidad internacional avanza hacia una financiación climática más justa y ambiciosa.

Los países en desarrollo mantienen su presión por recursos que no aumenten su endeudamiento.

La tensión entre ambición climática y capacidades económicas marca el tono de estas conversaciones cruciales para el futuro del planeta.