La nueva normalidad climática: fin de la especie y salvación cristiana. Respuesta a un desafío

04-03-2023
Laicidad/ Religiones
Servicios Koinonía, Brasil.
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 Un entrañable amigo, reconocido sociólogo, Pedro Ribeiro de Oliveira, de Juiz de Fora, MG, Brasil (tal vez el único que lee todo lo que escribo, me critica y mejora mis ideas), se dejó impactar (helás!)con mi reciente artículo “La nueva normalidad climática es amenazadora”, que trata del cambio irreversible del régimen climático de la Tierra, que podrá poner en peligro el futuro de la vida humana. Como es un cristiano crítico y serio me escribió esta provocación, que supongo será la de muchos lectores y lectoras. Me permito transcribir su correo, en su forma coloquial, y después va mi respuesta.

Pregunta de Pedro Ribeiro de Oliveira:

Leonardo, hermano:

Acabo de leer tu texto “Lo nuevo normal es amenazador” soltando los perros sobre la inevitable catástrofe climático-ambiental que se está abatiendo sobre la Tierra y quiero sugerirte/pedirte una reflexión teológica sobre la Salvación. ¿Es que Jesús no puede salvar a la humanidad? ¿Es que su Evangelio del Reino quedó en nada? ¿Es que Él sólo consigue salvar almas? ¿Será que el Hijo del Hombre, después de resucitado por el Espíritu, va a acabar habiendo muerto para nada?

No sé… Si toda la especie humana, y un montón de otras que van con ella, está condenada a desaparecer, la promesa del Reinado de Dios fue sólo una esperanza que ayudó a una parte (pequeña) de la humanidad a vivir momentos felices anticipándolo en la historia, ¿dónde está la salvación que Jesús prometió y que las Iglesias cristianas han anunciado durante siglos?

Sólo nos queda el consuelo de que, no habiendo Reinado de Dios en la historia y estando nuestros cuerpos condenados a morir, tendremos una vida eterna y etérea para nuestras almas. Pero si es así, mucha gente hizo el tonto, incluso el mismo Jesús de Nazaret: podría haber enseñado la salvación de las almas sin enfrentarse al Imperio, el Templo y la Cruz.

Como teólogo que eres, te propongo escribir una reflexión sobre la Salvación, teniendo como tema de fondo la catástrofe de la vida humana en la Tierra.

Un afectuoso abrazo

Pedro Ribeiro de Oliveira, sociólogo y articulador del Movimiento Fe y Política.

Respuesta de Leonardo Boff:

Pedro, amigo-hermano:

Yo creo que Jesús no vino a cambiar el curso de la evolución.

Si te cuento la historia de la vida te darás cuenta de que al formarse los continentes (a partir del único gran continente Pangea) hace 230 millones de años, entre el 75-95% de todas las especies de seres vivos desaparecieron. Pero la Tierra guardó semillas (los quintillones y quintillones de micro-organismos escondidos en el suelo y a salvo de cualquier amenaza). La Tierra se demoró 10 millones de años para rehacer la biodiversidad. La rehizo, y enfrentó otras grandes extinciones posteriores, como aquella de hace 67 millones de años, que hizo desaparecer todos los dinosaurios después de haber vivido más de 130 millones de años sobre la Tierra, y tantas otras. Pero la vida, como una especie de plaga siempre sobrevivió.

Nada impide que nuestra especie, que apareció la última en el proceso de la evolución, violenta y asesina desde el principio del mundo, llegue a su clímax y desaparezca. Pero no desaparece el Principio creador de Dios-Trinidad, de comunión y de amor. De las ruinas hará un nuevo cielo y una nueva tierra, como promete el Apocalipsis.

Recuerda el Viernes santo. Todos los apóstoles huyeron o le abandonaron. Sólo las mujeres, las generadoras de vida, no le abandonaron, y se quedaron al pie de la cruz. El Viviente murió entre gritos de desesperación hasta entregarse, confiado, diciendo: “En tus manos entrego mi espíritu” (Lc 23,46: mi principio de vida). La resurrección, testimoniada primero por una mujer, María Magdalena, fue una insurrección contra aquella justicia y aquel mundo de muerte que lo condenó. Pero es mucho más: la resurrección anticipó el fin bueno de la historia humana y del Universo. Surgió el “novísimus Adán” (1Cor 15,45).

Yo creo que el misterio pascual (vida-muerte-resurrección), especialmente el viernes santo, no sólo inspiró a Hegel para para la creación de la dialéctica (que él llama“viernes santo teórico”), sino que también nos puede inspirar a nosotros.

Podemos pasar por el viernes general y terrenal con todas sus agonías como las de Jesús. Pero no es el fin. Irrumpirá enseguida lo nuevo, que es la resurrección. No como reanimación de un cadáver, como el de Lázaro, sino como realización de todas las potencialidades escondidas en nosotros, y como la irrupción realmente de aquello que el Apocalipsis atestigua: un nuevo cielo y una nueva tierra. Estos vendrán de lo alto, es decir, de otra fuente de vida y de otra naturaleza.

Bien dice Ernst Bloch: el verdadero génesis no está al comienzo, sino al final. Sólo entonces Dios, “mirando todo lo que había hecho, halló que todo era muy bueno” (Gn 1,31). Ahora no todo es bueno, pues hay tanta maldad y desastres incomprensibles… Pero el fin será bueno.

Como dice el poeta portugués, Fernando Pessoa: “soñamos con un mundo que aún no experimentamos”.

Ahora, al final del nuevo régimen climático, el terrible piroceno (del fuego), vamos a explosionar e implosionar hacia dentro de Dios, como le gustaba imaginar a Teilhard de Chardin. Experimentaremos un mundo nunca vivido antes.

Nuestra esperanza vale para la situación calamitosa actual. Reside en la resurrección de Jesús que sólo comenzó, pero no terminó todavía, porque sus hermanos y hermanas, que somos todos nosotros, no hemos llegado a la situación de él. La resurrección de Jesús es un proceso no terminado, porque sus hermanos y hermanas aún no han resucitado como él. Como dice san Pablo “es en la esperanza como somos salvados” (Rom 8,24).

Me gusta el evangelio original de San Marcos. Termina diciendo Jesús: “Id a Galilea, allí me veréis”(16,7). Así acaba el texto. Los milagros agregados, es consenso entre los exegétas que son un añadido posterior.

Por lo tanto, estamos todos en el camino a Galilea, donde veremos al Resucitado; el Nuevo Ser se manifestará y hará de nosotros también nuevos seres, hombres y mujeres resucitados.

Esta es mi esperanza frente a las turbulencias mortales de la historia, sobre todo de la historia reciente. Lo nuevo, Cristo resucitado, acabará de resucitar y entonces se mostrará como el Cristo cósmico que llena todos los espacios de la Tierra y del Universo. Y nosotros participaremos de esta novedad.

Un grande y fraterno abrazo.

Leonardo.