La educación: de la domesticación a la liberación
El ejemplo como práctica de la educación:
La mejor manera de educar es con el ejemplo. Convénceme con las acciones, no con el discurso, pues al final, el único discurso que no necesita de palabras es el ejemplo.
Pero estamos hablando de ejemplo positivo, capaz de irradiar modelos de comportamientos sociales que generen multiplicación en los demás, de cara a construir una nueva sociedad, matizada por la justicia y la solidaridad.
Educar es transformar al sujeto y su contexto, pero para ellos hay que someterse a un proceso de desapropiación, que obligatoriamente tiene que pasar por desaprender lo aprendido y aperturarse a lo nuevo, al cambio, a la innovación.
Todo proceso de enseñanza-aprendizaje debe comenzar por comprender y entender el contexto en que se desarrolla, como condición indispensable para su transformación. Esto nos dice que educar es transformar.
Estoy hablando de la educación como proceso colectivo, continuo y permanente, que se expresa de múltiples y variadas formas y maneras, en el que se construye ciudadanía y en el que se convierte al educador y al educando en sujeto de derecho y no objeto de éste.
¿Para qué nos educan en la República Dominicana?
Nuestros educadores están domesticados y nuestra educación está dirigida a la domesticación del educando, de forma que usemos más la memoria que nuestra capacidad reflexiva, de criticidad, de propositividad y de innovación.
Nos educan para recordar fechas de acontecimientos, pero no para pensar y analizar los elementos causales de tales y cuales hechos históricos. Igualmente, nos educan para vender nuestras fuerzas de trabajo y nos hacen soñar con un empleo; pero no nos enseñan a ser emprendedores, innovadores, cuestionadores de la realidad en que vivimos.
Esta educación debe transformarse a sí mismo, dotándose de un gran contenido humanista, basada en valores éticos, morales, patrios, de forma que ayude a la construcción de ciudadanos respetuosos de los derechos de sus semejantes.
Pero sucede todo lo contrario. Nos educan para ser competidores, cuando real y efectivamente nos deberían educar para la cooperación, la colaboración, el entendimiento entre nuestros pares, para la solidaridad y la prevalencia del sentido de justicia en nuestras relaciones sociales.
La educación es un proceso colectivo, en el que el educando y el educador confluyen en un esfuerzo mancomunado, en procura de su respectiva liberación individual y social, en el que la comunicación es esencial e imprescindible. No hay educación sin dialogo. Aquí esta la esencia de la pedagogía de la liberación.
La pedología de la liberación es un camino de doble vía: Aprende el educando, como el educador. Ambos se apropian del conocimiento necesario para romper la cadena que los ata a la ignorancia, al desconocimiento, a la domesticación.
La pedagogía de la liberación no solo debe apuntar hacia la criticidad de la realidad, sino que esa reflexión debe estar acompañada de una acción comprometedora con el cambio social. Por ello, la misma debe apunta hacia la construcción de ciudadanía, dotando de valores y principios que le facilite y le permita la convivencia social.
Esta contribuye a descubrirse y a redescubrirse, asimismo, al educando como al educador, buscando y procurando respuestas a todas sus interrogantes, pero apuntalando siempre hacia la reflexión-acción.
La educación debe contribuir a descubrir y redescubrir al propio educador y al educando, así como a su entorno, ayudándolo a cuestionar su realidad y explicar sus causales, de cara a emprender el camino de la libertad individual y social.
La peor esclavitud del ser humano es la ignorancia y por ello la educación debe de servirle como una herramienta para lograr su libertad, su liberación social, desarrollando su capacidad reflexiva, cuestionadora, propositiva.
La educación es el camino más corto para llegar al desarrollo integral de los pueblos, pero esta tiene que ser una educación que nos enseñe aprender a vivir, que nos enseñe el valor de la vida, que nos enseñe el valor de la libertad, de la solidaridad, de la justicia.