La subida de la gasolina provoca un repunte de la inflación en Estados Unidos
El dato de precios de agosto en Estados Unidos deja claro que la batalla contra la inflación no está ganada. La subida de la gasolina provocó que la tasa interanual se situase en el 3,7%, frente al 3,2% de julio, en lo que es la segunda subida consecutiva tras un año de contención desde el 9,1% de junio de 2022. La Reserva Federal tiene claro que sigue siendo demasiado alta, como dijo hace unas semanas su presidente, Jerome Powell. El camino para llegar al 2%, el ansiado objetivo de estabilidad de precios, se alarga.
El dato general es una décima más alto del que esperaban los economistas. Pese a eso, las cifras del mes, publicadas este miércoles por la Oficina de Estadísticas Laborales, traen un consuelo. La inflación subyacente (sin contar el precio de los alimentos ni la energía, los productos más volátiles) ha cedido unas décimas, hasta el 4,3% desde el 4,7% del mes anterior. Pero, aunque vaya en la dirección correcta, también sigue estando muy por encima de lo deseado por el banco central, que ha subido los tipos de interés al mayor ritmo en cuatro décadas para tratar de evitar que las subidas de precios se enquisten en la economía.
Casi la mitad de la subida de precios mensual (el 0,6%) corresponde a la gasolina, que se encareció un 10,5% por la subida internacional de los precios del petróleo. Aun así, el precio del combustible es un 3,3% más barato que hace un año. La comida para consumir en casa sube a un ritmo interanual del 3%, el más bajo desde que empezó el ciclo inflacionario. El carrito de la compra alivia algo la presión del surtidor.
Powell considera que el encarecimiento acumulado del precio del dinero aún no ha desplegado todos sus efectos, así que está dispuesto a hacer una pausa en las subidas de tipos en la reunión de política monetaria de la semana próxima. Al tiempo, dejó claro que si la inflación no remite está dispuesto a dar otra vuelta de tuerca en las próximas reuniones. Dependerá de los datos, tanto de los de precios como de los del mercado laboral, donde hay algunos síntomas de enfriamiento, pero no definitivos.
Desde hace más de un año se lleva hablando de la posibilidad de que la Reserva Federal logre un aterrizaje suave, esto es, controlar los precios, pero sin llegar a provocar una recesión. En las últimas semanas, han crecido las esperanzas de que sea posible lograrlo. Los economistas del banco central ya no contemplan la contracción económica que esperaban para el último tramo de este año. Pero Powell ha insistido en que para domar los precios será necesario como mínimo un periodo de bajo crecimiento.
La cifra de inflación de agosto es también una mala noticia para Biden, que no logra convencer a los ciudadanos de que la economía va razonablemente bien. Se han creado puestos de trabajo en todos los meses de su mandato, batiendo récords en parte gracias en parte a la recuperación pospandémica. Pero la inflación erosionó su popularidad y el precio de la gasolina es quizá el políticamente más sensible. Biden sigue haciendo campaña de forma insistente con sus logros económicos, incluidas grandes inversiones industriales y en infraestructuras, pero el mensaje no cala.