Hipotecados de por vida: el Sur Global paga más por su «deuda» que lo que recibe en ayuda al desarrollo
El Sur Global enfrenta una crisis financiera silente y devastadora. Mientras las potencias económicas suben los tipos de interés para combatir la inflación, los países en desarrollo soportan una carga de deuda insostenible.
La situación ha provocado que estas naciones paguen más por su deuda que lo que reciben en ayuda al desarrollo, una realidad alarmante que agrava su situación económica y social.
UN DESAJUSTE FINANCIERO GLOBAL
En 2022, con el incremento de los tipos de interés, los países del Sur Global pagaron cerca de 50.000 millones de dólares más en deuda de lo que recibieron en nuevos préstamos, según datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad). La ayuda oficial al desarrollo también ha disminuido, continuando una tendencia a la baja que se inició hace dos años. Esta reducción en la ayuda contrasta con la necesidad urgente de recursos externos que tienen estos países para financiar su desarrollo y enfrentar crisis superpuestas, como la emergencia climática.
Rebeca Grynspan, jefa de Unctad, destaca esta preocupante tendencia: «Los flujos financieros salen de los países en desarrollo que más los necesitan y fluyen hacia sus acreedores». Esta dinámica, explica, limita severamente la capacidad de crecimiento de estas naciones y dificulta alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
El Fondo Monetario Internacional (FMI) también ha reconocido esta crisis en su último informe fiscal. «Muchos países de renta baja continúan experimentando choques significativos», señala el organismo, atribuyendo parte del problema al fortalecimiento del dólar, que encarece las deudas denominadas en esta moneda. Esta situación se agrava con la disminución de los flujos de ayuda y financiación procedentes de China.
EL PRECIO DE LA DEUDA
El incremento de los tipos de interés impuesto por la Reserva Federal y el Banco Central Europeo tiene consecuencias devastadoras para los países en desarrollo. Las altas tasas de interés dificultan el acceso a nuevos créditos y aumentan el costo de la deuda existente, lo que lleva a una austeridad forzosa con graves consecuencias sociales.
Juan Carlos Moreno-Brid, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que «no hay crisis de la deuda en el sentido de que no hay crisis de los acreedores, de los bancos, que están mejor que nunca».
Sin embargo, para las personas en los países de renta media y baja, la realidad es otra. «La inversión pública, la educación y la sanidad están claramente yendo a menos», afirma Moreno-Brid, describiendo la situación como una crisis de deuda con «cara de pobre».
EL IMPACTO EN ÁFRICA Y LATINOAMÉRICA
África está particularmente afectada por esta crisis. Varios países han tenido que acogerse a la iniciativa de alivio de la deuda del G20 debido a la imposibilidad de cumplir con sus obligaciones financieras. Etiopía, Ghana, Zambia y Malawi son algunos de los países que han buscado alivio, enfrentando una situación económica precaria agravada por la pandemia y las subidas de los tipos de interés. La mitad de la deuda de África es multilateral, lo que dificulta su renegociación y agrava la crisis.
«Cuando África gasta más en intereses que en educación y América Latina gasta más en intereses que en inversión pública, tenemos que hablar de un fallo sistémico», zanja Grynspan. Esta situación no solo afecta a millones de personas, sino que también pone en riesgo décadas de progreso en desarrollo económico y social.
En América Latina, la situación es ligeramente diferente. Aunque la región enfrenta desafíos significativos, ha mostrado cierta resistencia a la crisis. Las remesas en niveles récord, la disminución de importaciones y la estabilidad de las exportaciones han ayudado a mitigar el impacto de las subidas de tipos de interés en algunos países. Aun así, la región no está exenta de problemas, y la necesidad de financiamiento externo sigue siendo alta.
NECESIDAD DE UNA RESPUESTA GLOBAL
Es fundamental que los bancos centrales de las potencias económicas reconsideren sus políticas de tasas de interés, teniendo en cuenta el impacto global de sus decisiones. Una reducción en los tipos de interés podría aliviar la presión sobre los países en desarrollo, permitiéndoles acceder a financiamiento más asequible y destinando más recursos a áreas críticas como la educación y la salud.
Además, es crucial que las instituciones internacionales y los países desarrollados aumenten su apoyo a las naciones en desarrollo. La reducción de la ayuda oficial al desarrollo debe revertirse, y se deben establecer mecanismos eficaces de reestructuración de la deuda que proporcionen un alivio real y sostenible.
La crisis de la deuda en el Sur Global es un problema que requiere atención urgente y una acción concertada. Las decisiones tomadas en los centros financieros globales tienen repercusiones profundas en todo el mundo, y es responsabilidad de la comunidad internacional asegurar que el crecimiento y el desarrollo no sean sacrificados en el altar de la estabilidad financiera de unos pocos. Es hora de poner fin a esta crisis silente y garantizar un futuro más justo y sostenible para todas y todos.