El semáforo del IPC revela que la inflación ya es una plaga y que lo peor está aún por llegar en España

17-02-2022
Economía y empleos | Mundo
El Economista, España
Compartir:
Compartir:

La inflación ha entrado en nuestras vidas como un elefante en una cacharrería. Tras años sin dar signos de vida, la tasa de variación del IPC se ha situado en máximos de casi 30 años en España.

Además, si bien es cierto que en un principio la subida de precios se focalizó exclusivamente en la energía, ahora la inflación se ha convertido en una suerte de plaga o pandemia que se está extendiendo por toda la cesta del consumidor. Mientras tanto, el índice de precios al productor (sube a tasas históricas), el petróleo (sigue imparable) y la inflación subyacente dejan entrever que lo peor aún podría estar por llegar. 

La inflación tocará máximos no vistos desde 1990 en febrero y proseguirá con su expansión por cesta de consumo.

Hasta la fecha, el pico inflacionario interanual llegó en diciembre, cuando el IPC alcanzó el 6,5%, máximos no vistos desde 1992. El dato de enero se ha situado en el 6,1%, lo que a primera vista podría parecer un cambio de tendencia, pero lo cierto es que la inflación se ha seguido expandiendo a lo largo de los bienes y servicios, mientras que los datos entrantes revelan que el cambio de tendencia tendrá que esperar, al menos, hasta marzo.

Desde Funcas advierten en una nota de que «la bajada de la inflación en enero ha sido consecuencia fundamentalmente de un efecto escalón a la baja en la electricidad, que ha más que compensado el ascenso de la inflación subyacente.

El incremento de esta última se ha concentrado especialmente en los bienes, y, en menor medida, en los alimentos elaborados».

Es más, en febrero la inflación podría recuperar la tendencia al alza con una subida de un punto o más en términos interanuales.

La fuerte subida del petróleo ha dejado desfasadas las anteriores proyecciones de Funcas. El crudo cotiza ahora en la zona de los 95 dólares, una cifra que se ha incorporado al escenario central (al menos hasta finales de marzo).

«Bajo estas hipótesis, la tasa de inflación subirá de nuevo en febrero hasta el 7,1%, y de media anual se situará en el 4,6% (frente a un 3,7% en la previsión anterior)». La media anual de 2021 ha sido del 3%, según Eurostat, por lo que la inflación que tendremos que soportar este año será de media mucho más alta que el año pasado.

La inflación se expande y contagia

Màxim Ventura Bolet, economista de CaixaBank Research, explica en una nota que «el 63% de la cesta ya exhibe tasas de inflación por encima del 2% mientras que un 26% de la cesta ya se encuentra por encima del 5%.

De cara a febrero, esperamos un nuevo repunte de la inflación general debido a que ya no habrá el efecto base causado por las subidas del precio de la electricidad de enero 2021″.

Acudiendo a los datos desagregados que ofrece el INE resulta curioso ver cómo lo que en un principio fue un fenómeno energético (subida del petróleo, gas y luz) ahora afecta a una gama de productos y servicios muy variopinta.

En términos anuales, la pasta y el cuscús se han encarecido un 20%, el aceite de oliva un 30,1%, los hoteles y servicios de alojamiento un 18,1% o la carne de ovino y caprino un 12,6%. No obstante, sigue siendo la energía la que más contribuye con subidas superiores al 30%.

Ventura Bolet reconoce que «se mantiene la tendencia de contagio de los últimos meses». Actualizando los datos, ya el 63% de la cesta de consumo muestra tasas de inflación igual o superiores al 2% (frente al 55% del mes pasado y el 30% en septiembre).

Un 37% de la cesta de consumo muestra tasas de inflación entre el 2% y el 5% (frente al 32% del mes pasado y el 18% en septiembre) mientras que un 26% de la cesta de consumo ya muestra tasas de inflación mayores al 5% (frente al 23% del mes pasado y el 12% en septiembre).

Retrocediendo aún más en el tiempo, en enero de 2017 el 92,4% de la cesta mostraba tasas de inflación inferiores al 2%, mientras que que solo el 7,6% presentaba una inflación superior al 2%. El giro de la inflación tras la pandemia es más que notable y cada vez está alcanzando a un mayor número de bienes y servicios que son muy importantes en la típica cesta del consumidor español.

¿Por qué sucede esto?

Este es un fenómeno que afecta prácticamente a todo Europa y, por supuesto, a EEUU, donde la inflación está aún más extendida que en España y la zona euro.

Las primeras piedras de este fenómeno inflacionario se colocaron a principios de 2020, cuando la pandemia del covid obligó a cerrar las economías, destrozando las previsiones de ventas de las empresas y paralizando su inversión (tanto reposición como obviamente nueva capacidad).

Al principio, con los confinamientos, la demanda cayo incluso más que la oferta, lo que generó un breve periodo deflacionista. 

Sin embargo, unos estímulos públicos históricos, la mejora de la situación sanitaria y la reapertura de las economías devolvieron la fortaleza a la demanda casi de la noche a la mañana, cogiendo a contrapié a la oferta (había congelado sus inversiones).

El ahorro acumulado y unos tipos de interés en mínimos han llevado a que se produzca un desequilibrio que fue primero patente en la energía y los chips, pero que ha llegado a muchos otros bienes después.

Además, ese primera oleada que golpeó sobre todo a la energía es la que se está extendiendo ahora al resto de la cesta, convirtiendo una inflación transitoria en una inflación algo más duradera. La energía no solo es más cara para los hogares, también lo es para las fábricas o el transporte de mercancías.

El último límite son los salarios. Si la inflación se traduce en subidas de sueldos notables y duraderas, entonces el fenómeno será considerado como permanente.

«La respuesta política mundial de estímulos fiscales y monetarios durante el covid no tiene precedentes, tanto en términos de velocidad como de escala… Aunque hay muchas razones para pensar que la alta inflación es temporal… el estímulo fiscal y el grado de acomodación monetaria pueden haber puesto en juego una inflación de base más amplia impulsada por la demanda», aseguran los economistas del Institute International Finance (IIF).

Por ejemplo, el aumento de la inflación estadounidense tiene una base tan amplia (ha llegado a tantos bienes y servicios) que no tiene parangón en la historia reciente, según estos expertos. «Aunque esto no es algo definitivo para calcular cuán persistente será la alta inflación, sí favorece la teoría de que esto es una inflación amplia impulsada por la demanda. Para nuestra sorpresa, pese a las elevadas brechas negativas de producción en la Eurozona, la inflación también es muy generalizada, liderada por el sobrecalentamiento en Alemania», culminan los expertos del IIF.