El libre comercio ha muerto, ¡Viva el libre comercio!
El próximo 1ro. de enero cumplirá 30 años el inicio de las reducciones arancelarias en los países desarrollados y el nacimiento de la OMC. Las rebajas arancelarias en los países en desarrollo se iniciaron antes, al reconocerse que el proteccionismo derivado del modelo de sustitución de importaciones debía dar paso a la apertura requerida por el modelo de promoción de exportaciones.
Los gráficos de este artículo muestran la dinámica de la reducción del promedio ponderado arancel aplicado a los bienes industrializados o manufacturados, el cual es impactado a la baja cada vez que un país ingresa a un acuerdo bilateral o multilateral de libre comercio.
El tránsito desde el proteccionismo hacia el libre comercio aceleró el crecimiento económico y permitió que 1,350 millones de personas saliesen de la pobreza entre 1990 y 2019.
En el período 2018-2020, la administración Trump impuso tarifas a importaciones de acero, aluminio, paneles solares, lavadoras y a importaciones de algunos bienes provenientes de China y de la Unión Europea, las cuales generaron US$89 billones de ingresos arancelarios, equivalente al 1.20% de los US$7.41 trillones de las importaciones totales de EUA durante ese período.
La mayoría de esas tarifas han sido mantenidas por la administración Biden, lo que le ha permitido al Gobierno estadounidense percibir US$144 billones de ingresos arancelarios, equivalente a 1.44% de los US$10 trillones de sus importaciones totales durante el período 2021-marzo de 2024.
El fantasma del proteccionismo parece haber resultado simpático a todo el espectro político estadounidense. Quizás por eso han visto en el arancel la vía para desacelerar el ascenso de China en el ranking económico global.
En el primer mitin de su último día de campaña celebrado en Carolina del Norte, Trump afirmó que notificará el 20 de enero de 2025, o incluso antes, a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, “que, si no ponen fin a esta afluencia de criminales y drogas a nuestro país, impondré inmediatamente un arancel del 25% a todo lo que envíen a Estados Unidos”.
Añadió que, si el arancel de 25% no produjese el resultado esperado, lo aumentaría a 50% y luego, si fuese necesario, a 75%. Alguien podría denominar la advertencia como “tariff weaponization” o uso armamentista del arancel.
Durante su exitosa campaña, Trump llegó a plantear que estaba ponderando establecer un arancel de 60% a todas las importaciones de bienes provenientes de China y de 100% para los vehículos producidos en México.
En un momento planteó que estaba ponderando sustituir el impuesto sobre la renta por un arancel de 10% o 20% a todas las importaciones. Dicha sustitución, sin embargo, produciría un enorme déficit fiscal pues en 2023, por ejemplo, los ingresos federales por concepto del impuesto sobre la renta ascendieron a US$2.6 trillones, equivalente al 84% del valor de las importaciones de ese año.
En consecuencia, se necesitaría un arancel de 84%, no de 10% o 20%, sobre todas las importaciones para poder sustituir el impuesto sobre la renta en los EUA, asumiendo que la demanda de importaciones estadounidenses fuese totalmente inelástica frente a variaciones de precios, lo cual es falso.
Por otra parte, dicha sustitución tendría un impacto regresivo inmenso: gravaría a toda la población que consume bienes importados con un elevadísimo arancel mientras libera a los que más ganan del impuesto sobre la renta. Seamos realistas, muchas de las cosas que se dicen y prometen en campaña, se quedan en campaña.
Si finalmente la nueva administración Trump intensifica el uso de los aranceles para alcanzar diferentes objetivos (detener la inmigración por la frontera o desacelerar el avance económico de una China que supuestamente viola las normas laborales de Occidente y subsidia muchas de sus industrias), China enfrentaría una reducción en la demanda de bienes procedente de EUA, lo cual pondría presión a la baja en los precios de los bienes manufacturados tarifados y en los salarios pagados por las industrias chinas afectadas, lo que a su vez elevaría la demanda de esos bienes proveniente del resto de las economías del Asia, Europa y América Latina.
En otras palabras, se produciría una desviación de las exportaciones de los bienes tarifados hacia otras geografías que no apliquen esas tarifas. El uso del arancel bilateral no ha sido efectivo para generar el desacoplamiento global de las principales economías del mundo con China. Europa y Canadá exhiben hoy una mayor dependencia de las importaciones procedentes de China que la que tenían antes del inicio de la guerra comercial en 2018.
Por otra parte, aunque las importaciones de Estados Unidos desde China han bajado, es difícil cuantificar la magnitud de la caída. Para hacerlo necesitaríamos saber cuánto han aumentado las importaciones de EUA desde los demás países del ASEAN (Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Birmania, Singapur, Tailandia y Vietnam) y México y conocer el contenido de valor agregado chino de las exportaciones de esos países a EUA.
Los estudios realizados muestran que las tarifas de las administraciones Trump y Biden reducirán el PIB de largo plazo en los EUA en 0.2%, el stock de capital en 0.1% y el empleo en 142,000. Adicionalmente, las tarifas Trump-Biden han aumentado los precios de los bienes tarifados. Estudios recientes indican que las propuestas tarifarias de Trump elevarían los ingresos fiscales en US$524 billones, reducirían el PIB en 0.8%, el stock de capital en 0.7% y el empleo en 684,000, asumiendo que dichas tarifas no den lugar a represalias por parte de los países afectados.
Ojalá que las propuestas de Trump constituyan una estrategia de negociación efectiva para recibir la colaboración de México y China en asuntos de la agenda no comercial y evitemos caer en una guerra arancelaria que desacelere el crecimiento económico global.
¿Qué deberíamos hacer nosotros? Aumentar, como lo hemos venido haciendo en los últimos años, la efectividad en el decomiso de drogas que tienen como destino a EUA y cabildear que, a diferencia de lo sucedido en los últimos 4 años, el presidente Trump nos distinga, una vez más, con el nombramiento de un embajador del calibre que exhibió la embajadora Robin Bernstein durante el período 2018-2021.