El IPC de la eurozona vuelve a moderarse hasta el 2,5%, pero el BCE no puede acelerar los recortes de tipos aún
La desinflación regresó en junio a la eurozona. El índice de precios al consumo (IPC) desaceleró de nuevo el mes pasado tras su subida en mayo. El indicador general pasó del 2,6% interanual del mes anterior al 2,5%, tal y como se esperaba, pero se sitúa aún por encima del 2,4% de marzo y abril, así como lejos todavía del objetivo del 2% que se marca el BCE. Las noticias son peores con la inflación subyacente (en este caso excluyendo energía, alimentos, alcohol y tabaco). El indicador, más persistente en los últimos años y más vigilado por el banco central, se queda estancado en el 2,9% interanual (se esperaba que desacelerara una décima), una cota todavía demasiado elevada como para poder cantar victoria en la lucha contra la inflación. El muy lento proceso control de la inflación que traslucen estos datos evidencia que el BCE no se precipitará con las bajadas de tipos, si bien el haber vuelto a la senda de la desinflación puede propiciar una comunicación más suave de unos funcionarios que prevén más bajadas este 2024. La lectura publicada por Eurostat este martes no servirá para que el banco central vuelva a recortar los tipos en julio (se reúne el día 18) tras su movimiento de junio y sigue dejando en duda que haya un nuevo recorte en septiembre.
Dentro de las categorías que integran esta cesta de la compra de la eurozona, una vez más la atención se ha centrado sobre los servicios, epicentro inflacionario en el último año que no termina de dar una alegría. En junio, el IPC de servicios volvió a ser del 4,1% interanual. Es su nivel más alto desde octubre, tras un 3,7% en abril que se explicó por la celebración este año de la Semana Santa en marzo y no en abril, como suele ocurrir (la base de comparación que fue abril del año pasado era más alta, facilitando un dato más suave en este abril). Exceptuando el caso de abril, el indicador de servicios ha permanecido por encima del 4% desde septiembre de 2022. Dado que las empresas están más expuestas al aumento de los costes laborales y la demanda de los consumidores está aumentando, esta parte de la economía es clave para que se considere sólida la senda de desinflación.
En el lado positivo, la inflación de los alimentos frescos se moderó en junio del 1,8% interanual al 1,4%. Asimismo, la energía subió un 0,2% en comparación con el 0,3% de mayo. Los bienes duraderos registraron la misma subida del 0,7% que el mes anterior. La comida procesada, el alcohol y el tabaco también mantuvieron la subida del 2,8% interanual de mayo.
Por países, la inflación general armonizada (para el cálculo de Eurostat) bajó en prácticamente todas las grandes economías: en Alemania, del 2,8% en mayo al 2,5% en junio; en Francia, del 2,6% al 2,5%; en Italia, del 0,8% al 0,9%; y en España, del 3,8% al 3,5%. En cambio, según el desglose nacional (datos no armonizados) hubo pocos progresos en las partidas más inerciales (por ejemplo, la inflación de los servicios se mantuvo estable en el 3,9% en Alemania y en el 2,8% en Francia).
«Ya parecía poco probable que el BCE recortara los tipos de interés en su reunión de julio, y los datos de inflación de junio reforzarán la inclinación de los responsables políticos a actuar con mucha cautela», valora en un comentario rápido tras los datos Jack Allen-Reynolds, analista de Capital Economics. «El hecho de que la inflación de los servicios, que es la más sensible a las condiciones económicas nacionales, se haya mantenido alta este año refuerza la prudencia del BCE«, agrega.
«La inflación reanudó su descenso tras haberse interrumpido temporalmente en mayo, y seguirá bajando a medida que disminuyan las presiones inflacionistas gracias a la moderación del crecimiento salarial, la bajada de los precios de la energía y la normalización de las expectativas de precios. Pero la persistencia de la inflación subyacente nos recuerda que el proceso desinflacionista será accidentado«, apunta Riccardo Marcelli Fabiani, economista sénior de Oxford Economics. «A pesar del descenso de la inflación general, la persistente inflación de los servicios causará quebraderos de cabeza al BCE. Esto, unido a su sesgo de halcón y a su preocupación por un crecimiento salarial rígido, apunta a que no habrá recorte de tipos en la reunión de julio», coincide con los analistas de Capital Economics.
«Para el BCE el verano será relativamente aburrido. Puede permitirse el lujo de no llevar a cabo otro recorte de tipos basándose en una lectura demasiado alta de la inflación subyacente y la fortaleza del mercado laboral, y probablemente simplemente esperará a recibir datos sobre salarios, inflación y crecimiento. También puede ver cómo se desarrolla la agitación del mercado en torno a las elecciones francesas. En septiembre, cuando haya más datos disponibles, el banco central debatirá seriamente un segundo recorte de tipos», redondea Bert Colijn desde el servicio de estudios de ING.
Inflación en la eurozona
Variación interanual. En porcentaje
El BCE aún no dispone de pruebas suficientes de que la amenaza de la inflación haya pasado, según han afirmado en las últimas horas, al calor del foro que el banco central celebra en Sintra (Portugal), su presidenta, Christine Lagarde, y su economista jefe, lo que alimenta las expectativas de que las autoridades se tomen una pausa en el recorte de los tipos de interés este mes. Con un mercado laboral robusto en la eurozona, el BCE tiene tiempo para evaluar la información entrante, dijo Lagarde este lunes en la inauguración del foro anual del BCE.
En declaraciones desde allí este martes a Bloomberg TV, el economista jefe Philip Lane ha dicho que esta lectura de la inflación de junio no será suficiente para evaluar por completo los precios de los servicios, muy vigilados por las presiones inflacionarias que destilan. «Todavía nos enfrentamos a varias incertidumbres en relación con la inflación futura, especialmente en términos de cómo evolucionará el nexo entre beneficios, salarios y productividad, y si la economía se verá afectada por nuevas perturbaciones del lado de la oferta», señaló asimismo Lagarde. «Nos llevará tiempo reunir datos suficientes para estar seguros de que los riesgos de una inflación por encima del objetivo han pasado».
El resto de declaraciones de miembros del Consejo de Gobierno han ido en una línea parecida, dando casi por seguro que en julio no habrá bajada, pero abriendo la puerta a recortar los tipos al menos otra vez más en 2024, dejando septiembre como la gran incógnita. «Las expectativas de dos recortes más este año coinciden con mi propio pensamiento, si los datos evolucionan como se espera», ha verbalizado el lituano Gediminas Simkus. «Los dos primeros recortes de tipos son relativamente fáciles mientras la inflación ronde el 2,5% porque seguiremos siendo claramente restrictivos», ha apuntado el belga Pierre Wunsch.
«Si el resultado real termina siendo cercano a nuestras últimas proyecciones, entonces lo más probable es que podamos reducir aún más el nivel de restricción de las políticas este año», ha afirmado el estonio Madis Muller. «Si todo evoluciona como se espera, podremos seguir bajando los tipos de interés este año, pero no me gustaría vincularlo a ninguna fecha, depende de los datos que vayamos recibiendo», ha resuelto el esloveno Bostjan Vasle.
Para los analistas de Commerzbank, el mercado no debe subestimar el poder de las palomas. «A finales de mayo y principios de junio, los mercados financieros descontaban solo un nuevo recorte de los tipos de interés para finales de 2024. Sin embargo, a estas alturas, las expectativas se han ajustado y los mercados prevén aproximadamente dos recortes de los tipos de interés para finales de año. Es probable que la creciente preocupación por Francia haya inspirado este cambio de actitud. Aun así, independientemente de ello, advertimos contra la subestimación de la influencia y la capacidad de razonamiento de los miembros del Consejo de Gobierno del BCE, que se muestran moderados. Por tanto, mantenemos nuestra opinión de que, de cara al futuro, el BCE recortará los tipos de interés dos veces para finales de este año, así como en marzo de 2025«, escribe su economista Marco Wagner.
Como resultado, el tipo de depósito se mantendría entonces en el 3%. Sin embargo, a partir de entonces es probable que se agote el margen para nuevos recortes de los tipos de interés. «Creemos que así será, porque para entonces debería resultar cada vez más evidente que la inflación es, de hecho, más persistente de lo previsto. Para entonces, ni siquiera los partidarios de una postura más moderada deberían poder argumentar a favor de nuevos recortes de los tipos de interés», sostiene Wagner.