El IPC de la eurozona se estanca en abril en el 2,4% y alimenta la preocupación con la ‘última milla’ del BCE

30-04-2024
Economía y empleos
El Economista, España
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La inflación no ha desacelerado en abril en la eurozona. El índice de precios al consumo (IPC) se ha estancado este mes en el 2,4% interanual que ya registró en marzo, según los datos preliminares publicados este martes por Eurostat. El IPC subyacente, que excluye en este caso la energía, los alimentos, el alcohol y el tabaco, desacelera desde el 2,9% hasta el 2,7%, una décima menos de lo esperado. Debajo de las grandes cifras, la inflación de los servicios desacelera tres décimas respecto al caliente 4% en el que ha permanecido cinco meses, pero su dato del 3,7% aún es alto, más si se tiene en cuenta el avance de marzo por la Semana Santa adelantada. Todo ello lleva a concluir que la última fase del ciclo emprendido en 2022 por el Banco Central Europeo (BCE) no será tan fácil como se había previsto hace no mucho. La conocida como ‘última milla’ o ‘último kilómetro’ de la desinflación es correosa y el calendario de bajadas de tipos puede ser accidentado más allá del ampliamente telegrafiado recorte de tipos en junio.

Aparte de la aún fuerte inflación en los servicios, en el desglose de componentes destaca la energía, que pasa de un -1,8% interanual en marzo a un -0,6% en abril. Los alimentos procesados pasan de caer un 0,5% el mes pasado a repuntar un 1,3% en este. En el lado contrario destacan los bienes duraderos, que continúan con su prolongada senda de desinflación y se relajan hasta el 0,9%.

Con permiso de los números de economías como Españadonde el IPC nacional ha escalado una décima hasta el 3,3% en abril, los datos de inflación de abril en Alemania Francia, las dos principales economías de la región, refuerzan la lectura de que el BCE operará con cautela en esta última fase del proceso de desinflación más allá del más que anunciado primer recorte de tipos en junio. El mercado sigue dando por seguro el primer recorte en junio (más de un 90% de probabilidades), mientras que los swaps no llegan a recoger los tres recortes de tipos para final de año (rondan los 70 puntos básicos y cada bajada se tasa en 25).

«La tendencia a la baja de la tasa de inflación alemana que se viene observando desde hace año y medio puede haber llegado a su fin por el momento. La tasa de inflación en abril, del 2,2%, se situó al mismo nivel que en marzo. La razón principal fue que los precios de la energía y los alimentos registraron un descenso menor o incluso un ligero aumento en comparación con el año anterior. La tasa de inflación subyacente, excluidas estas dos partidas a menudo muy volátiles, bajó aún más, del 3,3% al 3%. Esto último se debe probablemente en parte al adelanto de la Semana Santa. Los precios de los servicios aéreos, en particular, aumentaron de forma inusualmente acusada en marzo. Es probable que se haya producido un movimiento contrario en abril, y en mayo este efecto en sí mismo probablemente conducirá a una tasa de inflación en torno a una décima superior. Esto debería explicar también en gran medida el ligero descenso de la tasa de inflación de los servicios. Globalmente, la inflación en este sector se mantiene bastante estable desde hace varios meses, en torno al 3,5% (en abril 3,4%)», explica Ralph Solveen, economista de Commerzbank.

De hecho, desde el banco alemán ven probable que la tasa de inflación alemana vuelva a aumentar en los próximos meses: «Además de la estabilización de los precios de la energía, a ello contribuirán una serie de efectos especiales. Por ejemplo, el ‘efecto Semana Santa’ descrito anteriormente ya no se aplicará en mayo. Además, la tarifa del año anterior ya no se verá presionada a la baja por la introducción del ticket Alemania (un billete fuertemente subvencionado para el transporte público) en mayo de 2023.

Sin embargo, el principal factor que impulsará la evolución en los próximos meses, señalan en el banco teutón, será hasta qué punto las empresas podrán trasladar los mayores costes salariales a sus clientes: «El reciente impulso algo más fuerte a corto plazo de los precios de los servicios (el aumento anualizado de los últimos seis meses ha vuelto a recuperarse en cierta medida desde principios de año) muestra que las empresas lograron hacerlo en parte, al menos hasta ahora. Suponemos que esto también será así en los próximos meses y que, por tanto, la tasa de inflación subyacente se estabilizará en torno al 3%».

En el caso de Francia, el IPC se situó en el 2,2% en abril, frente al 2,3% de marzo. Esta caída de la inflación se debió a una desaceleración de los precios de los alimentos (+1,2% interanual en abril, frente al +1,7% de marzo) y del tabaco, así como a una ligera bajada interanual de los precios de los productos manufacturados. La inflación de los servicios, que representan casi la mitad de la cesta de consumo, se mantuvo estable en el 3% interanual, mientras que los precios de la energía volvieron a acelerarse en abril hasta el 3,8% interanual desde el 3,4% de marzo. Aún no se dispone de estimaciones de la inflación subyacente. El índice armonizado, importante para el BCE, se situó en abril en el 2,4%, estable con respecto a marzo, contrariamente a las expectativas de bajada del consenso.

«Estos datos demuestran una vez más que la desinflación es un proceso lento, especialmente al final del camino de vuelta al 2%. De cara al futuro, la evolución de los precios de los alimentos y los productos manufacturados es alentadora y debería seguir apoyando la desinflación en los próximos meses. Por el contrario, la inflación de la energía aumentará fuertemente en los próximos meses debido a unos efectos de base menos favorables y a la subida de los precios de los productos petrolíferos. La inflación de los servicios debería mantenerse próxima al 3% en los próximos meses», valora Charlotte de Montpellier, de ING Economics. En última instancia, añade De Montpellier, la inflación general francesa podría volver a subir en los próximos meses y situarse por encima del 2,5%, mientras que la inflación subyacente podría moderarse ligeramente y estabilizarse en torno al 2%.

Un momento Trichet ‘a la inversa’

Para Carsten Brzeski, de ING Economics, los datos, especialmente los de de Alemania, son «un buen recordatorio de lo difícil que será para el BCE volver a situar la inflación en el 2% de forma sostenible». Aunque el recorte de tipos en junio sigue pareciendo un hecho, dada la comunicación del banco central, más allá de junio, el camino del banco central no está nada claro. «La reciente reaceleración de la inflación en EEUU habrá reavivado la preocupación por la inflación también en la zona euro, al menos entre algunos halcones del BCE. El reciente aumento de los precios del petróleo, así como el debilitamiento del tipo de cambio del euro, podrían volver a situar fácilmente las previsiones de inflación del BCE para 2025 por encima del 2%, socavando los argumentos a favor de recortar los tipos después de la reunión de junio», avisa Brzeski.

Redoblando las alarmas, el experto avisa del riesgo de que el BCE protagonice «un «momento Trichet a la inversa». «Ya en 2008, el BCE subió los tipos de interés poco antes de que la crisis de las hipotecas de alto riesgo estadounidenses se convirtiera en una crisis financiera mundial. Un error. Y en 2011, el BCE bajo la presidencia de Jean-Claude Trichet, subió los tipos de interés, asumiendo que la crisis del euro había terminado. También un error. Seis meses después, el nuevo presidente del BCE, Mario Draghi, asumió el cargo y recortó los tipos de interés mientras la economía de la eurozona se estancaba en la recesión. Cualquier temor a un momento Trichet a la inversa no impedirá que el BCE recorte los tipos en la reunión de junio, pero no solo influirá en la comunicación de junio, sino también en los meses posteriores», defiende Brzeski.

«Un ciclo de recortes de tipos más largo y sustancial solo se materializará si la inflación vuelve rápidamente al 2%. Cualquier signo de reflación y una actividad económica más fuerte limitarán el margen de maniobra del BCE», sentencia el economista de ING. Precisamente este martes Eurostat ha confirmado que el producto interior bruto (PIB) de la zona euro creció un 0,3% en el primer trimestre del frente al 0,1% esperado por los analistas y la contracción del 0,1% del anterior cuarto. «Con un crecimiento del PIB más rápido de lo previsto, la demanda interna muestra signos de recuperación en la eurozona, lo que podría hacer más tenaz la inflación», remacha su colega de ING Bert Colijn.