Diez pasos para aplicar la economía circular en el día a día
La economía circular ha pasado de ser un concepto desconocido a integrarse en la mayoría de las políticas públicas (el Gobierno Vasco acaba de aprobar su primer plan al respecto). La ciudadanía también puede dar un paso en la sostenibilidad, ya que aplicar la economía circular en el día a día es más fácil de lo que pensamos. Solo hacen falta ideas innovadoras y un poco de esfuerzo por nuestra parte. Para dar con las primeras, hemos acudido al experto en economía circular Joan Manuel Fernández, investigador en Mondragón Goi Eskola Politeknikoa y Ikerbasque Research Fellow.
Estos son los 10 pasos para una economía personal más circular, que además del consabido reciclar, pasan por reutilizar, reducir y reparar:
Reutilizar
1). El agua de la ducha. En ocasiones, el agua tarda en calentarse. Podemos recoger ese líquido y utilizarlo después para lavar los platos, tirar por el wc, regar las plantas o darle de beber a la mascota.
2). Los envases. Utilizar los frascos de vidrio (de conservas, por ejemplo) para guardar tus productos en casa. Las botellas de este material o de metal pueden ser rellenadas una y otra vez, en vez de las botellas de plástico de un solo uso.
3). Las bolsas. Como en el ejemplo anterior, intentar utilizar la misma bolsa para hacer la compra (preferiblemente de tela o material reciclado) en vez de comprar nuevas continuamente.
4). Ropa, calzado y cualquier producto que ya no te sirva o no uses. En vez de tirarlos, los puedes vender como segunda mano en plataformas como Wallapop, Vinted o Vibbo.
«En este caso, en vez de tener en casa un producto que no utilizas que ha requerido un consumo de recursos, se lo ofreces a otra persona para que prolongue su vida útil y tú te llevas un rendimiento económico. Mucha gente igual está colaborando en estas plataformas sin darse cuenta de que están contribuyendo a una economía circular», explica Joan Manuel Fernández.
Igualmente puedes comprar tú en estas plataformas, en vez de adquirir un producto nuevo. Fernández insiste en que hay que hacer «un cambio de consciencia» en este sentido porque mucha gente cree que «los productos de segunda mano son de peor calidad, nada más lejos de la realidad». Solo hace falta echar un ojo a muchos de los objetos que se venden en estas plataformas: algunos no se han usado nunca y tienen incluso la etiqueta puesta.
5). Comida. Como se hacía antiguamente, en época de estrecheces, practicar la cocina con sobras: utilizar los restos de carne, pescado o verdura para elaborar croquetas o incluso hamburguesas. También podemos elaborar mermeladas, macedonias, purés o gazpachos con fruta o verdura demasiado madura. El caldo sobrante tras cocer verduras podemos utilizarlo para hacer una rica paella, y el pan de la víspera, como tostadas para el desayuno.
El aceite usado puede utilizarse para elaborar jabón. Solo necesitaremos el aceite, sosa cáustica (a la venta en droguerías) y agua.
Fernández nos cita la aplicación Too Good to go. En ella, bares y restaurantes puedan ofertar comida que les ha sobrado y que si no tendrían que tirar a un precio bajo, por lo que se evita el food waste (desperdicio alimentario).
Reducir
6). El plástico. Casi todo viene envasado en plástico o es enteramente de este material, pero hay alternativas:
En cuanto a los alimentos, podemos optar por los productos a granel, ya que reducimos el número de envases consumidos y reutilizamos los nuestros. Si esta alternativa no es posible, se puede apostar por aquellos que estén envasados con materiales más amigables para el medio ambiente como el cartón y el vidrio.
Evita los productos desechables como botellas, pajitas, cubiertos o incluso cepillos de dientes. Afortunadamente, casi todos los productos tienen una alternativa reutilizable: botellas de cristal, pajitas de metal, cubiertos o cepillos de bambú…
7). Productos de higiene femenina. La copa y las bragas menstruales o los salvaslips de tela reutilizables son una buena alternativa a tampones y compresas con alto contenido plástico.
8). El consumo. En opinión de Fernández, como personas consumidoras nos tenemos que hacer varias preguntas antes de adquirir algo. La primera: ¿Esto lo necesito sí o no? «Si no lo necesitas, no hay nada más insostenible que tener un producto que no usas, porque al final has consumido un montón de recursos y el producto no lo has utilizado en nada o menos de lo que deberías», asegura.
La segunda sería ¿lo puedo adquirir de segunda mano o puedo comprar un producto remanufacturado (producto manufacturado nuevamente tras modificar o restaurar algún otro u otros)? Fernández nos remite a las aplicaciones de segunda mano citadas anteriormente.
La última pregunta sería: ¿Y si en vez de un producto adquiero un servicio? Respondiendo a esta cuestión, sirven como ejemplos el alquiler de herramientas, vehículos, trajes para bodas o disfraces.
Reparar
El último paso sería intentar reparar los objetos que se averían o rompen, aunque para ello se debería reforzar la red de tiendas de reparación (que además, promueven el comercio local), una apuesta decidida por parte de las empresas para evitar la»obsolescencia programada», así como el apoyo por parte de las administraciones públicas a este servicio. De hecho, a día de hoy, en muchos casos sale más barato económicamente (no así para el Planeta) comprar algo nuevo que repararlo.
9). Ropa, calzado, accesorios. Las «tiendas de toda la vida» de arreglos de costura, de reparación de calzado o el paragüerías.
10). Electrodomésticos y electrónica. En este apartado, cada vez tienen más demanda los productos reacondicionados (productos tecnológicos como móviles o ordenadores que han sido reparados) y las tiendas que los ofrecen como Cash Converters o CeX.