Alemania no escapa de la recesión invernal: el PIB también se contrajo en el primer trimestre de 2023
Las revisiones de datos macro las carga el diablo y Alemania lo ha comprobado este jueves, cuando el órgano estadístico federal Destatis ha revisado a la baja el dato de Producto Interior Bruto (PIB) relativo al primer trimestre de 2023. La corrección a una caída del 0,3% respecto al estancamiento de la lectura preliminar (0%) hace que la ‘locomotora’ de Europa sí entrase finalmente en recesión técnica (dos trimestres consecutivos de recesión) este invierno (el PIB se contrajo un 0,5% en el cuarto trimestre de 2022). La temida profecía se ha cumplido.
Aunque sea de forma simbólica -una recesión técnica no es una recesión pura en el sentido económico estricto de la palabra- y por unas décimas, el mensaje que lanza este dato es que Alemania finalmente sucumbió a un duro invierno en el que se esperaba que ‘pagase’ el golpe de la guerra en Ucrania y su derivada crisis energética. Este retroceso es un mazazo para la economía de la eurozona, que con esta revisión alemana posiblemente se estancó en el primer trimestre en vez de crecer un 0,1%.
Aunque las autoridades políticas y económicas del país, con el canciller Olaf Scholz a la cabeza, parecían descartar ya la entrada en recesión, el mazazo ha llegado en diferido. El boletín de abril del propio Bundesbank incluso desdecía en parte de sus pronósticos de marzo y hablaba de una clara mejoría que finalmente no se ha producido. El gran culpable es el fundamental sector manufacturero, donde una recesión cada vez más profunda está arrojando dudas sobre el repunte que muchos anticipan para los próximos trimestres.
Detrás de la caída de PIB hubo también una caída en el gasto público y una disminución en el gasto de los hogares (-1,2% intertrimestral) debido a que la elevada inflación siguió sobre los consumidores. Aunque empezó a contenerse tras alcanzar picos máximos en octubre por encima del 10%, la subida de los precios se situó en abril en un 7,2% interanual. «La revisión refleja probablemente la debilidad de la actividad en marzo, cuando las ventas al por menor, la producción industrial y la actividad de la construcción cayeron bruscamente», expone Franziska Palmas, analista de Capital Economics.
Sin embargo, hubo impulsos positivos procedentes de las exportaciones y de la inversión, así como una recuperación del sector de la construcción y los equipamientos industriales, producción de maquinaria, electrodomésticos y automóviles. El conjunto de las exportaciones experimentaron en este primer trimestre un aumento del 0,4% respecto al último periodo trimestral de 2022. Las importaciones, por contra, bajaron un 0,9%, destacando Destatis el descenso en carburantes, minerales y productos químicos.
«Tanto el consumo privado como el público fueron fuertes lastres para la actividad económica, mientras que el suave clima invernal ayudó al sector de la construcción a experimentar un repunte temporal, volviendo a ser un motor de crecimiento. Debido al debilitamiento de las importaciones, el crecimiento marginal de las exportaciones dio lugar a una contribución positiva al crecimiento de las exportaciones netas», explica Carsten Brzeski, economista de ING.
Para el experto, han tenido que llegar un par de revisiones estadísticas para constatar que, al final, la economía alemana hizo este invierno lo que ya se temía desde el verano pasado: caer en una recesión técnica. «No se trata del peor escenario posible de una recesión grave, sino de una caída de casi el 1% con respecto al verano pasado. El clima cálido del invierno, un repunte de la actividad industrial, ayudado por la reapertura china y una relajación de las fricciones en la cadena de suministro, no bastaron para sacar a la economía de la zona de peligro recesivo. El consumo privado siguió sufriendo las consecuencias de unos precios al por menor de la energía todavía elevados», señala.
Más allá del primer trimestre, el optimismo de principios de año parece haber dado paso a un mayor sentido de la realidad. «La caída del poder adquisitivo, el adelgazamiento de las carteras de pedidos de la industria, así como el impacto del endurecimiento más agresivo de la política monetaria en décadas, y la esperada ralentización de la economía estadounidense abogan a favor de una débil actividad económica. Además de estos factores cíclicos, la guerra en curso en Ucrania, el cambio demográfico y la actual transición energética pesarán estructuralmente sobre la economía alemana en los próximos años», apunta Brzeski.
De cara al futuro más inmediato, esta estadística empaña el informe publicado esta semana por el Bundesbank en el que se ofrecía algo de optimismo al sugerir que la economía podía crecer «ligeramente» este segundo trimestre, ya que los grandes retrasos en los pedidos, la disminución de los cuellos de botella en el suministro y la reducción de los costos de energía respaldan a los fabricantes.
Pero la demanda de bienes se está hundiendo, puesto que los consumidores que se enfrentan a una inflación elevada prefieren gastar en ocio y viajes. Eso está haciendo que el crecimiento económico sea cada vez más desigual, una tendencia que, según algunos analistas, no es sostenible.
«La subida de los tipos de interés seguirá pesando sobre el consumo y la inversión, y las exportaciones también podrían verse afectadas por la debilidad económica de otros mercados desarrollados. Nuestras previsiones apuntan a nuevas contracciones en el tercer y cuarto trimestres«, apostilla Palmas, de Capital Economics.
Qué dicen los otros datos
La evidencia más palpable es la creciente brecha entre manufacturas y servicios en los sucesivos índices de gestores de compras (PMI). En los datos preliminares de S&P Global relativos mayo, conocidos este martes, el PMI manufacturero se hundió aún más en zona de contracción (por debajo de 50) hasta los 42,9 puntos mientras el PMI de servicios repuntó hasta una fuerte lectura de 57,8.
Los otros datos macro conocidos esta semana acaban por completar el cuadro. La confianza de los empresarios alemanes ha registrado en mayo su primer retroceso, después de acumular seis meses consecutivos al alza, según reflejó este miércoles el índice elaborado por el Instituto de Investigación Económica de Múnich (Ifo), que se ha situado en los 91,7 puntos desde los 93,4 del mes pasado.
«Impulsando este desarrollo están las expectativas significativamente más pesimistas. Los directivos están algo menos satisfechos con su situación actual», destacó Clemens Fuest, presidente del Ifo, señalando que las empresas alemanas «se muestran escépticas sobre el próximo verano».
El sentimiento es similar entre la confianza de los consumidores. El índice de confianza de GfK ha publicado también este jueves su última lectura. Aunque se produce una leve recuperación desde el -25,8 previo, el dato de -24,2 de cara a junio evidencia que el sentimiento sigue bastante hundido en zona negativa.
«El sentimiento de los consumidores no muestra actualmente una clara tendencia al alza. En consecuencia, el aumento del índice de clima de consumo se ha ralentizado de nuevo un poco», explica Rolf Bürkl, experto en consumo de GfK. «Una menor propensión al ahorro ha impedido que la recuperación del clima de consumo se estanque este mes. Sin embargo, sigue estando por debajo del bajo nivel de la primavera de 2020 durante el primer cierre del covid».
Desde GfK reconocen que hay un ánimo más optimista en las expectativas de ingresos debido a los aumentos salariales acordados, lo que haría la pérdida de poder adquisitivo menos grave de lo que se temía en un principio. Sin embargo, concluyen «el nivel aún muy bajo de la confianza de los consumidores indica que el consumo privado no contribuirá significativamente al desarrollo económico general de Alemania este año. La pérdida de poder adquisitivo prevista impedirá cualquier crecimiento real de la economía nacional».