Traficantes de Sueños, la lucha de una librería rebelde para no ser expulsada de Lavapiés
Calles fotocopiadas, barrios intercambiables, urbes similares. La gentrificación, la turistificación y la globalización están convirtiendo los centros de las ciudades en áreas temáticas —las mismas tiendas, los mismos bares, los mismos pisos— donde comienzan a escasear los vecinos y los negocios tradicionales.
Traficantes de Sueños, mucho más que una librería, resiste en Madrid, aunque el anuncio de la venta del local que ocupan en la calle Duque de Alba puso a sus responsables en alerta el pasado diciembre.
¿Buscar otro bajo pese a los alquileres desbocados? ¿Renunciar a un propósito que trasciende la venta de libros, porque también editan, distribuyen y agitan? ¿Cambiar de ubicación y dejar atrás el triángulo de Lavapiés, Tirso de Molina y La Latina?
No a todo: sus veinte trabajadores y trabajadoras han decidido comprar el establecimiento, reformarlo y continuar con una labor crítica y reflexiva que los llevó a recibir el Premio Librería Cultural en 2015, concedido por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL).
«Hemos apostado por mantenernos en el centro geográfico y político como lugar de resistencia», explica Charlie Moya, miembro de Traficantes de Sueños, que ha convocado este viernes a sus amigos, vecinos, clientes y socios para presentarles el proyecto.
«Nos encantaría que pasaseis a formar parte de esta alegría colectiva», invita a través de sus redes sociales, donde deja claro que la Senda de Cuidados, la Red Interlavapiés y Traficantes de Sueños han decidido preservar este lugar de «encuentro y construcción colectiva».
Charlie Moya redunda en el objetivo: «Que la militancia madrileña pueda seguir teniendo su espacio», cuya fisonomía remite a una librería, aunque él lo entiende como «todo lo que pasa por nuestro edificio»: presentaciones, debates, encuentros, conferencias, proyecciones, talleres, cursos y un largo etcétera donde «seguir pensando juntas y construir en común».
También sus muros: aunque el local cuesta 1,2 millones de euros, necesitan otros 300,000 para la reforma, de ahí el llamamiento de este viernes, a las 19.30 horas, en la calle Duque de Alba,13.
«La propiedad puso a la venta el local ante la obligación de realizar unas obras cuyo coste no quiso asumir.
Entonces pensamos que era el momento oportuno para continuar aquí, porque confiamos en el barrio y en las vecinas», añade el miembro de un colectivo que opera como una asociación sin ánimo de lucro y que se define a sí mismo como un «proyecto de economía social» y como una «empresa política». Siempre, según Charlie Moya, junto a la ciudadanía, sobre todo en los «momentos críticos y necesarios», de la eclosión del 15M al auge del feminismo.
«Desde hace más de 25 años hemos abierto nuestro espacio al debate, por lo que debemos seguir resistiendo en un momento de cambio e incertidumbre.
Además, consideramos que la compra del local supondría dar un salto», razona el miembro de Traficantes de Sueños, que también publica ensayos, distribuye libros de editoriales alternativas, ofrece servicios de diseño gráfico y organiza cursos a través de Nociones Comunes, la quinta pata de una iniciativa a la que habría que sumar el Espacio La Maliciosa.
Ubicado en el barrio de las Acacias —a quince minutos caminando, torrentera abajo—, abrió hace dos años en colaboración con Ecologistas en Acción y la Fundación de los Comunes, una red de propuestas similares impulsadas desde varias ciudades del Estado que realiza trabajos de investigación y estimula el pensamiento crítico.
La inversión, a juicio de Charlie Moya, permitiría consolidar a La Maliciosa como ateneo comunitario y convertir a Traficantes de Sueños en un referente no solo madrileño, sino también español.
Entre otras medidas, ampliarían los fondos editoriales, un atractivo más para los clientes y los socios, quienes apuntalan el proyecto al comprometerse a un gasto mensual fijo. Muchos son vecinos de Lavapiés y otros barrios céntricos, testigos del acoso inmobiliario o ya centrifugados de la almendra.
«Tenemos que permanecer en este espacio también para evitar que acabe siendo un piso turístico, un hotel o un establecimiento de una gran cadena», concluye el portavoz de Traficantes de Sueños, integrada por veinte personas y que este viernes desgranará los pasos a seguir para la compra del local.
Ellas, Senda de Cuidados y la Red Interlavapiés aportarán 150,000 euros, pero necesitan otros tantos en donaciones para adquirir el bajo, que cuenta con una planta superior en la que se celebran debates y presentaciones.
Un quinto del presupuesto final, por lo que también aceptan préstamos al 0% de interés. Pueden consultar todos los detalles en #ConVosotrasSí: el proyecto de Duque de Alba se queda, donde facilitan la cuenta bancaria de una entidad que reivindica «la figura del librero como agitador cultural» y fomenta «la mirada crítica hacia la realidad y la cooperación ciudadana», según el jurado del XVII Premio Librería Cultural.