Mataron al Chivo en la carretera: 63 años del ajusticiamiento de Trujillo
Este jueves 30 de mayo se cumplen 63 años del ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, quien por más de tres décadas dominó con mano férrea la República Dominicana. Fue acribillado cuando se dirigía desde Santo Domingo a su casa en San Cristóbal.
Los conspiradores responsables de la gesta heroica, militares y allegados al dictador, fueron Antonio de la Maza, Juan Tomás Díaz, Antonio Imbert Barreras, teniente Amado García Guerrero, Pedro Livio Cedeño, Salvador Estrella Sadhalá, Modesto Díaz, Juan Tomás Díaz, Roberto Pastoriza, Luis Manuel Cáceres (Tunti), Huáscar Tejeda, entre otros. Su muerte puso fin a 30 años de dictadura. El chofer Zacarías de la Cruz sobrevivió a la trama.
En su artículo «Día de la Libertad: ¿cómo fue ajusticiado Trujillo?», el historiador, pasado director de Efemérides Patrias, Juan Daniel Balcácer, publicado en Listín Diario, el 30 de mayo del 2012, el escritor publicó:
«Dentro de los grupos que conformaban el complot, el llamado ‘grupo de acción o de la avenida’, era el responsable de llevar a cabo la ejecución del tirano. Los principales líderes de la conjura habían obtenido la información de que cada miércoles Trujillo, habitualmente, viajaba a su pueblo natal… Pero el destino quiso que tal acontecimiento sucediera un martes, circunstancia fortuita que provocó que por lo menos tres de los miembros originales del grupo de acción se vieron imposibilitados de participar en el tiranicidio.
«El grupo de acción que iría a la avenida estaba conformado por nueve personas, que se distribuirían en tres vehículos, pero… sólo siete de los hombres que tenían la encomienda de fulminar a tiros al tirano se encontraban disponibles en la ciudad de Santo Domingo.
Los hombres de la avenida fueron Antonio de la Maza, Antonio Imbert Barrera, Salvador Estrella Sadhalá, Amado García Guerrero, Pedro Livio Cedeño, Huáscar Tejeda Pimentel y Roberto Pastoriza Neret, los cuales, por lo menos en tres ocasiones (los días 17, 24 y 25 de mayo), intentaron fallidamente enfrentarse al dictador, que extrañamente varió su itinerario en cada ocasión.
«Tan pronto Antonio de la Maza recibió la noticia de que esa noche ‘el hombre’ iría a San Cristóbal, procedió a verificar que la misma era fidedigna, y tras determinar que no disponía de tiempo suficiente…; sin pérdida de tiempo, contactó a los integrantes del grupo de acción accesibles en la capital. Todo se desarrolló vertiginosamente.
De la Maza, con no disimulada precipitación logró convocar a seis compañeros, a los cuales advirtió que la hora decisiva había llegado, y que las circunstancias exigían pasar de la teoría a la acción. Dos horas después [aproximadamente hacia las 7 de la noche], el teniente García Guerrero se comunicó por teléfono con el ingeniero Pastoriza y le aseguró que había confirmado que el hombre saldría esa noche fuera de la ciudad capital.
Pastoriza, a su vez, debió contactar al… ingeniero Huáscar Tejeda… Tres vehículos intervinieron en la ejecución de Trujillo. Una vez en la avenida, en las cercanías de la Feria Ganadera, hacia las 8:30 de la noche, los miembros del ‘grupo de acción’ se repartieron las armas y de inmediato decidieron separarse para esperar por su presa, conforme a un croquis que para tales fines había elaborado el ingeniero Pastoriza.
De acuerdo con el plan original, dos de los vehículos debían esperar por una señal de luces para bloquear la autopista y así obligar al carro del dictador a detenerse, de suerte tal que el auto persecutor pudiera alcanzar el blanco entre dos fuegos. En el primer auto, estacionado en las proximidades del Teatro Agua y Luz, en dirección oeste-este, viajaban Imbert Barrera, conductor; De la Maza, quien ocupaba el asiento derecho delantero; Estrella Sadhalá y el teniente García Guerrero, quienes iban sentados detrás.
En un segundo carro, estacionado a 4 kilómetros de la Feria Ganadera, también en dirección oeste-este, se encontraban el ingeniero Huáscar Tejeda y Pedro Livio Cedeño; mientras que el tercer automóvil, que se aparcó en el kilómetro 9 de la autopista en dirección hacia San Cristóbal, lo conducía el ingeniero Roberto Pastoriza.
Trujillo viajaba en el asiento trasero de su Chevrolet azul celeste, modelo 57, contiguo a la puerta posterior derecha. En el interior del vehículo había tres ametralladoras, además de la pistola de reglamento que portaba el chofer. Trujillo también tenía un revólver calibre 38 así como el maletín que acostumbraba llevar consigo, repleto de dinero.
Tan pronto los cuatro conjurados [los del primer auto, JA] avistaron el carro del déspota, se prepararon para perseguirlo. Con cierta premura encendieron el motor de su auto, hicieron un giro y de inmediato enfilaron en dirección este-oeste tras la codiciada presa.
En el momento en que el vehículo conducido por Imbert Barrera se colocó paralelo al de Trujillo, De la Maza y García Guerrero dispararon sus armas creyendo, erradamente, que habían fallado en su primer intento; pero en realidad no fue así.
El disparo de escopeta que hizo De la Maza dio en el blanco y resultó ser mortal para El Jefe. Ante el inesperado ataque, el chofer de Trujillo frenó bruscamente provocando que el automóvil manejado por Imbert lo rebasara velozmente. Fue entonces cuando Imbert (urgido por De la Maza) giró en ‘U’ aceleradamente y se situó a unos 15 metros de distancia del objetivo.
De inmediato los cuatro ocupantes del vehículo atacante se desmontaron, armas en mano, dando así inicio a un intenso tiroteo que, según apreciaciones de expertos militares, duró aproximadamente diez minutos. Trujillo y su chofer también salieron del vehículo, detenido en medio del paseo central de la avenida en posición diagonal (pues De la Cruz quiso intentar un giro a la izquierda para regresar a la capital).
Una vez fuera del carro, y parapetados detrás del mismo, el capitán De la Cruz respondía con ametralladora al fuego de sus atacantes, defendiéndose, al tiempo que trataba de proteger a su jefe.
Los dos Antonio, Imbert y De la Maza, tirados sobre el pavimento, solicitaron a Estrella Sadhalá y García Guerrero que los cubrieran, ya que tratarían de acercarse al carro de Trujilllo con el propósito de terminar rápidamente el enfrentamiento, que, según consideraban, se estaba prolongando demasiado.
De la Maza logró deslizarse por el pavimento hasta posicionarse detrás del vehículo de Trujillo, mientras que Imbert lo hizo por la parte delantera. La intensidad del tiroteo aumentaba cada vez más cuando, de repente, De la Maza, después de haberle disparado otra vez al tirano, gritó: ‘¡Tocayo, va uno para allá!‘.
«En medio de aquella lluvia de proyectiles, los atacantes del Jefe no se percataron de que el chofer de éste había cesado de disparar, replegándose hacia la maleza, mientras que Imbert sí pudo notar que una persona, evidentemente mal herida, se tambaleaba frente al vehículo en donde minutos antes se encontraba el hombre más poderoso del país.
Era Trujillo, cuyo metal de voz Imbert dice haber reconocido, pues el dictador naturalmente se quejaba de las heridas recibidas o profería palabras que en ese momento resultaron ininteligibles. Un certero disparo de Imbert, que Trujillo recibió en el pecho, detuvo su marcha, desplomándose estrepitosamente a casi tres metros de distancia de su atacante.
En ese preciso instante, Antonio de la Maza, a la velocidad de un rayo, emergió de la oscuridad de la noche aproximándose al cuerpo del dictador -que yacía sobre el pavimento ‘boca arriba, con la cabeza en dirección a Haina’- y le descerrajó un tiro de pistola en la barbilla, al tiempo que exclamó: ‘¡Este guaraguao no come más pollos!‘. En cuestión de minutos Trujillo estaba muerto y desde entonces es parte de la historia».