Valentín Pérez Mellado, catedrático en zoología : «El motor de la evolución no es otro que comer y no ser comido»

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Es un fenómeno estudiado, pero pocas veces hemos oído hablar de una de las etapas más emocionantes de la evolución. La vida en la Tierra se originó en el agua. Allí se desarrollaron infinidad de organismos, pero a partir de un determinado momento, algunas especies salieron a la superficie. Y entonces, no solo fue fundamental cambiar el modo de respirar y de desplazarse, también el modo de alimentarse.

¡Qué animal!, dedica un capítulo, “Gourmets”, a investigar las más sorprendentes formas de alimentación que ha desarrollado la fauna: dietas líquidas para colibrís, dietas vegetales muy bajas en calorías, ¡o incluso piedras para los avestruces!

El erizo se alimenta a través de la linterna de Aristóteles. Foto: RTVE

Y para llegar hasta ello, ha hecho falta un momento apasionante en la evolución, el que marca un punto de inflexión: ese salto del agua de los océanos a tierra firme. Valentín Pérez Mellado, catedrático en zoología de la Universidad de Salamanca, nos cuenta que “ese paso se produce porque hay algo que comer en el medio terrestre. Y ese algo son plantas vasculares y el sustrato alimenticio que esas plantas dan a los invertebrados, artrópodos, fundamentalmente”.  Y aunque nuestro imaginario nos lleve a ver a los anfibios como protagonistas de ese proceso, el investigador recalca: “Donde se produce el cambio real es en los reptiles”.

Algunas especies de hormigas pastorean pulgones para alimentarse de ellos. Foto: RTVE

En sus estudios centrados en la fauna de las islas Baleares, Pérez Mellado y su equipo han podido detectar adaptaciones específicas porque son espacios muy reducidos. “Los animales, sobre todo los reptiles, a lo largo de miles de años, se adaptan a comer prácticamente todo lo que hay…porque lo que hay es realmente muy poco.

Aparece lo que se llama la omnívora, que es comer con criterios muy establecidos sobre lo que es tóxico, lo que no lo es, lo que es alimenticio, lo que no lo es,… etc.”

Y nos deja esta conclusión definitiva: “El motor de la evolución no es otro que comer y no ser comido”

El avestruz come piedras que le ayudan en la digestión RTVE
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