Pañales a partir de residuos de la caña de azúcar
Edgar Romero, RT.
Cuando la joven ecuatoriana Carolina Serrano estudiaba en la Universidad de Investigación de Tecnología Experimental Yachay, también conocida como Yachay Tech, en la provincia de Imbabura, al norte de Ecuador, inició un proyecto que consistía en realizar hidrogeles a base de celulosa extraída del bagazo de la caña de azúcar, para diferentes aplicaciones biomédicas.
Ese proyecto lo comenzó al unirse a un grupo de investigación, que lideraba el profesor Frank Alexis. Un tiempo después, decidió participar en la competencia global Hult Prize, en el que buscaban un producto que sea más amigable con el medioambiente que los ya existentes.
Ahí surgió la idea de los pañales biodegradables, con el proyecto que denominaron ‘GelWear’, en el que no solo participaba Serrano, ahora ingeniera biomédica, sino también David Clavijo —graduado en la misma carrera—, la estudiante de esa profesión Victoria Suárez y su hermana Daniela Serrano, que estudia nanotecnología.
Con ello, pensaron en crear, por un lado, un producto diferente a los que están en el mercado, que son altamente contaminantes; y, por otro, aprovechar un residuo, el bagazo de la caña, que es desechado y quemado —causando incendios y una importante contaminación, al liberar a la atmósfera gases responsables de la crisis climática—, para darle una beneficiosa aplicación sin causar daño al medioambiente.
«Los pañales comunes ya utilizan celulosa como parte de sus componentes, una celulosa extraída, normalmente, del pino o, los que quieren ser ecoamigables, lo extraen del bambú, sin embargo, esa versión ecoamigable es carísima», cuenta, en entrevista con RT, Serrano.
Lo que tarda en degradarse un pañal
«Un pañal común, de los que actualmente se utilizan, tarda hasta 500 años en descomponerse», dice la entrevistada.
Muchas personas conocen que el pañal tiene celulosa, que es un material orgánico; pero, pocos identifican que este producto contiene derivados del petróleo, altamente contaminantes.
Serrano detalla que, aproximadamente, un bebé puede llegar a utilizar hasta «dos toneladas de pañales» en su vida; tomando en cuenta que usa unos ocho por día al nacer y alrededor de cuatro diarios cuando ya tiene dos o tres años de edad, que es cuando lo deja.
Entonces, son miles de toneladas de pañales las que se acumulan en cada país al año, que varía según su población y tasa de natalidad.
La ingeniera biomédica considera que, además, se convierten en un problema de salud pública, debido al mal manejo de los residuos, al mezclar plásticos con desechos orgánicos, que impiden su degradación y provocan la generación de plagas.
A finales de 2019, Vanuatu, un país insular localizado en el Pacífico Sur, con cerca de 300.000 habitantes, se convirtió en el primer Estado en prohibir los pañales de un solo uso para, justamente, luchar contra la contaminación.
Un producto híbrido
Aunque en principio Serrano y el equipo que formó con su hermana, Clavijo y Suárez pensaron en hacer un pañal completamente biodegradable, el costo para lograrlo era sumamente alto, por lo que se inclinaron por una versión híbrida, imitando el funcionamiento de las toallas sanitarias.
Entonces, diseñaron un pañal de tela, hecho a mano, al cual se le agrega el inserto o membrana desechable súperabsorbente biodegradable, que está elaborada a partir de la celulosa extraída del bagazo de la caña.
«El inserto tiene prácticamente el mismo funcionamiento que una toalla sanitaria, lo colocas, es el que va a recolectar los residuos del bebé y una vez que esté utilizado tú lo botas», explica Serrano.
Una vez hecho eso, se agrega otro inserto al interior del pañal de tela, y se evita, además, estar lavando esta prenda a cada rato.
Con este modelo, que incluye el pañal de tela, añade Serrano, se «evita el uso de todos los plásticos de recubierta por fuera, que da la función de protección del pañal reutilizable».
Además de eso, dice, «el pañal de tela es de algodón, lo que lo hace más compatible con todo tipo de pieles de bebé, o sea, es más hipoalergénico«.
Serrano menciona que, con los estudios que han realizado en el laboratorio, han comprobado que la celulosa también es «biocompatible» y puede estar en contacto con cualquier tipo de piel.
«De este modo, buscamos reducir al mínimo el uso de materia prima en un pañal», manifiesta e indica que la idea y el trabajo para hacer el pañal completamente biodegradable permanecen.
Rápida degradación
El plus del inserto biodegradable es que, a diferencia de los pañales que hay en el mercado, este puede tardar en descomponerse en «entre tres y seis meses» en «las condiciones ambientales que normalmente rigen en Ecuador» y en casos más extremos, «sería en un año, máximo», señala la creadora. Una diferencia abismal respecto a productos que se usan actualmente.
Para que esto suceda, la idea es que se deseche junto a la basura orgánica, explica Serrano.
«El enfoque que le damos es reciclar y recolectar los residuos orgánicos para que sean compostables y generar biocombustibles o generar compostas para la agricultura y otro tipo de situaciones», detalla.
Mientras el proyecto avanza, también han pensado en sacar una línea completamente reutilizable, es decir, con un inserto lavable, que funcionaría de la misma manera.
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