“Los que sufren los peores efectos del cambio climático son también los que tienen que lidiar con los residuos”
Peter Godart (Nueva Jersey, 1992) es investigador postdoctoral y docente en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, EE UU). Su investigación se centra en buscar nuevas formas de mitigación y adaptación frente al cambio climático.
En concreto, ha desarrollado un sistema que permite utilizar la chatarra de aluminio −un material muy barato, abundante y energético− para convertirlo en hidrógeno, que se puede utilizar para desalinizar el agua y producir electricidad. El avance se presenta cuando el aluminio se amontona en los vertederos de todo el mundo por las complicaciones en su reciclaje.
Esta nueva tecnología es especialmente valiosa para las comunidades más afectadas por los desastres naturales (huracanes, inundaciones, incendios), que no dejan de aumentar debido a la crisis climática. El sistema podría ayudar a lidiar con la gran cantidad de residuos que se originan en estas catástrofes.
Godart ha visitado recientemente España para participar en el simposio internacional El futuro de la energía: abordando el cambio climático, organizado por la Fundación Ramón Areces, y SINC tuvo la oportunidad de hablar con él.
Antes de investigar estas tecnologías de mitigación y adaptación contra el cambio climático estuviste en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA. ¿Por qué te cambiaste?
Mientras estaba en el JPL, dediqué la mitad de mi tiempo a trabajar con el equipo responsable del funcionamiento del rover Curiosity; y la otra mitad, a sistemas de energía para los módulos de aterrizaje en Europa, una de las lunas de Júpiter.
Una de las tecnologías en las que estaba trabajando −y que más tarde se convirtió en la base de mi investigación de doctorado− era el uso del aluminio como portador de energía. La idea era que teníamos estos robots que aterrizarían en Europa, que es básicamente una gran bola de hielo, y luego comenzarían a consumir partes de sí mismos que ya no necesitaban para obtener energía. Si ya no le hacía falta su tren de aterrizaje, lo metería en el hielo. Este empezaría a reaccionar y crearía hidrógeno, que serviría para hacer funcionar al robot.
Entonces empecé a darme cuenta de que me pasaba todo el tiempo resolviendo problemas en otros planetas. Esto fue más o menos cuando la gente (al menos en EE UU) estaba entusiasmada con la posibilidad de enviar humanos a Marte y ‘terraformar’ el planeta rojo. Yo me pasaba todo el día mirando a través de los ojos de este robot en Marte, y sentí una desconexión con las ambiciones de la sociedad de dejar nuestro planeta: lo hemos destrozado tanto que necesitamos ir a otro, que es menos habitable que el actual. De repente noté que debía hacer algo y pensé: “Tengo que resolver esta cuestión y empezar a pensar en los problemas que hay en la Tierra”.
Así desarrollaste el sistema que utiliza aluminio para generar hidrógeno, que luego puede ser transformado en electricidad. ¿Cómo funciona?
El aluminio reacciona de forma natural con el agua, se oxida y eso produce hidrógeno y calor. Cuando tienes aluminio a granel (por ejemplo, alguna pieza de tu bicicleta) y llueve, no comienza a reaccionar espontáneamente. Eso es porque este metal desarrolla una fuerte capa de óxido en el exterior, que evita que interactúe con el agua.
Como yo sí quiero que reaccione, tuve que idear formas de romper esa capa de óxido, y la forma que descubrimos fue introducir una aleación líquida de galio e indio.
¿Qué ventajas tiene esta tecnología?
El hidrógeno es un buen portador de energía, hay mucha por cada kilo. Y cuando se oxida −es decir, cuando se quema− solo produce agua, por lo que no hay emisiones de carbono asociadas. En la Tierra este gas no existe de forma pura porque es muy reactivo, siempre se convierte en agua, así que necesitamos aportar energía para obtenerlo en los sistemas. Así almacenamos energía en forma de hidrógeno.
Pero una vez hemos generado hidrógeno como gas, “¿cómo lo almacenamos?”. Podemos hacerlo en un gran tanque, pero solo seríamos capaces de conseguir una densidad de almacenamiento efectiva del 5 %. Esto se puede aumentar significativamente licuando el hidrógeno, al enfriarlo y someterlo a una alta presión.
Aunque otra forma de conseguirlo es almacenarlo como agua y luego producir el hidrógeno exactamente cuando lo necesitas. Esto es lo que estamos haciendo con el aluminio. De esta manera, si necesitas hidrógeno, puedo darte aluminio para que lo hagas reaccionar con agua y producirlo. Además, esta reacción puede almacenar hidrógeno con una densidad energética cinco veces superior a la del hidrógeno líquido.
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