Descubren el nenúfar gigante más grande del mundo
Los nenúfares están entre las plantas con flores más antiguas del mundo. Algunas de las especies más famosas son las del género Victoria, nombrado así en honor a la Reina Victoria de Inglaterra, en 1852. Hasta ahora, este género estaba formado por dos especies de nenúfares gigantes, Victoria amazónica y Victoria cruziana. Sin embargo, tras años de estudio, un artículo publicado hoy en la revista Frontiers in Plant Science, liderado por un equipo del Real Jardín Botánico de Kew, en Inglaterra, confirma la existencia de una tercera especie, Victoria boliviana, sugieren que las especies boliviana y cruziana pudieron haber divergido hace alrededor de un millón de años. Es el primer descubrimiento de un nenúfar gigante en más de un siglo que, además, se posiciona como el más grande del mundo.
Si bien esta nueva especie fue descubierta y dibujada por primera vez por el naturalista Tadeo Haenke en 1801, tras la expedición española de Malaspina,, y algunos ejemplares han estado depositados en el Kew durante más de 177 años, al no estar descrita científicamente se ha confundido, durante años, con la especie Victoria amazónica. No fue hasta 2006 cuando Carlos Magdalena, científico y horticultor botánico de Kew, sospechó que algo no cuadraba. «Desde que vi una foto de esta planta en internet por primera vez, en 2006, estuve convencido de que era una nueva especie. Para mí, estaba claro que esta no se ajustaba del todo a la descripción de ninguna de las especies conocidas de Victoria. Por lo tanto, tenía que ser una tercera», cuenta.
Comenzó a investigar y, en 2016, las instituciones bolivianas Jardines La Rinconada y el Jardín Botánico de Santa Cruz de La Sierra donaron una colección de semillas de nenúfares gigantes de esta presunta tercera especie al Kew. Cuando Magdalena germinó y cultivó las semillas, viendo crecer los nenúfares junto a las otras dos especies de Victoria, supo de inmediato que no eran iguales.
Tres metros de ancho
Al mismo tiempo, Lucy Smith, miembro del equipo de artistas botánicos del Kew, se encontraba actualizando las ilustraciones de las dos especies conocidas de Victoria y, cuando las primeras flores de Victoria boliviana se abrieron, también detectó diferencias únicas que describió en sus ilustraciones.
Por su parte, otros dos científicos del Kew, Natalia Przelomska y Oscar A. Pérez-Escobar, analizaron el ADN de la planta y encontraron que era muy diferente genéticamente de las otras dos. Los resultados sugieren que Victoria boliviana se relaciona más estrechamente con la especie Victoria cruziana, y que ambas divergieron hace alrededor de un millón de años.
Además, los autores del artículo recopilaron la información existente de registros históricos, horticultura y geografía y confeccionaron una base de datos de las características de la especie. Para ello utilizaron la ciencia ciudadana -a través de la plataforma iNaturalist y mensajes en las redes sociales con etiquetas sobre Victoria o nenúfares gigantes-, especímenes de herbario y colecciones vivas en todo el mundo.
Victoria boliviana presenta flores blancas, que luego se vuelven rosas, peciolos espinosos y hojas que crecen hasta los tres metros de ancho en estado natural. «Tener estos nuevos datos para el género Victoria e identificar una especie nueva es un logro increíble en botánica — identificar y documentar debidamente la diversidad de plantas es importantísimo, porque aúna los conocimientos de muchas disciplinas diferentes –, horticultura, ciencia, y arte botánico», ha expresado Alex Monro, taxónomo, sistemático y botánico de campo en Kew. Los científicos decidieron nombrar así la nueva especie en honor de los compañeros bolivianos y el hogar donde crece este nenúfar en América del Sur, los ecosistemas acuáticos de Llanos de Moxos.
El del nenúfar gigante Victoria boliviana quizás sea el descubrimiento botánico más disparatado en décadas. Bazas tiene para ello, desde luego: llega a medir más de tres metros, es tan robusto que puede soportar el peso de un humano adulto, da unas flores vistosas y —sin duda lo más chocante de todo— lleva a la vista 177 largos años. Y no en un meandro remoto de la Amazonía. No. La enorme planta estaba bien controlada en Kew Gardens, en pleno corazón de Reino Unido.
Y pese a todo, acabamos de identificarla ahora.
Los primeros especímenes de Victoria se trasladaron a Reino Unido desde Bolivia hacia mediados del siglo XIX y tras examinarlos los científicos les asignaron dos etiquetas: estaban las amazónica y cruziana. Ahora sabemos sin embargo que en las cajas salidas de Sudamérica viajaba una tercera especie, la recién designada Victoria boliviana, que recibe su segundo nombre en un guiño a la nación de origen del nenúfar y los investigadores bolivianos que han facilitado el hallazgo.
Como relata la BBC, el botánico Carlos Magdalena, eminencia mundial en nenúfares y líder del equipo de investigación, sospechaba desde hacía tiempo que aquellos gigantescos ejemplares con hojas de hasta tres metros de ancho no pertenecían ni a la especie amazónica ni a la cruziana. En su opinión se trataba de algo distinto, una nueva especie que aún no se había identificado.
En 2016 donaron algunas semillas de aquel misterioso nenúfar gigante a Kew. Allí germinaron, allí las cultivaron y allí, tras seguir su desarrollo paso a paso y compararlo de forma concienzuda con las amazónica y cruziana, llegaron los expertos a la conclusión de que lo que tenían ante sus narices era una especie distinta.
El hallazgo es mucho más que una curiosidad. Deja, a su modo, tres grandes lecturas.
La primera y más llamativa es que, con sus hojas de tamaño XXL, la Victoria boliviana se ha convertido en la especie de nenúfar más grande del mundo. La segunda, como reconoce el equipo, es que demuestra cuánto trabajo tenemos aún por delante en botánica. “Tal vez podamos usar las plantas más grandes y carismáticas para resaltar el hecho de que hay muchas especies que aún no son conocidas por la ciencia y no se entienden”, resalta la artista botánica Lucy Smith.
Afinar nuestro conocimiento también nos da mejores herramientas para la conservación. Y esa sea quizás la lectura más urgente de todas. “Ante la rápida pérdida de biodiversidad, describir nuevas especies es una tarea de fundamental importancia”, concluye Natalia Przelomska, de Kew.
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