El casabe ancestral viaja a Paraguay con la UNESCO
La décimo novena sesión del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO se desarrollará entre el 2 y el 7 de diciembre de este 2024 en Asunción, Paraguay.
Los 24 Estados miembros del Comité en representación de los 183 Estados parte de esta Convención examinarán un total de 63 candidaturas de inscripción, a saber:
58 candidaturas para la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad,
2 candidaturas que requieren medidas urgentes de Salvaguardia,
3 propuestas de Buenas Prácticas de Salvaguardia.
Entre las candidaturas para la Lista Representativa como Patrimonio Cultural inmaterial de la Humanidad se encuentra la del casabe, en lo que además constituye el primer expediente multinacional presentado por América Latina y el Caribe ante la UNESCO.
El casabe nuestro de cada día como candidatura es llevado por la laboriosa información y orgullo de cinco naciones: República Dominicana, Venezuela, Haití, Cuba y Honduras, que unieron sus esfuerzos, memorias y estudio para lograrlo.
«Conocimientos y prácticas tradicionales para la elaboración y el consumo del Casabe», título del expediente, reúne a estos cinco países en torno a un producto alimenticio ancestral y vigente.
«Inicialmente, en 2019 recibimos en Caracas una carta de República Dominicana, invitándonos a hacer un expediente binacional, tal como se trabajó en el expediente ‘Cantos de Trabajo de los Llanos’, que lo hicimos entre Colombia y Venezuela», dijo el profesor Benito Irady, Presidente del Centro de la Diversidad Cultural de Venezuela.
Señaló que, en principio, se enviaron los insumos y luego se decidió que debido al interés suscitado el expediente se iba a extender a una propuesta multinacional. La discusión sobre los contenidos permitió ponerse de acuerdo con las otras naciones, sobre todo porque los casabes producidos en cada país se elaboran con técnicas locales..
Algo de historia
En sus carabelas Pinta y Niña, y en su gran nao Santa María (la cual comandaba Colón), los españoles avistaron tierra. Venían desesperados por las enfermedades y sobre todo por el hambre. Fue entonces cuando descubrieron lo que ya los originarios de estas tierras habían descubierto 2.500 años antes.
Los ibéricos se toparon con la Abya Yala y se toparon con el casabe, creación de los aborígenes que llegaron al mar desde el agua dulce del Orinoco y la cuenca amazónica, zona donde está la génesis de la yuca.
Los ibéricos entonces se encontraron acá con el pan de los originarios, más duradero, sano y bueno. Fue el primer producto del que trataron de apoderarse.
No conocían la yuca y tampoco sabían del camino de siglos recorrido por los arahuacos, caribes, taínos y otros pueblos más, y posteriormente los garífunas, para encontrar el método perfecto de hacer ese pan versátil, diverso, y con tantas formas de saborearlo. Entonces ocurrió el primer gran saqueo pues ya no querían ni podían comer el pan de trigo mohoso y maloliente.
De los ibéricos, los pueblos de Abya Yala se liberaron con sangre, sudor y resistencia, y a pesar del exterminio, quedaron la ancestralidad, la memoria y la tradición vivas y vigentes.
Yuca y casabe
A los efectos es importante destacar que la yuca, reconocida por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) como un nutriente esencial en el siglo XXI, ya existía antes de la era cristiana, y la elaboración del casabe con yuca amarga y yuca dulce marchó desde Guayana y el Amazonas para llegar a territorios del Caribe donde aún se conservan su elaboración y consumo, con distintas modalidades.
La yuca es un tubérculo originario de América y principal cultivo de la época precolombina. No fue el único. Ya sabemos de lo que América le aportó a Europa en materia alimenticia: la yuca (mandioca), la papa, la batata (boniato), el maíz, el cacao, el tomate, la auyama (calabaza), la piña, los frijoles, el maní (cacahuate), el aguacate, el tabaco, entre otros.
Al comienzo nada fue color de rosas porque si bien es cierto que nuestros originarios descubrieron la yuca, no sabían cómo procesarla y al comerla sin procesamiento morían. Fue lo que motivó para buscar las maneras de convertirla en alimento para ellos. Y así fue.
Decidieron ponerla a hervir en agua, y se dieron cuenta de que al consumirla así morían menos personas. También la rallaban y colaban y, alegría, menos originarios fallecían. Supieron entonces que era el líquido de la yuca y no ella la causa de los fallecimientos y comenzaron un proceso de decantación sabio y persistente. El pan de los originarios, pan de yuca, resultó mejor que el de trigo.
Los dominicanos, quienes propiciaron la iniciativa que se evaluará en la próxima cita de la UNESCO en Paraguay, a través de sus estudios recuerdan que cuando Colón se acercó a nuestros predios ya existía el casabe en ese territorio insular. Lo hacían grueso, y el español se dio cuenta de que no se dañaba como el pan de ellos. El padre Fray Bartolomé de las Casas en sus escritos dio cuenta de lo grueso que era ese pan, tan grueso que al partirlo sonaba, y duro.
Resistencia cultural
El profesor Benito Irady explica que la palabra casabe proviene del arahuaco «cazabi». En Cuba, al casabe se le nombra como «pan de los indígenas»; en Haití, «kwit» y «cazabi»; en Honduras, «ereba»; en República Dominicana, «casaba de los taínos». Por su parte, entre los kariña venezolanos se denomina «areepa»; entre los kurripaco, «pete»; entre los mapoyo, «sere», pero se trata del mismo patrimonio vivo legado por los ancestros originarios.
Acá no se trata solo de un tema ancestral gastronómico. No. Se trata de un tema de cultura de resistencia de varios siglos porque la carga cultural que el casabe trae consigo es innegable.
En Cuba, por ejemplo, el casabe corre parejo con la historia de la mayor de las islas del Caribe. Los originarios supieron cultivar la tierra para que produjera abundante yuca. Ellos abrían canales para el riego, y lo hacían cerca de los bohíos para tener a mano la materia prima alimentaria. Y todo esto logrado 2.500 años antes de que los de España avistaran la Abya Yala.
En Honduras, el casabe o «cazabe», es un verdadero manjar con base en la yuca. El casabe, tortilla de yuca, cautiva tanto a hondureños como a extranjeros, una herencia ancestral de la cultura garífuna y hondureña. Dentro de la cultura garífuna la yuca es uno de los ingredientes básicos de la dieta diaria.
Para el pueblo garífuna la tortilla de casabe hecha de pura yuca es la mejor fuente de fibra sin aditivos químicos, ayuda a mantener una buena digestión y a protegerse del cáncer de estómago.
En Haití, por ejemplo, a la ralladura de la yuca muchas veces se le agrega ralladura de coco, lo que termina siendo una exquisitez nutricional y gastronómica.
En Venezuela el secreto está en el acompañamiento sobre la torta del casabe, que puede ir desde el pescado, la carne, los vegetales, o el dulce de papelón con el que se preparan las Naiboas. En la mesa oriental venezolana no falta jamás el casabe, sobre todo a la hora del hervido o sopa.
En fin, que la torta de casabe que durante siglos ha estado en la mesa de los pueblos caribeños y latinoamericanos marcha airosa a Paraguay.
El profesor Raúl Cazal, presidente del Centro Nacional del Libro de Venezuela, viajará junto a George Amayz, Coordinador de la Oficina Técnica de Enlace con la UNESCO del Centro de la Diversidad Cultural, y dos representantes del Poder Popular de Venezuela para estar junto a los representantes de Honduras, Haití, República Dominicana y Cuba en esta cita que agregará seguramente un eslabón más a la heroicidad resistente del casabe, nacido de la yuca con manos de los arahuacos en las riberas del Orinoco.