A menos que haya vivido bajo una roca, no podía perderse el éxito viral del cortometraje de Loewe protagonizado por la actriz estadounidense Aubrey Plaza. Ella, y su inexpresivo diálogo «Jar Jar, mi mejor amigo» (una línea ya icónica del sketch) estuvieron presentes en el Palais de Tokyo de París, para anunciar el ganador del Premio Loewe de Artesanía 2024.

Seleccionado por su habilidad para transformar algo tan humilde como la tradicional técnica de pellizcar arcilla en un objeto que parecía a la vez arqueológico y digital, el mexicano Andrés Anza se llevó a casa el gran premio, dotado con 50 mil euros (55 mil dólares).

«Quiero que la gente sienta familiaridad y curiosidad al ver esta obra», dice el ganador del Premio Loewe de Artesanía 2024, «como un extraño al que acaban de conocer y piensan: «Oh, me recuerda a mi amigo», pero no saben exactamente a quién ni por qué».

Después de la cocción, la escultura en forma de tótem —sin ningún soporte interno y derivada por completo de un concepto apilable— fue acabada con pintura acíclica para conseguir un aspecto monocromo consistente que juega con la luz y la sombra, dándole una presencia real, como si de repente pudiera moverse o interactuar. La brillante manera de Anza de encontrar un ritmo y una estructura dentro de lo que es un proceso meditativo y orgánico, añade más profundidad.

«Creo que lo que a todo el jurado le gustó de la obra de Anza fue la idea de que no se podía datar», dice Jonathan Anderson, director creativo de Loewe y artífice del premio de artesanía, «podía ser contemporánea o tener mil años, o ser de la semana pasada».

Haciendo honor a su condición de edición más ambiciosa de la iniciativa hasta la fecha, el Premio Loewe de Artesanía 2024 rompió con la tradición, con no dos, sino tres menciones especiales: El artista francés Emmanuel Boos, que creó una mesa con 98 ladrillos de cerámica que podían separarse del armazón; la diseñadora japonesa Miki Asai por sus anillos escultóricos adornados con vasijas en miniatura hechas de conchas de mar, cáscaras de huevo trituradas y madera; y Heechan Kim, de la República de Corea, que utilizó técnicas de fabricación de barcos para doblar finas tiras de fresno y crear una vasija arquitectónica que se puede ver por dentro y por fuera.

Desde su debut en 2016, el Premio Loewe de Artesanía se ha esforzado por enriquecer el ecosistema creativo catapultando al contexto actual las técnicas de fabricación tradicionales, que representan el saber hacer y las habilidades articuladas a lo largo de los siglos, desde el teñido de corbatas y el trabajo de cerámica enrollado a mano hasta el tejido de crin de caballo y el soplado de vidrio en polvo.

Muchos finalistas han colaborado con Loewe en colecciones de edición limitada (por ejemplo, Takuro Kuwata, el finalista de 2018, fue invitado a desarrollar decoraciones de cerámica para los vestidos de otoño invierno 2020/21 de Loewe y la ganadora del premio de 2019, Genta Ishizuka, que creó joyas escultóricas lacadas para el desfile FW22) o instalaciones arquitectónicas de tamaño natural en tiendas, como la obra de bambú retorcido del finalista de 2022, Chikuunsai Tanabe, que envuelve la boutique de la marca en Barcelona.

«Cuando me incorporé por primera vez a la marca, recuerdo que le dije a Delphine Arnault que realmente quería que Loewe fuera una marca cultural, sin saber lo que sería», dice Anderson.

«Diez años después, muchas colecciones transgresoras (que incluyen vestidos fusionados con corazas metálicas y hierba que crece de los abrigos) y el mayor premio de artesanía del mundo, ese eslogan se ha convertido en el manifiesto de la casa. Para Anderson —cuya pasión por la artesanía se remonta a los recuerdos de su infancia, cuando dibujaba la colección de jarrones de delft de su abuelo—, ofrecer a los creadores una incubadora creativa es un objetivo tan importante como los bolsos y la ropa que diseña, «si no mayor».

«Al principio era muy difícil incluso conseguir que la gente se presentara porque el mundo de la artesanía puede ser un mundo muy vigilado», dice.

Pero ahora, impulsado por la probada trayectoria de Loewe de inversión en comunidades artesanas —por ejemplo, su apoyo a las comunidades de cestería de Colombia, donde la marca ha construido escuelas y talleres— y la incansable defensa de Sheila Loewe, presidenta de la Fundación Loewe, el premio está llegando más lejos con una edición muy amplia, tanto en términos de territorios participantes como de habilidades representadas.

Este año se han elegido 30 finalistas de entre más de 3,900 candidaturas que representan a 124 países y regiones; su producción creativa es igual de diversa.

La obra finalista del artista chino Yuefeng He presenta una interpretación actualizada de la antigua técnica de lacado en seco kanshitsu, utilizada para cubrir una escultura de bambú transparente con una superficie metálica similar a la tela; el artista textil congoleño Patrick Bongoy ha tejido un tapiz abstracto con neumáticos de caucho reciclados, sus cámaras de aire y silicona; mientras que Aya Oki, artista del vidrio afincada en California, combinó múltiples técnicas de taller en caliente para crear una escultura que recuerda a pompas de jabón iridiscentes.

Las obras preseleccionadas —elegidas por un jurado compuesto por comisarios internacionales, líderes de la industria del diseño y finalistas de años anteriores— no solo representan el deseo de proteger la artesanía histórica actualizando, mezclando y reinventando técnicas de todo el mundo, sino también la humanidad que hay detrás de la «fabricación», ya que los objetos también cuentan historias muy personales.

Primitive Structures, la mesa de madera reciclada del artista coreano Weon Rhee toma su forma escultórica del tiempo que pasó ayudando en la granja de setas de su padre.

El tapiz naranja y crema de Ferne Jacobs es una metáfora de los 50 años que ha pasado perfeccionando técnicas de enrollado y tejido, mientras que la escultora Alison Croney Moses se ha traído a su hija pequeña a París para la muestra. «Nuestro trabajo debería reflejar nuestra vida», dice, «no deberíamos tener que elegir entre nuestra pasión y el cuidado de los niños».