La tranquilidad dentro la vorágine: la artesanía colombiana

28-10-2022
Artesanía
L Officiel, México
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Pareciera que el mundo en el que vivimos corre a una velocidad inalcanzable y que bajarnos del vagón de la cotinianidad –aunque sea por un momento– resultaría en posibles pérdidas de oportunidades o sueños. Sin embargo, hoy más que nunca resulta necesario detener el paso agitado y celebrar en total presencia todo lo que nos envuelve y nos arropa, celebrar la localidad, celebrar el slow fashion

El mundo de la moda desde hace décadas es un tren de alta velocidad que con el tiempo he aprendido a valorar y vivir con más gentileza. 

Una perspectiva de la moda que requirió un proceso de descubrimiento personal y que tuvo sentido hasta que comencé a dedicar menos tiempo en mis viajes de trabajo a los grandes desfiles de moda o a los eventos más exclusivos repletos de celebridades; para así observar en plenitud el proceso personal de creación.

Lejos del frenesí que efectivamente se vive en la actualidad de la moda, existe una industria paralela en donde es posible vivirla de manera tranquila y presente, la moda local y artesanal.

Un buen ejemplo sería la marca colombiana Verdi, dedicada a los productos de lujo tejidos a mano; solo hace falta sumergirse en el taller de Tomás y Cristina Vera, donde los artesanos tejen entre risas las tradiciones familiares que reviven tejido tras tejido en la lejanía del ritmo de las apresuradas manufacturas. Sus celebres bolsas, como buen proceso artesanal, tardan casi 8 semanas en estar terminadas, por lo que hay que ser paciente para ser acreedor a una. 

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Taller de Verdi fotografiados por Cindy Fan. Cortesía de la fotógrafa.

El slow fashion también puede ser un espacio para la experimentación y diversión, como esos momentos vívidos de la infancia, donde la diversión era más pura y libre. Aún recuerdo la primera vez que le pedí a la extraordinaria diseñadora Mercedes Salazar, dedicada a la joyería y accesorios, si podía entrar a su despacho mientras ella estaba afuera de su sede en Bogotá.

Ahí, tuve la oportunidad de sentarme en la silla de su estudio y sentirme inmerso en el día a día que atraviesa su estudio; quería explorar cada rincón del espacio en el cual ella hace que las cosas sucedan, así como si fueran un verdadero acto de magia. 

En sus talleres muchas veces me ha tocado ver prototipos que probablemente jamás llegarán a las vitrinas de las boutiques más exclusivas del mundo pero que representan el «juego» de crear en armonía, la exploración que conecta de la manera más auténtica con la curiosidad individual y en equipo de las mentes que conforman su marca.

«Este prototipo es para una gran casa de », me compartió Gaby Martinez, directora comercial de Mercedes Salazar, quien me guiaba en mi exploración por los talleres, en donde descubrí los 4 pisos con esas imponentes vistas a los Andes colombianos, donde sueldan las estructuras en acero de sus coloridas bolsas. Sin darme cuenta me encontré jugando como un niño en el mundo de Mercedes, un mundo lleno de diversión, color y fantasía.

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Taller de Mercedes Salazar fotografiados por Cindy Fan. Cortesía de la fotógrafa.

El slow fashion nos enseña que la moda también es un universo en donde se respira quietud, risas y amor incondicional; un lugar donde uno se siente en casa. Esta es solo una parte de cómo vivo la moda, mi moda; la misma a la que decidí dedicarle una parte importante de mi vida y que me tiene aquí compartiendo mis experiencias. Larga vida a la moda que trasciende el tiempo, en quietud, sin apuro.