Candidatos PLD

29-09-2021
Anjá
Ojalá, República Dominicana
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La ira, como sentimiento, oculta dentro de ella misma, de forma implícita, la profunda vinculación que tiene con el sentimiento que la desencadena, el temor. Por eso, los seres humanos cuando tenemos reacciones airadas es porque muy probablemente estemos ante una situación que nos provoca miedo, y donde hay miedo tarde o temprano habrá frustración.

Y esto lo digo, por las amplias reacciones, algunas airadas, que han surgido por parte de un grupo oficialista y sus aliados opositores ante la inminente salida al ruedo en busca de la candidatura presidencial del PLD por parte de Abel Martínez, Francisco Domínguez Brito, y más recientemente Margarita Cedeño. Parece molestarles a algunos que el PLD inicie abiertamente la búsqueda de su candidato o candidata a la presidencia, a pesar de que sus partidos ya tienen candidatos hacia el 2024.

Aunque desde nuestra perspectiva, las molestias son otras, como, por ejemplo, que estos aspirantes sean figuras frescas que nunca han ocupado la silla presidencial pero que tienen probada experiencia en las funciones públicas que han desempeñado. También, la novedad de que se presente ante nuestros ojos una transición democrática que fomenta el relevo generacional y da paso a nuevos actores políticos.

Es por otra parte el fantasma de más de una década y un lustro de estabilidad económica, social y política ofrecida a la sociedad dominicana por el PLD, lo que persigue a quienes, desde sus falacias populistas, por negación del antecedente o sus falacias tu quoque, buscan justificar sus errores en el supuesto error contrario, intentando ocultar su incapacidad de planificación, dirección y gestión del Estado.

Por otro lado, la nostalgia embarga a los que se fueron, seguramente pensando en un fue que se resiste a serlo, sin entender que el adjetivo calificativo de “traidor”, es mucho mas sinónimo de tránsfuga o de machista que de persona políticamente independiente que se resiste a ser soslayada en su accionar público, algunas veces simplemente solo por ser mujer.

Por lo visto la ira alberga un profundo temor en aquel que ha cambiado una ciudad y puede cambiar un país, en aquel que anhela que construyamos futuro juntos o en aquella que desea volver a la felicidad y al optimismo para hacer historia. Esos que ya mencioné no están a destiempo, pues los seres humanos somos víctimas confesas del tiempo, y la estrategia temprana no se basa en el desgaste sino en la consolidación.

Tengo la esperanza de que los hoy críticos estériles no acudan al estadio Cibao para que no le pregunten ¿“tiene miedo?” o que en su defecto no se presenten a ningún barrio de la capital para que ningún ciudadano lo mire y le diga “¿ta asutao?”.

Porque será ahí, justo en ese instante que se darán cuenta de que el azar no distingue, y entonces habrá más ira y temor como si los asaltara un contagio, y entenderán que las palabras nunca vuelven a su punto de origen sin haber causado su efecto.