Conservadurismo social

07-05-2021
Anjá
Hoy, República Dominicana
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Desde 1980, se han impuesto en el mundo las tendencias conservadoras que emanaron de Estados Unidos en el Gobierno de Ronald Reagan. El proceso no ha sido homogéneo, pero tiene algunas coordenadas compartidas.

Lo primero a señalar es que el conservadurismo social es parte de un entramado de conservadurismos.

A nivel económico se ha expresado en lo que se acuñó como neoliberalismo: la idea de que una económica funciona mejor si el Estado tiene un papel limitado y la empresa privada opera sin obstrucciones gubernamentales. Se postula que, en esas condiciones, las sociedades prosperan más.

Bajo esa ideología se promovieron en los países del capitalismo desarrollado menores tasas impositivas, supuestamente para toda la ciudadanía, pero, en la realidad, ha sido para beneficiar a los que más tienen. De ahí que en las últimas décadas aumentaran considerablemente las desigualdades económicas con su secuela de males sociales.

El conservadurismo político ha consistido en poner trabas a la expansión de la participación ciudadana en la política, porque el proyecto conservador de fines del Siglo 20 surgió en respuesta a los movimientos sociales de las décadas de 1960 y 1970, entre ellos, el movimiento por los derechos civiles, el movimiento feminista, el movimiento LGBT y el ambientalista.

El conservadurismo social se ha centrado en la campaña de las jerarquías de las iglesias por contraponer la Biblia a los derechos de las mujeres y de la comunidad LGBT. Más recientemente, el conservadurismo social también ha adoptado un discurso antinmigrante.

En los Estados Unidos, este movimiento conservador ha tenido como vanguardia al Partido Republicano, que apoya mayoritariamente la población blanca evangélica. En Europa han surgido diversos partidos de ultraderecha, como Vox en España.

En los países subdesarrollados, el conservadurismo contemporáneo se manifiesta de distintas maneras, aunque hay directrices compartidas.

En la República Dominicana, el neoliberalismo se expresó en la privatización de muchas empresas estales durante el Gobierno de Leonel Fernández de 1996-2000. El gasto social se mantuvo contenido y se impulsó un gran programa de obras públicas que permitió el enriquecimiento de políticos y constructores. El Estado dominicano está anclado en una amplia estructura clientelar por el subdesarrollo del capitalismo.

El conservadurismo político contemporáneo tomó cuerpo en 1996 con la formación del Frente Patriótico, mediante el cual Balaguer dio apoyo electoral al PLD, y el PLD se configuró desde el poder a imagen y semejanza de su aliado Balaguer, no de su progenitor Bosch. Así recibió el apoyo de la derecha rancia durante la mayor parte de su mandato.

El conservadurismo social dominicano se ha articulado en tiempos recientes en contra de los derechos reproductivos de las mujeres, de la comunidad LGBT y de los inmigrantes y sus descendientes. Las tres causales son ahora el foco de ataque de las huestes conservadoras.

Un Gobierno con sentido claro de la separación institucional entre el Estado y las iglesias aprobaría las tres causales. No lo hizo el PLD, aunque sus dos presidentes vetaran el Código Penal que no las incluía. En su temprana presidencia, Luis Abinader rehúye la aprobación de las causales para congraciarse con las jerarquías de las iglesias, a pesar de haber expresado apoyo en la campaña.

Una retranca fundamental para el avance del progresismo en la República Dominicana es que no hay diferenciación ideológica entre los partidos políticos: todos convergen hacia el conservadurismo, aun cuando en la oposición se definan progresistas. Así sucedió con el PRD, con el PLD, y ahora con el PRM. 

La segunda es que no hay un segmento del empresariado comprometido realmente con la modernización del capitalismo. Y la tercera es el bajo nivel educativo.