Las reuniones por Zoom no son agradables

25-04-2021
Ciencia, Tecnología e Innovación
Ojalá, República Dominicana
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La pandemia nos ha obligado a muchas cosas, más allá de usar mascarillas o siempre andar con gel antibacterial en los bolsillos o la cartera. 

La lista de cosas que han cambiado ante la situación desatada por COVID-19 es extensa,y una de las que más hemos sentido como seres gregarios que somos es la limitante de reunirnos presencialmente con amistades, familiares o, incluso, compañeros de trabajo. 

Aunque un año después las cosas se han ido relajando y la gente ha empezado a socializar casi como antes, una estampa típica de la pandemia y el confinamiento amenaza con quedarse por largo tiempo: las reuniones por Zoom, extensivas a otras plataforma de videollamadas.

Cuando la pandemia apenas comenzaba en marzo y abril 2020, que fue igualmente cuando se impusieron cuarentenas, toques de queda y demás, plataformas como Zoom, Hangouts, Skype y Teams se vieron como una solución idónea a los retos impuestos por la COVID-19.

Al tiempo de permitir reuniones de trabajo remotas, estas plataformas, con Zoom a la cabeza, igualmente hicieron las veces de punto de socialización virtual, celebrándose por ahí cumpleaños, cenas familiares y hasta encuentros navideños. 

Pasado ya un año, la novedad y la magia asociadas a Zoom y otros servicios de videoconferencia se ha ido agotando, al punto que hoy es más un fastidio que otra cosa el recibir una invitación para participar en uno de estos encuentros virtuales. 

¿Qué ha pasado? Es muy sencillo. El ser humano es gregario por naturaleza, y necesita estar en contacto directo con la gente para sentirse a gusto y asimilar nuevas experiencias. Una reunión por Zoom, aún cuando en su momento satisfizo una necesidad, son hoy una fuente de tedio y angustia porque se sabe que serán dos horas con la mirada fija en una pantalla, en una posición incómoda, sin poder intercambiar opiniones o pareceres con nadie. 

Desafortunadamente, al tiempo que son tediosas, las reuniones por Zoom son poco efectivas en comunicar un mensaje o dejar una enseñanza. Para empezar, es muy fácil distraerse viendo a los demás participantes, chateando, o, en caso de tenerse la cámara prendida, atentos a nuestra imagen. 

Tan tediosas y desagradables son las reuniones virtuales que por meses se ha estado hablando de la “Zoom fatiga” o “fatiga por Zoom”, un fenómeno que no solo se ha comprobado, sino que, de ñapa, afecta más a las mujeres. 

Si en tu próxima reunión por Zoom – o cualquier otra plataforma- de repente te hallas cansado y preguntándote qué haces ahí, no te sientas mal: es muy probable que el resto de tus compañeros virtuales sienta lo mismo.

Ahora que las cosas se van relajando y que algunos eventos presenciales se han retomado, la esperanza es que el mecanismo de reunión virtual se reserve a encuentros de carácter internacional o de carácter interno, pues en esos escenarios es más práctico hacerlo así. Para presentaciones, talleres, conferencias y demás, la forma tradicional es infinitamente mejor.