Perón por Pino

20-12-2020
Cine
Caras y Caretas
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Invitamos a nuestros lectores y lectoras a leer este interesante artículo escrito por Fernando Amato, para Caras y Caretas, en el que aborda la influencia del cine, en particular de dos filmes de Fernando Solanas (Pino), en la cercanía entre los jóvenes argentinos y el general Juan Domingo Perón.

El cine y la militancia política siempre fueron casi una misma cosa para Fernando Solanas. Y, sin duda, los largos días de entrevistas filmadas con el general Juan Domingo Perón fueron el mejor ejemplo.

La película tenía un solo objetivo: ayudar al regreso del General, que estaba exilado en España, y acercarlo a los jóvenes que no habían vivido los tiempos de la gestión justicialista.

Resulta casi increíble que una película filmada en primer plano sobre la figura de un líder septuagenario que hablaba por horas y horas de política y en la que, cada tanto, en un fondo negro con letras blancas se replicaban dogmas políticos cautivara a miles de jóvenes en tiempos de revoluciones guevaristas, minifaldas y rock and roll.

Pero sucedió. Perón. La revolución justicialista Perón. Actualización política y doctrinaria para la toma del poder se difundían en todos los cines barriales y unidades básicas de la Argentina.

Hasta Bernardo Neustadt se vio obligado a pasar fragmentos del filme en su programa periodístico de canal 9. Para 1972 no quedaba un militante que se hubiera perdido los 320 minutos de adoctrinamiento justicialista dirigidos por Solanas y Octavio Getino.

Palabra de Pino

En octubre de 2016, en las vísperas del 17, me encerré con Pino Solanas en su casa de zona norte para hablar de estas dos películas y tratar de entender la trascendencia de su obra. Qué mejor que su propio relato:

“Después de sacar La hora de los hornos y ganar un gran premio con mi primera película en Italia, que fue un filme en el que por primera vez se hacía una revalorización de los gobiernos de Perón, el General se entera de esto y me manda una invitación muy interesado por saber de qué se trataba aquella película. Meses después yo estaba en Italia y, de regreso a la Argentina, hago escala en Madrid y lo visito. Y uno estaba entre expectante y temeroso de estar frente a un líder así. Y la verdad fue un encuentro tan ameno porque él era un hombre muy sencillo, que le gustaba mucho hacer bromas. En ese primer encuentro, que fue a fines de agosto de 1968, yo le propuse que hiciéramos una película. Le digo: ‘General, usted tiene que terminar con los mensajes grabados y las cartas. Tiene que hacer una película donde cuente su vida y su historia política’. Le pareció bárbara la idea, ya quería empezar a filmar, pero yo tenía que volver a Buenos Aires. Recién en mayo de 1971 desembarcamos en Madrid para filmar esas entrevistas. En realidad pensábamos hacer una sola película. Pero fueron horas interminables, el trabajo fue pesadísimo. Porque ese año 71 fue clave en la historia política contemporánea argentina. Fue el año en que la dictadura de Lanusse empezó a retirarse. Y quería entablar negociaciones. Y toda la dirigencia política argentina pasaba por Puerta de Hierro. Y todas las mañanas el General se sentaba frente a su máquina y escribía cartas para todos. Entonces nuestra tarea era secundaria. Le decíamos: ‘Nosotros nos acomodamos a sus exigencias’. Y él nos dijo: ‘Miren, muchachos, esta es la casa de ustedes, se acomodan donde quieren y en cuanto tengo un rato o me falla alguien, filmamos’. Cuando empezamos el rodaje era primavera calurosa en Madrid. Después hacíamos el montaje en Roma porque estaba prohibido filmar en España sin autorización del gobierno y había ciertas limitaciones para Perón como exilado político. Perón nos dijo: ‘Esto se hace pero ustedes se las arreglan para que no trascienda hasta que el filme esté terminado’. La película se hizo muy improvisadamente porque iba saliendo según las circunstancias, no se podía planificar mucho. Primero tuvimos cuatro o cinco encuentros con él conversando cómo tenía que ser la película. Él nos daba sus indicaciones. Pero era tanto lo que habíamos filmado que al final, cuando le llevábamos el guion, decía: ‘No, esto es un chorizo, yo confío en ustedes’.

El objetivo de la película fue dirigirse a la militancia juvenil. ‘General, hay una generación que no lo ha visto en imágenes, no lo ha escuchado’, le decíamos. Con Actualización…, la forma que le quisimos dar fue la de una conversación de proximidad lo más cercana posible. El Viejo hablaba con palabras hipersimples, mirando a cámara. Y las ideas núcleo al final de la escena volvían a repetirse como un recordatorio.

Para la distribución había tres laboratorios en la Argentina. Y había compañeros que trabajaban en uno de ellos y que en las horas fuera de servicio se tiraban una copia. La instrucción de Perón fue que se la diéramos a todos aquel que la reclamara. No a nuestros enemigos, claro.

Un tema difícil fue la relación con López Rega. Un día le preguntamos a Perón: ‘General, ¿por qué lo tiene a López Rega?’. Nos respondió: ‘En mi condición de exilado político yo estoy controlado por los grandes servicios de inteligencia del mundo. Si a este lo saco me van a poner a otro, pero a este lo conozco desde hace tantos años que le conozco sus mañas”. Él creía que lo iba a poder controlar, pero se le escapó de las manos. López Rega era jefe de seguridad en la casa, secretario de Perón, así que tuvimos varios conflictos con él. No quería que filmáramos, López Rega. Nos quería manejar la película, todo. Y tuvimos discusiones delante de Perón y todo. Nosotros tuvimos que engañarlo. Él quería que el material quedara en la casa bajo su custodia y nosotros le dejábamos material falso y nos llevábamos el bueno. Y él muchas veces le ocultaba a Perón las citas convenidas y nos quedábamos esperándolo sin suerte. Fue toda una aventura. Seis meses así”.

–Algunas cosas que proponía Perón en sus películas no se cumplieron, como la unidad del peronismo.

–Nosotros le decíamos: “General, ¿usted cree que lo van a dejar volver con todo lo que le hicieron?”. Y nos respondió: “Lamentablemente es muy tarde para mí, pero muy temprano para ustedes, los jóvenes. Esa es la tragedia”. El sueño, el anhelo de Perón, era lo que llamaba hacer una síntesis entre su generación y la juventud. Pero como también dice en la película, los movimientos de masas tienen un líder, que es muy difícil establecer cómo surgen, y reemplazar a ese líder es muy complejo. En un momento yo le pregunto: “¿Y qué previsiones toma en caso de sus desaparición física?”. Y me dice: “Cuando desaparece un líder hay que reemplazarlo con organización, porque no se puede imponer un líder”.